Image: Perú, problema y posibilidad

Image: Perú, problema y posibilidad

Arte

Perú, problema y posibilidad

22 febrero, 2019 01:00

Herbert Rodríguez: Arte lenguaje, 1983 (Henrique Faria)

Es la primera sección de "país invitado" a ARCO en la que no todas las galerías (menos de la mitad, de hecho) proceden de allí. En Perú apenas hay mercado del arte. Pero hay artistas y coleccionistas que tiran del carro, con ambición cada vez más internacional. ¿Qué nos quieren transmitir? Dentro y fuera de la feria, conozcamos una identidad cultural en construcción.

ARCO siempre ha defendido su idiosincrasia como puente entre Europa e Iberoamérica para singularizarse en el colapsado circuito ferial internacional. Pero fíjense: desde que instauró en 1994 la sección de "país invitado", solo México (2005), Brasil (2008), Colombia (2015) y Argentina (2017) han merecido la distinción, aunque en 1997 se hizo una invitación conjunta a catorce países americanos, entre ellos Perú. Frente a ello, hemos recibido a doce estados europeos. Perú era para ARCO "problema y posibilidad", como reza el título del libro del historiador Jorge Basadre sobre el que ha realizado un proyecto el artista Fernando Bryce. Con suficientes artistas de indudable interés -de los que no pocos habían sido ya antes bien acogidos en Madrid- y un puñado de grandes coleccionistas asiduos a estos lares, la viabilidad se presentaba diáfana pero... el mercado del arte limeño es tan sumamente pequeño que ni con mucha generosidad en la selección se conseguiría reunir galerías suficientes para armar una sección en la feria. La solución fue sumarlas a galerías de otros países que representan a artistas peruanos; nada difícil, pues estos son muy dados a hacer carrera en el extranjero. Por tanto, tendremos en Ifema siete galerías de Lima y ocho de aquí o de allá (la mitad españolas). Raro, sí.

La vinculación de lo contemporáneo con lo precolombino es, nos dicen, el eje en el que se sustenta todo el programa de Perú en ARCO

Podemos contar con los dedos de una mano las colectivas de arte peruano que hemos visto en Madrid, la mayoría muy institucionales, producto de la acción diplomática. Tres en la Casa de América: Extensiones y metáforas (1999), Resistencias (2001), La ciudad es una selva. Recuerdos de Iquitos (2011). Una en el Instituto Cervantes, De aquí a Lima (2014), y otra en Alcalá 31, con obras de la colección Hochschild. Hay que recordar, además, que Perú fue país invitado en la feria Estampa, en 2015; no participaron galerías de allí, mas sí incluyó una buena exposición sobre las relaciones entre dibujo y fotografía en el arte peruano actual, firmada por Carlo Trivelli, quien coordinó también un foro sobre coleccionismo en ese país.

Perú en la feria

En ARCO siempre hay un comisario que procura dar forma y sentido a la representación nacional de turno y elige las galerías, aunque pueda también orientar en la selección de obras. En esta ocasión Sharon Lerner, conservadora de arte contemporáneo en el MALI y comisaria de Perú en ARCO, ha dado prioridad a los artistas, siguiendo una lógica más expositiva que ferial. No habrá stands convencionales al fondo del pabellón 7, donde se ha creado el área para Perú, sino una disposición en equis de tabiques que mantendrá, sin embargo, la ordenación por galerías, cada una de las cuales acude con solo uno o dos artistas (24 en total). Lerner ha definido cuatro líneas argumentales como estructura: la impronta de lo vernáculo, la revisión de la historia remota y reciente -con temas sociales, pero más referidos al momento colonial que a la actualidad-, la materialidad del arte -con las tradiciones artesanales y con el cuerpo como materia artística- y la representación del territorio -con sus problemáticas medioambientales, en los que la industria minera tiene mucho que ver-.

Claudia Martínez: Cheering Crowds, 2018 (Ginsberg)

Un guión que contempla diversos aspectos bien presentes en el arte actual peruano... y, claro, deja fuera otras perspectivas. La vinculación de lo contemporáneo con lo precolombino es, nos dicen, el eje en el que se sustenta todo el programa. Perú ha reavivado la construcción de la modernidad sobre los cimientos indigenistas que ya impulsó en los años 20 la revista Amauta, la cual protagoniza una exposición en el Museo Reina Sofía. Es un enfoque político que ha estado, entonces y ahora, manejado por la intelectualidad blanca. Y no solo desde los puestos de poder cultural: los artistas más visibles son casi siempre limeños y a menudo de clase media o alta; hasta hay entre los participantes en estas exposiciones un par de ellos que son hijos de grandes coleccionistas. La novedad es que el foco se está ampliando -hace ya algunos años- desde lo andino a lo amazónico. Lo comprobaremos en el espacio institucional del país en ARCO, que evocará una maloca amazónica, donde el comisario Jorge Villacorta propondrá en forma de multimedia un compendio del imaginario del artista peruano actual, recorriendo "5.000 años de contemporaneidad" y buscando constantes plásticas a lo largo de esa prolongada historia. Pero también en Matadero, donde tres artesanas (allí no se toleraría el término: hay que hablar de "arte tradicional") de etnia Shipibo-konibo crearán un mural kené y donde se instalará una de las exposiciones organizadas por el MALI en Madrid, Amazonías, que incluye obras de artistas indígenas. Estos, en Perú, empiezan a ser considerados por los museos pero no por el mercado, menos condicionado por la corrección política. Se mueven en un circuito paralelo, de preferencia en las regiones, contando con alguna galería, como Bufeo, y con una bienal, la de Cusco, ambas promovidas por Christian Bendayán, uno de los pocos artistas no limeños de éxito (es de Iquitos). Significativamente, ha sido elegido para representar a Perú en la próxima Bienal de Venecia.

