Miriam Bäckström, 'Tetrahedron', 2024. Foto: Elba Benítez
Miriam Bäckström, tejido que es escultura, que es fotografía: arte extraterrestre en Madrid
La galería Elba Benítez presenta sus últimos trabajos, esculturas que desafían los límites de las disciplinas.
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Es fotografía. Es escultura. Es arte textil. Es un objeto volador no identificado salido de la imaginación de Stanley Kubrick o de Ridley Scott, naves espaciales más allá de Orión, rayos-C brillando en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Lo de Miriam Bäckström (Estocolmo, 1967) es todo esto y nada a la vez. Un objeto que deviene imagen que deviene, finalmente, objeto.
Intentemos dar sentido a todo esto. Su trabajo postfotográfico va más allá de un disparo de cámara. Todo comienza fotografiando un pequeñísimo fragmento de tela con un objetivo macro. La imagen resultante se convierte en una trama y esta se teje en seda, lurex y jacquard.
Luego ese tejido se convierte en piel de nuevas formas, geometrías modeladas en 3D cuyo esqueleto se realiza en madera. Tecnología y artesanía, tradición y contemporaneidad trabajando juntas. El resultado no es una fotografía pegada a un volumen, sino una imagen que se vuelve materia.
Bäckström declina la fotografía como código abierto. De ahí que sus obras difuminen las fronteras entre técnicas: cuando el textil se convierte en imagen y la imagen en volumen, las taxonomías se disuelven. Elba Benítez acoge pocas pero rotundas piezas, tan solo cuatro. Una de ellas Advanced Cone (2019) parece un objeto alienígena de diez metros.
Piezas que son a la vez trama, píxel y piel: recuerdan a escudos térmicos o a placas de blindaje vistas por la cámara de una sonda espacial. No es ciencia ficción ilustrativa, sino ingeniería poética.
Miriam Bäckstörm: 'Advance cone', 2019. Foto: Elba Beníez
Su trayectoria es coherente. Nacida en Estocolmo en 1967, comenzó a destacar en los noventa desde la fotografía conceptual. Su trabajo consistía en fotografiar espacios interiores como apartamentos, restaurantes y galerías, con gran precisión técnica y sin presencia humana explícita, pero evocando su huella como si fueran escenarios en busca de personajes.
Con el tiempo, esas escenografías la llevaron hacia el teatro, el cine, la performance y, más recientemente, el arte textil. No abandona lo fotográfico, lo estira –lo extiende– hasta que actúa como escultura y arquitectura.
Bäckström representó a Suecia en la Bienal de Venecia 2005 (junto a Carsten Höller) y ha realizado tapices para la casa real sueca (Palacio de Federico VIII, residencia oficial de la familia real danesa), espacios públicos y museos, y su obra figura en colecciones como Tate, Guggenheim, MoMA, o Moderna Museet.
Eso, y no otra cosa, es la postfotografía, ir más allá del disparo, ser capaz de transformar el lenguaje. Las “extensiones” de Bäckström, como dice el título de la exposición, –la cuarta de la artista en la galería– son ópticas y hápticas, táctiles y visuales, espaciales y mentales.
Sus obras envuelven al espectador en una trama hipnótica como el muaré de un tejido o la nieve de una pantalla de televisión sin sintonizar. Al desplazarnos, nuestro cerebro lee la trama como si estuviese en movimiento; al rodear las piezas, el brillo se enciende y se apaga como si el tejido respirara.
Sin grandilocuencia, pero desde la monumentalidad, Bäckström trabaja diferentes relatos sobre nuestro modo de mirar el mundo, de lo micro a lo macro, de lo insignificante a la infinitud en un extraordinario ejercicio de traducción.