Image: La puerta de Dorothea Tanning siempre está abierta

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Arte

La puerta de Dorothea Tanning siempre está abierta

La primera retrospectiva de la artista surrealista reúne en el Museo Reina Sofía 150 obras bajo el título Detrás de la puerta, invisible, otra puerta

3 octubre, 2018 02:00

Habitación 202. Hôtel du Pavot, 1970-73

En 1936 Dorothea Tanning acudió a ver Fantastic Art Dada Surrealism, una exposición organizada por Alfred Barr en el MoMA de Nueva York. Lo que vio allí cambió su vida, descubrió la "ilimitada extensión de posibilidad del surrealismo" y comenzó a explorar dentro de su propia imaginación. La curiosidad le llevó a París en 1939, ciudad en la que pensaba encontrarse con los pintores más destacados de esta vanguardia. Sin embargo, el estallido de la guerra hizo que muchos de ellos huyeran, casualmente, a Estados Unidos. Tanning no tardó en volver a Nueva York, donde empezó a trabajar como ilustradora para marcas como Macy's. Hasta 1943, sin embargo, no comenzó su andadura como surrealista. De toda su producción, una selección de 150 obras, procedentes del colecciones privadas y de instituciones como el Centro Pompidou de París, la Tate Modern de Londres o el Museo de Arte de Filadelfia, trazan en el Museo Reina Sofía un recorrido por toda su trayectoria. Dorothea Tanning. Detrás de la puerta, invisible, otra puerta, en la pinacoteca hasta el 7 de enero, se convierte en la primera retrospectiva dedicada a la artista.

"Tanning, a pesar no haber sido lo suficientemente reconocida, fue una figura importante para entender la historia moderna y bizarra porque refleja a una artista fuera de los cánones", apunta Manuel Borja-Villel, director de la pinacoteca. Sin embargo, y a pesar de haber trabajado durante más de 70 años, ser mujer la mantuvo "a la sombra de artistas como Max Ernst". Fue él, de hecho, quien la descubrió en 1942 cuando estaba preparando la exposición 31 Women de Peggy Guggenheim, su entonces pareja sentimental. Aconsejado por el marchante Julien Levy fue a visitarla en su taller, donde vio una obra aún sin titular que consideró que tenía que estar en la muestra. Decidió bautizarla como Cumpleaños, una metáfora de "su nacimiento como artista surrealista", comenta Alyce Mahon, comisaria de la muestra.

Los filósofos, 1952

En este sentido, Tanning fue una figura central de la vanguardia internacional que "abrió las puertas a una generación de mujeres modernas que se negaba a formar parte de lo que se esperaba de ellas y quería crear su propio lenguaje". Escapó a las convenciones en una época en la que a las mujeres se les veía "más como musas que como artistas" y "criticó la familia patriarcal y la cuestionó a través de algunas obras de los años 50", sostiene Mahon. Y es que para Tanning el arte no debería tener etiquetas y así lo expresó: "Mujeres artistas: no existe tal cosa -o persona. Es una contradicción en sus términos, al igual que 'hombre artista' o 'elefante artista'. Puedes ser una mujer y puedes ser una artista; pero lo primero te viene dado y lo otro lo eres tú".

Por eso, esta muestra, en palabras de su comisaria, tiene dos aspectos emocionantes. Por un lado, "cuando pensamos en el surrealismo pensamos en un movimiento de hombres pero este atrajo a artistas de todo el mundo y, en este sentido, Dorothea Tanning es un retrato del propio surrealismo". De hecho, cuando conoció a Max Ernst, con quien se casó en 1946 después de que este acabara con Peggy Guggenheim, no hablaban el mismo idioma pero compartían el lenguaje del arte. El otro aspecto tiene que ver con la ruptura entre el espacio público y el privado. Tanning "lleva lo doméstico a otro nivel como en esa obra en la que retrata una mesa presidida por el padre e inyecta violencia en la familia. Lo hace para mostrar que hay una alternativa".

Cumpleaños, 1942 y, a la derecha, Maternidad, 1946-47

En este mismo terreno se encuentran las esculturas blandas en las que también fue pionera. Todas ellas están confeccionadas con la máquina de coser de su madre y convierte "la habilidad que se supone que tiene la mujer en surrealismo". Cuerpos entrelazados, pelo y piel son las cualidades que aporta a unas obras carnales y eróticas. Y es que Tanning es "la expansión del surrealismo", dice Mahon, "explicó la psique erótica y la psicología infantil a través de unas obras en las que la niña es el símbolo de lo que después será, de la creatividad y la inocencia que luego se pierde".

Pero Tanning no solo fue pintora y escultora, sino que hizo instalaciones como esa Habitación 202, una puesta en escena surrealista en tres dimensiones en la que "lo banal se convierte en pesadilla y extraño". También escribió poemas. "Soy la más vieja de las poetas emergentes", llegó a decir. Y es que su primer poemario fue publicado a sus 94 años. Fue longeva, vivió hasta que en 2012 murió a los 101. Y retrató puertas, muchas puertas. Una puerta que lleva a otra. Y a otra. Y a otra. Un infinito que invita a "mirar más allá", a un espacio en el que converge lo cotidiano y lo extraordinario. Ante esa puerta abierta nadie mejor que ella para aclararlo: "Tú eres simplemente el visitante, magníficamente invitado. Entra". ¿Qué habrá?

@scamarzana