La identidad peruana

Hay, como decía, un programa político tras estas querencias pero también una circunstancia histórico-artística insoslayable: tras dejar escapar, a principios del siglo XX, la legendaria colección Torre Tagle, en Perú no quedó ni una importante de arte europeo de la Edad Moderna o del siglo XIX que pueda generar un marco de referencias alternativo o complementario a la tradición prehispánica. Por supuesto, los artistas hoy viajan y ven todo, pero la mirada retrospectiva es casi forzosamente autóctona. Además, la intelectualidad peruana es proclive a la problematización de la identidad nacional: Perú se piensa, y lo hace también a través de la plástica. Tal reelaboración de la tradición propia es gratificante y muy vendible en la escena internacional, dado que actualiza un acervo extenso y fascinante de iconografías, materiales, técnicas y sustratos religiosos/mágicos.

A la par, se han empezado a reconsiderar las últimas décadas. Artistas que -por esa carencia de un museo de arte contemporáneo que comentaba en un artículo anterior y de una crítica con eco- no habían recibido el debido reconocimiento están ocupando posiciones de ventaja en colecciones públicas y privadas. En ARCO y en Madrid veremos obras de veteranos reevaluados como Teresa Burga, Jorge Eielson, Emilio Rodríguez-Larraín, Herbert Rodríguez, Roberto Huarcaya... Pero la mayoría de los artistas que nos visitan son bastante jóvenes, como lo es demográficamente el país.

En ARCO y en Madrid veremos obras de artistas peruanos veteranos pero la mayoría son bastante jóvenes
No falta ninguna de las galerías peruanas que trabajan con los mejores artistas. Las más conocidas, tras el cierre de Lucía de la Puente, son seguramente 80 m2 Livia Benavides y Revolver, proyectos profesionalizados que cuentan hoy con locales magníficos pero que fueron en origen impulsados por artistas. Éstos han asumido roles más activos que en otros escenarios artísticos -al igual que han hecho los coleccionistas-, obligados por la escasez de iniciativas institucionales o comerciales. Ha habido siempre espacios alternativos en Lima, de breve recorrido (La Culpable, Bisagra, El Garaje, Garúa...) y alguna galería joven asoma la cabeza, como Crisis, que participa en la sección Opening. También vienen en la sección peruana Forum, que es la decana (abierta desde 1972), Ginsberg, Del Paseo -de origen uruguayo, con sede casi nueva en Lima-, Impakto, que tiene como socio al coleccionista Jack Cohen -otra rareza del mercado peruano- y Wu, que planea compaginar arte y diseño.

A las 16 propuestas del programa paralelo oficial, coordinado por Fietta Jarque, se ha sumado un buen número de "espontáneos" que han buscado espacios a veces inusuales para mostrar su trabajo. Las exposiciones mayores son las promovidas por el MALI: a las ya citadas se une la única muestra arqueológica en el programa, Nasca, que se verá en la Fundación Telefónica y de la que les hablaré pronto. La etapa virreinal la conoceremos someramente a través de dos documentos de gran relevancia: el manuscrito del cronista indígena Huamán Poma de Ayala en el Museo de América y el cuadro anónimo Matrimonio de don Martín de Loyola con doña Beatriz Ñusta (del Museo Pedro de Osma) en el Museo del Prado. Y, tomando impulso en Amauta, antes mencionada (Museo Reina Sofía), damos el salto a la actualidad.

Juan Enrique Bedoya: Sin título, 1997 (Forum)

Video-Translaciones es una de las pocas colectivas de arte reciente con un hilo temático o con un desarrollo histórico; en Conde Duque, recordará a través de un conjunto de vídeo-instalaciones la importancia que tuvo desde fines de los setenta el arte audiovisual en la renovación estética peruana, con un sesgo bastante experimental. La fotografía, medio también pionero en el camino a la modernidad artística del país, viene representado por la colección de Jan Mulder, en la que se han elegido algunas de sus obras paisajísticas (en sentido amplio y también urbano).

En la Academia de San Fernando se escenificará ese diálogo imposible en los museos peruanos entre el arte actual y la tradición pictórica europea, mediante la inserción de obras latinoamericanas de la colección Hochschild en las salas de la colección permanente. Más obras de coleccionistas (Fontanals Cisneros, Verme, Rebasa, Andrade y Marsano) en El Instante Fundación y, por lo demás, individuales de artistas conocidos, mejor o peor, aquí: Gilda Mantilla y Raimond Chaves (CentroCentro), Maya Watanabe (La Casa Encendida), Armando Andrade Tudela (Centro de Arte Dos de Mayo) y una intervención de Jaime Miranda Bambarén (Conde Duque).

Pero hay un "programa off" que no pueden dejar de lado en caso de querer completar la panorámica. Si bien hay en él muestras de poca enjundia es posible recomendar algunas en las que, una vez más, los propios artistas se han buscado las castañas, y en colaboración. Son la ya reseñada en estas páginas Lengua bárbara, en la galería Casado Santapau, el proyecto Hablar piedras (arte sonoro como eje) en Espositivo, Soy la casa que ladra en un espacio particular de Usera, con apoyo de Residencia de al Lado (iniciativa del coleccionista Alberto Rebaza), Todo tambor hallado, fue quemado en Casa Banchel, especialmente interesante por propiciar el contacto de creadores peruanos y españoles, y Una noche inolvidable en Espacio Enhorabuena, que los artistas Juan Diego Tobalina y Katherine Fiedler inauguran en Madrid, con sus amigos, para la ocasión.

@ElenaVozmediano