
Gerardo Murillo: 'Dr. Atl, Erupción en apogeo', 1960. Foto: Fundación Casa de México en España
La historia del arte mexicano según Margarita Nelken, una exiliada española, feminista y política de izquierdas
La Fundación Casa de México trae a Madrid una de sus grandes colecciones, la de Andrés Blaisten, a través de la mirada de la reconocida crítica de arte.
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Tras haber logrado atraer un millón de visitantes y para conmemorar su sexto aniversario en Madrid, la Fundación Casa de México presenta una muestra de la más importante colección de arte mexicano, con doce mil obras de la primera mitad del siglo XX, de Andrés Blaisten y lo hace a través de la mirada de Margarita Nelken (1894-1968).
Intelectual cosmopolita, feminista y política de izquierdas, española exiliada en México tras la guerra civil, desarrollará una intensísima actividad como crítica de arte, plasmada en su columna semanal en el periódico Excelsior y en numerosas monografías de artistas y ensayos, como los que se invocan desde el inicio de esta exposición, Escultura mexicana, Nuevos aspectos de la plástica mexicana y, sobre todo, su síntesis final, El expresionismo mexicano.
El protagonismo de un crítico de arte es muy poco habitual en el circuito expositivo. Pero su comisario, Daniel Garza Usabiaga, después de su muestra Margarita Nelken. Expresionismo mexicano, celebrada en el Museo de Arte Moderno en Ciudad de México hace dos años, vuelve a profundizar aquí en la visión de Nelken.

Rosa Rolanda: 'La niña del taco', 1947. Foto: Fundación Casa de México en España
Una óptica que, en su opinión, coincidiría con la del coleccionista y estudioso Blaisten, en diversos puntos: la relativización del incuestionable muralismo nacionalista –que, personificado en Siqueiros, cuestionó a Nelken–; en su interés por la diversidad y por artistas autodidactas; y en su fascinación por la expresión subjetiva de la identidad mexicana vinculada a referentes locales tradicionales e incluso precolombinos.
La exposición, que se abre con una pintura tardía de Orozco –que representa animales simbólicos de la identidad mexicana incluyendo un toro español en un lenguaje gestual y matérico–, reúne 64 obras de medio centenar de artistas. Están los más conocidos aquí, desde los grabados de José Posada, como figura fundacional del arte moderno mexicano a partir de la revolución de 1910, a obras peculiares de Germán Cueto, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Juan Soriano y Wolfgang Paalen.
También precursores como Roberto Montenegro, vinculado a las vanguardias parisinas y a España, y pintores opuestos a la virilidad exacerbada de los muralistas, como Carlos Orozco Romero con la bellísima Sueño, 1940, y también Michel Lazo y Rodríguez Lozano que, si bien exploran temas típicamente mexicanos como la mascarada y la muerte, los expresan con sensibilidades alejadas del vigor del expresionismo colorista.
En el recorrido se presenta un abanico de soluciones figurativas tras la asimilación de vanguardias europeas, para pasar después a artistas entonces jóvenes y defendidos por Nelken que investigaban en el campo de la no-figuración; como la actualización del surrealismo a cargo de Pedro Friedeberg y los abstractos Enrique Echevarría o Rodolfo Nieto, a quien consideraba “el primer artista abstracto con acento marcadamente vernáculo” por su origen indígena.

Alfonso X. Peña: 'En el río', 1950. Foto: Fundación Casa de México en España
Profundizando en la ambiciosa poética de Nelken sobre lo autóctono del arte mexicano, la sala dedicada a pintura y escultura muestra el amplio abanico en el que se movía: desde la abstracción de Carlos Mérida (Puerta estrecha, 1936) que entendía en la estela de “las transposiciones de lo concreto a lo abstracto típicas de los anónimos precolombinos”, al realismo mágico y vitalista de la autodidacta María Izquierdo, siempre respaldada por Nelken y que es la artista más representada en esta exposición, que dedica una sala exclusivamente a obras de artistas mujeres.
El protagonismo de Nelken fue una excepción en una escena cultural dominada por hombres. Pero también hoy el acervo Blaisten es el conjunto mexicano con más obras de autoría femenina. Además de Izquierdo, con magníficas telas que para la crítica expresaban un sentimiento inequívocamente popular, Nelken apoyó a la también exiliada Angelina Beloff, a Lola Cueto con su recuperación de técnicas textiles y a otras, como Olga Costa, con un maravilloso bodegón, y a Celia Calderón.

Y, aunque hoy Andrés Blaisten se arrepienta de no haber adquirido nada de Frida Kahlo cuando todavía era asequible, ya que le parecía excesivamente intimista, ahora reconoce que sería un reclamo para atraer al público a su colección. Sin embargo, como un presentimiento de la fetichización de su figura, encontramos a Frida en la tela de su amiga Rosa Rolanda, Niña de la muñeca, 1943, entre los brazos de la protagonista con el típico gesto infantil de orgullosa posesión.
Al final, se concluye con la tesis de Nelken de que el expresionismo une tradición y modernidad en la plástica mexicana. Una plástica rica y plural que, lejos de resultarnos exótica, hoy apreciamos más y mejor.