La sala con los murales de 'Visión de España'. Foto: Alfonso Lozano

La sala con los murales de 'Visión de España'. Foto: Alfonso Lozano

Arte

Hispanic Society: "el museo peor entendido de Nueva York" busca público para Goya, Velázquez y Sorolla

Recorremos con su actual director artístico, Guillaume Kientz, las nuevas estancias tras una ambiciosa ampliación, con la que pretende ser más atractivo en la apabullante oferta cultural de Manhattan.

27 noviembre, 2023 02:32
Nueva York

Al salir de la boca de metro, en la parada 157 st de la línea 1, se nota inmediatamente cuál es la lengua dominante en esta zona de Upper Manhattan, vecina del Bronx, en la que se encuentra la Hispanic Society. Es una curiosa jugada del destino que acaso le hubiera agradado a su fundador y mecenas, Archer Milton Huntington: en los puestos callejeros y en las tiendas se pueden cazar al vuelo frases sueltas en un español sabrosón y musical patrimonio de los domicanos que abundan en el barrio.

A esa comunidad es a la que intenta interpelar e implicar Guillaume Kientz, actual director de este espacio museístico, uno de los más curiosos de toda la urbe neoyorquina. En la explanada que se encuentra entre los edificios que componen el complejo se erige una imponente estatua escuestre del Cid que provoca un sugerente cortorcircuito cultural al visitante, más si su procedencia es española. El edificio se levantó a principios de siglo XX bajo la impronta estética del Beaux Arts. En 1908 abrió sus puertas al público, en lo que entonces era una zona tan exclusiva como puedan ser hoy los famosos Hamptons. “Era un lugar de segundas residencias, con muchas iglesias y edificios bonitos, con mejor aire al estar en una orografía más elevada y con el río al lado. También era donde terminaba la primera línea de metro que se construyó y, un poco más abajo, está la Universidad de Columbia. Era un punto estratégico”, señala Kientz

Solo un año después, en 1909, organizó la primera exposción de Joaquín Sorolla en los Estados Unidos. Un exitazo. ”En un mes vinieron 160 mil personas. El museo debía estar abierto hasta las 11 de la noche para acoger tanta demanda”, explica Kientz en el patio, donde unas fotos pegadas a unos grandes paneles documentan el tirón de aquella muestra: aparecen largas filas de coches aparcados en torno a la Hispanic.

[Cuando Sorolla conquistó [también] América]

Ahora, con una suculenta colección en la que convergen Velázquez, El Greco, Goya, Zurbarán, Murillo y, por supuesto, la joya de la corona, los murales de 360 grados de Sorolla que reflejan la idiosincrasia popular de las distintas regiones españolas, amén de 250 mil libros, la Hispanic está en un momento crucial de su ya larga historia. Ha estado cerrada desde 2016 hasta este verano. La pandemia y las reformas obligaron a cortar las visitas, lo cual, claro, ha perjudicado a la institución, que ha perdido fuelle dentro de la imbatible oferta cultura de una ciudad como Nueva York. “Nos han olvidado un poquito”, dice Kientz.

Ha sido, pues, un lapso de ostracismo que se pretende superar en esta nueva y estimulante etapa en la que con la ampliación, que ha significado incorporar el ala que antes era sede del Museo de los Indios Americanos, permitirá hacer aflorar todavía más piezas almacenadas y albergar más exposiciones temporales, como la que tienen estos días abierta dedicada José Clemente Orozco, el fascinante muralista mexicano. El reto es atraer de nuevo a un público al que no le faltan reclamos y ahondar en la conexión con el paisanaje del barrio. Además, la entrada siempre ha sido gratuita y lo sigue siendo.

Hispanic Society en 1909, solo un año después de abrir al público

Hispanic Society en 1909, solo un año después de abrir al público

Desde luego, la colección que fue armando Hungtinton es por sí misma un ‘material’ con un poder de convocatoria innegable. Él la fue conformando con un límite deontólogico: no comprar obra en España. “Él creía que las piezas artísticas era como pájaros que tienen su nido en un determinado árbol, por eso sentía que comprar en España era diezmar su patrimonio”, aclara Kientz, al que le toca hacer una labor de comunicación muy potente para poner en valor tal legado, más si tenemos en cuenta que, como una reportera del New York Times escribió, la Hispanic Society es “el museo peor entendido de Nueva York”.

“La palabra Hispanic en los Estados Unidos no se entiende muchas veces del todo bien. ¿A qué alude? ¿A España? ¿Solo? Esto para mí no es un problema. La gente no lo entiende cuando no hacemos nada por explicarlo. Cuando nos damos a conocer, sí se entiende lo que es la Hispanic Society. Yo estuve 10 años en el Louvre. 'Louvre' no quiere decir nada. El Museo d’Orsay toma el nombre de una estación. Hispanic Society tiene como misión preservar, promover, promocionar al mundo hispanohablante y lusohablante. Es una misión que empieza aquí en el barrio y nos lleva hasta Filipinas, España, Portugal, Brasil, Chile... Pero esto no va de países ni del pasado sino de algo común y universal que se auna en torno a una lengua”.

Explanada de la Hispanic Society, dominada por la estatua del Cid. Foto: H. S.

Explanada de la Hispanic Society, dominada por la estatua del Cid. Foto: H. S.

Una lengua que en Estados Unidos es moneda común, particularmente en Nueva York, donde la hablan cientos de miles de sus habitantes como producto de varias oleadas migratorias procedentes de Hispanoamérica. Aunque, como el propio Kientz apunta, “es una lengua que a veces es mirada por encima del hombro”. No en vano, quien la habla no suele habitar las zonas más exclusivas de la ciudad sino los enclaves del racional tejido urbano neoyorquino de menor renta per capita.

En 2012 se llegó a poner sobre la mesa incluso la idea de cambiarle el nombre. Ese vocablo de compleja asimilación, Hispanic, debía caer, argumentaban los defensores de bautizar al museo-biblioteca como Archer M. Huntington Museum of Art. Y ya. La moción no prosperó. Quién sabe si en ese intento no estaba también comprendida la intención de desproveer al museo del aire colonial con el que pueda ser mirado, acaso para evitar que sea víctima de la leyenda negra tan extendida sobre España por algunos rivales históricos, incluido el flanco anglosajón.

Kientz, que revela que la Hispanic planea seguir creciendo, ataja la polémica: “No estamos para defender una determinada versión de la historia o para atacarla, sino para proporcionar elementos para el debate y para ver cómo mejorar la sociedad en la que vivimos, porque queremos ser una inspiración. Hay que aprender del pasado, de sus sombras y luces. El arte que vemos aquí es un ejemplo de mestizaje y de mezcla. De un encuentro entre culturas en el que las dos aprenden mutuamente”.