Lynda Benglis: 'Pink Lady (For Asha)', 2013. Foto: Juan de Sande

Lynda Benglis: 'Pink Lady (For Asha)', 2013. Foto: Juan de Sande

Arte

Lynda Benglis, la escultora y feminista radical que inunda con sus fuentes la Banca March

Figura mítica del feminismo de los setenta, llega a Madrid, al jardín de la entidad, con cuatro fuentes monumentales.

21 marzo, 2024 02:42

Es todo un acontecimiento, precisamente porque la artista estadounidense Lynda Benglis (Lake Charles, Luisiana, 1941) apenas es conocida en España. Al margen de alguna escultura en ARCO y quizás algún vídeo en colectivas, poco más se ha visto de esta potente escultora y figura mítica para el feminismo en la década de los setenta.

Lynda Bengli Fuentes Jardín Banca March

Jardines de la Banca March. Madrid. Comisarios: Anne Pontegnie y Guillermo Cid. Hasta el 30 de junio

Aunque estos tres rasgos perjudicaron durante décadas su difusión en Europa: una poética poderosa enraizada en la América profunda difícil de amoldar al sistema, piezas monumentales complicadas y caras de gestionar para su exhibición, además de su procedencia del feminismo radical; sin embargo, son argumentos que hoy revierten a su favor.

La asimilación social de la cuarta ola feminista tras el MeToo, el apetito por rotundas sacudidas después de la incierta blandenguería poscovid y la necesidad de marcas e instituciones por llamar la atención con ostentación en eventos especiales han posibilitado su salto, ya octogenario, al centro de la escena.

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De hecho, esta muestra con que arranca la futura celebración del centenario en 2026 de la Banca March, que con las fuentes de Benglis pretende poner en valor su inversión en sostenibilidad del agua, ha venido precedida por la presencia de sus piezas, esculturas y joyas en el pase de la colección de moda de Loewe el pasado otoño en París, en una demostración más de que la alianza entre alta costura y arte contemporáneo sigue fortaleciéndose.

Un glamour al que se suma la institución bancaria abriendo un recoleto parque antes privado, incluso acomodado con una food truck y algunas mesas para solaz del público visitante, rodeado de las cuatro maravillosas fuentes de Benglis, junto a dos magníficas piezas permanentes de Blanca Muñoz y de Cristina Iglesias, Laberinto húmedo.

'Crescendo' (1983-2015). Foto: Juan de Sande

'Crescendo' (1983-2015). Foto: Juan de Sande

Pero ¿quién es Lynda Benglis? Tras sus vertidos sobre el suelo directamente desde grandes botes de pintura de capas coloridas de látex y poliuretano con que obtenía resultados psicodélicos, en 1970, la revista Life la proclamó heredera de Jackson Pollock, aunque sus correligionarios eran los artistas de la antiforma Robert Morris, Eva Hesse o Richard Serra.

Cuatro años más tarde provocaría la polémica evidenciando el sexismo en el sistema artístico. En noviembre de 1974 publicó un anuncio en la revista Artforum. Benglis, muy bronceada y vestida únicamente con gafas de sol, posó con actitud desafiante y agresiva portando un gran dildo de látex para promocionar su exposición en la Galería Paula Cooper. Nadie recuerda, en cambio, que en esa misma revista su amigo Robert Morris, con quien había producido varios vídeos performativos, se anunciaba en atuendo sadomasoquista.

En su trayectoria, hay una incesante investigación con materiales y procesos para imprimir energía y movimiento en sus esculturas

Tras décadas de trabajo a sus espadas, con vídeos, pinturas y sobre todo, impactantes esculturas, en 2022 fue seleccionada por The New York Times para su edición especial The Greats, en la que la publicación destaca cada año a cuatro “creadores inimitables cuyo talento ha cimentado su lugar en la cultura”.

En su trayectoria, hay una incesante investigación con materiales y procesos para imprimir energía y movimiento en sus esculturas. Una búsqueda enraizada en sus orígenes en Luisiana, en sus pantanos y en su litoral marino. No es extraño, por tanto, que este interés por reverberar el movimiento del agua desembocara en su creación de fuentes. Benglis produjo la primera en 1984 para la Exposición Mundial de Luisiana. De manera que en esta pequeña pero monumental muestra podemos ver una síntesis de cuatro décadas de trabajo, a través de cuatro fuentes.

Lynda Benglis. Foto: © Christopher Lane

Lynda Benglis. Foto: © Christopher Lane

En una amplia esplanada, hallamos el conjunto Bounty (Generosidad), Amber Waves (Olas de ámbar) y Fruited Plane (Plano frutal), 2021, formado por tres abigarradas columnas de más de ocho metros de altura. El agua discurre por vasos cónicos apilados, incluso salpica más allá del estanque minimalista, que sirve como base.

La textura blanda del bronce patinado en negro, a modo de una construcción frágil que se ha ido produciendo por adición, como si fueran gotas de cera en sucesivas erupciones, plantea un bello contraste con el austero edificio neoclásico. Frente a la medida contención, lo desmesurado, el juego, ingenuidad y falta de control.

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Ya adentrándonos en el jardincillo, nos topamos con la amenazadora Crescendo (1983-2015), la primera fuente que en origen tituló La ola del mundo. Pero que, tras ser robada y recuperada años después en una antigua planta de tratamiento de aguas residuales, Benglis modificó hasta convertirla en una suerte de monstruo gigante con sus múltiples tentáculos.

Y frente a él, Knight Mer (2007-2022), un juego de palabras entre pesadilla (nightmare) y caballero, que evoca las invasiones de grandes cangrejos en las cálidas costas de aquellas latitudes sureñas de su infancia, según ha declarado: “Los agujeros que hacían los cangrejos eran muy importantes para mí […]. Veía como extraían el barro y dejaban unos grandes agujeros, cubiertos de barro burbujeante”.

Por último, bajo una moderna pérgola octogonal de hierro nos recreamos ante Pink Lady, 2013, dedicada a su cuñada hindú Asha, producida con translúcido poliuretano pigmentado en rosa fluorescente que, con su delicadeza y dulce poesía, como si fuera una imposible aparición instantánea, cierra este maravilloso recorrido. 

Rompiendo moldes

La revista Life la proclamó “heredera de Pollock” y su desnudo en ArtForum, en 1974, provocó dimisiones en la revista. Fue una de las precursoras de la reivindicación del papel de la mujer en el arte. Lynda Benglis, que se codeó con Donald Judd, Richard Serra o Frank Stella, rompió con la rigidez predominante en la escultura con el uso de nuevos materiales.