
Una visitante contempla la escultura de Kiki Smith, 'Alice I', en la exposición. Foto: Fundación "la Caixa"
Alicia somos todas: la exégesis de un mito que cobra vida en CaixaForum Madrid
El universo de Lewis Carroll se desvela en una exposición que repasa el enorme impacto de Alicia en el imaginario colectivo: en el arte, el cine, la moda o el teatro que la han convertido en un icono eterno.
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“¿Quién soy yo? ¡Ah!, ¡eso sí que es un misterio!”, se preguntaba Alicia al caer por un profundo pozo tras seguir a un conejo blanco con chaleco y reloj de bolsillo. Aún nos asombra que una niña de siete años lleve desde 1865, año de la primera edición de Alicia en el país de las maravillas, lanzándole al mundo las más críticas preguntas existenciales, cuestionando la realidad tal y como aparece ante nuestros ojos.
Es por este motivo que la exposición Los mundos de Alicia. Soñar el país de las maravillas, que pueden visitar hasta el 3 de agosto en CaixaForum Madrid, supone el redescubrimiento de este entrañable –y muy vigente– clásico de la literatura, con un enorme impacto en las artes desde el surrealismo hasta el cine y la moda contemporánea, convirtiéndose en un fenómeno cultural transgeneracional.
La exposición, que trae a Madrid 283 objetos en colaboración con el Victoria & Albert Museum de Londres, ofrece un amplio recorrido en cinco secciones por la génesis de la obra, su influencia victoriana, los primeros bocetos de las ilustraciones o la niña en la que se inspira Carroll y su contexto histórico y familiar: Alice Liddell.
Pero también su trascendencia en la moda, las artes escénicas, e incluso en la ciencia, con el proyecto Alice, el gran experimento de colisionador de iones que se desarrolla en el CERN y que lleva el nombre de la primera heroína infantil, llena de curiosidad y capaz de superar sus todos sus miedos.
La puesta en escena de esta exposición inmersiva es un trabajo del escenógrafo Ignasi Cristià, y parece introducirnos en el propio relato fantástico mediante la declinación de la escala de sus escenas clásicas como la fiesta del té del Sombrerero Loco o los naipes de la Reina de Corazones. Además, incluye una dimensión lúdica (se puede jugar a tener una conversación irreverente a través de un espejo con un desconocido) y finaliza con una sala reflexiva, un espacio que, a través de unos auriculares, te lanza preguntas sobre su identidad y su relación con el mundo.

Fiesta del té en la exposición 'Los mundos de Alicia' en CaixaForum Madrid. Foto: Fundación "la Caixa"
“¡Curiorífico y Rarífico!”
El universo visual de Alicia, hoy parte esencial de nuestro imaginario colectivo, nace con los primeros bocetos de Lewis Carroll en 1832. Carroll trabajó mano a mano con el ilustrador John Tenniel, quien fue el verdadero artífice de la imagen cuidada de la niña Alicia y de sus compañeros de aventuras. Pero sin la complicidad de los Hermanos Dalziel, los grabadores que consiguieron convertir esos dibujos en un fluido relato visual que acompañaba y aportaba un valor añadido al texto, no lo hubieran conseguido. De hecho, Alicia en la primera página del cuento afirma: “Y ¿de qué sirve un libro sin imágenes ni diálogos?”. Toda una declaración de intenciones de que lo visual iba a tener una gran trascendencia en esta historia.
“Bébeme”
La exposición comienza introduciéndonos en una madriguera, donde se encuentran estos icónicos dibujos, hoy clásicos, que dialogan con una calcografía de Durero: El caballero, la muerte y el diablo (1513) que pudo haber servido de inspiración a Tenniel.
También se incluye la influencia en la construcción visual del personaje de la escuela prerrafaelita, de la que tomaron las cabelleras largas y onduladas de sus personajes. Una fotografía de Julia Margaret Cameron, pionera de la fotografía alegórica –ser fotógrafa en la alta sociedad victoriana estaba bien visto–, nos muestra a la verdadera Alicia como Santa Inés (1872) y nos habla del pudiente contexto social del que las tres hermanas Liddell se rodeaban.
No se pierdan las encantadoras películas mudas de 1903 y 1915, la primera adaptación de Alicia en el metraje más largo que se había rodado entonces en Reino Unido, con cuidadas máscaras e inteligentes trucajes que nos llevan directamente al universo Disney.

'Solo son una baraja de cartas". Ilustración de John Tenniel para Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Foto: Macmillan Publishers International Ltd.
La empresa de animación consolidó un nuevo imaginario a través de las versiones de Mary Blair, quien rediseñó sus personajes influida por los colores planos y los dibujos rotundos de la artesanía latinoamericana. Casualmente, Salvador Dalí se encontraba trabajando en los estudios hollywoodienses en los años 30, y, junto a Aldous Huxley, colaboró en el guion de la nueva Alicia.
En la exposición encontramos ejemplos de la obra daliniana en Dibujos para producción: pirámide con reloj y figura escultórica o Una merienda de locos del año 68. Los cruces entre realidad y ficción, el cuestionamiento de las jerarquías impuestas y la posibilidad de la utopía hizo de Alicia un mito para el surrealismo y el movimiento psicodélico y hippie de los años 60.

La sala Lago de lágrimas en Caixaforum Madrid. Foto: Fundación "la Caixa"
“No soy una serpiente”
Ya André Breton nombra a Alicia en El manifiesto surrealista de 1924 y en la exposición encontramos varios facsímiles de Max Ernst y Leonora Carrington que trabajaron el personaje bajo perspectivas psicoanalíticas. Además, descubrimos piezas de Yayoi Kusama, Paula Rego, Peter Blake o Kiki Smith, quien cierra la última sala con una escultura de bronce en la que los ojos de Alicia contienen varias pupilas, una puerta a la percepción de varias realidades. Eso mismo es lo que nos regala esta exposición, abrir nuestra mirada como cuando éramos niños sin olvidar que somos adultos.
Una edición galompante

Portada de la nueva edición. Foto: Arpa Clásicos
Traducida por el escritor y poeta Antonio Rivero Taravillo y con posfacio del novelista Lorenzo Silva, quien reinterpreta esta obra magistral de la literatura como manual de escritura para futuros novelistas, esta nueva y cuidada edición de Arpa Clásicos –en tapa dura y recién salida del horno– incluye sus ilustraciones originales, convirtiéndose en una completa revisión de un clásico inagotable, que aporta nuevas lecturas sin perder su magia original.