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Guillermo Pérez Villalta: "El LSD me hizo ver el arte desde otras perspectivas"

'El signo de Occidente', en el C3A de Córdoba, reúne las obras de Pérez Villalta que pertenecieron a su colección

4 noviembre, 2019 01:56

¿Qué libro tiene entre manos?

Ascenso y caída de Adán y Eva, de Stephen Greenblatt.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

El aburrimiento. Si cuando llego a la página cien no me ha enganchado, lo dejo.

¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Con el escritor Yuval Harari. Sus libros son apasionantes.

¿Recuerda cuál fue el primer libro que leyó?

La historia de un perrito con la que aprendí a leer. Por lo visto fui bastante precoz, y eso que soy disléxico.

¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?

Me gusta el libro como objeto y sólo leo en papel. No tengo un horario fijo, antes de la siesta, cuando dejo de trabajar por la mañana…

Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Sé que es poco correcto pero hojear libros de arte bajo los efectos del LSD con veintiún años me hizo ver la historia del arte desde otras perspectivas.

Se ha reservado siempre una selección de sus obras más significativas, ¿se le ha escapado alguna?

Me duele no conservar El taller, de los años 70. Trabajé más de un año en ella y Fernando Vijande me hizo venderla. Fue la chispa que me llevó a abandonar la galería.

Presta atención en su obra a los espacios. ¿Qué hay de arquitecto en Pérez Villalta?

Aunque no tenga título me siento totalmente arquitecto, no de oficio sino de concepto. Tengo una enorme capacidad para trabajar con el concepto de espacio-luz.

¿Y de orfebre? En la exposición se incluyen varias joyas.

La idea del ornamento es una especie de ritual que da sentido a la vida. Va unida a otro concepto más importante para mí que llamo belleza-placer.

Paisajes y escenas fantásticas, construcciones alucinógenas, ¿a dónde quiere llevar al espectador?

Al mundo de la imaginación. Yuval Noah Harari habla de un futuro en el que la inteligencia artificial nos superará. Pero hay algo que nunca conseguirá: imaginar.

En sus últimas obras ha huido del “colorinchi”, ¿por qué?

Porque pienso que el exceso de color en el presente denota una falta de sensibilidad, de sutileza, y tengo una especie de cansancio visual hacia los colores fuertes.

¿Es más de arte clásico o de arte contemporáneo?

Para mí la clasicidad no es lo clásico sino la idea de lo permanente, que trasciende la de tiempo. Barnett Newman, por ejemplo, tiene esa clasicidad.

¿Cree que la pintura figurativa está denostada?

Pienso que la distinción entre figurativo y abstracto no existe, que es absurda. Un Mondrian es figurativo.

¿Quién manda hoy en el mundo del arte?

La gente dogmática que carece del concepto de belleza-placer.

¿Sobre qué aspecto del arte pondría el grito en el cielo?

Sobre las ideologías que destruyen el arte.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

De Van Eyck y de Sassetta, un pintor del siglo XV italiano que me encanta.

Ejerza de crítico de la última exposición que ha visitado.

Últimamente he visto varias de pintores jóvenes que me han alegrado mucho y, por supuesto, la de Fra Angelico en el Museo del Prado. Maravillosa.

¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

Es siempre una visión distinta de la mía y eso me interesa, porque el problema que tenemos los artistas es que miramos hacia dentro y necesitamos visiones externas.

¿Qué música escucha en casa?

Últimamente la música lounge de los cincuenta y sesenta. Y otra en la que siempre he sido constante es la música pop de vanguardia, que no es la comercial.

¿Qué película reciente le ha impactado?

Yo no soy Madame Bovary. Me dejó con la boca abierta.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Está en el Mediterráneo y en el Atlántico, es el cruce de muchas culturas y es la maceta en la que yo crezco bien.