Image: Marc Pataut, la voz de los vulnerables

Image: Marc Pataut, la voz de los vulnerables

Arte

Marc Pataut, la voz de los vulnerables

El Museo Reina Sofía acoge Marc Pataut. Primeras tentativas, una muestra de 300 instantáneas que retratan la precariedad de algunos colectivos sociales entre 1981 y 2001

25 abril, 2018 02:00

Noël Perros delante de su casa de la serie Le Cornillon, 1994

Para Marc Pataut su primer público no es el que se aproxima a una galería o museo a ver su obra expuesta. No. Para el fotógrafo francés el primer espectador es el propio retratado de sus instantáneas. Durante décadas ha dado voz a los más desfavorecidos sin caer en el paternalismo y sin alienar su sufrimiento. En ocasiones, de hecho, ha repartido cámaras desechables a los grupos en peligro de exclusión para que ellos mismos retraten su realidad. Algunas de estas series de Marc Pataut llegan, dentro del marco de PHotoEspaña, al Museo Reina Sofía en la primera muestra individual que se le dedica al artista en España.

Son 300 instantáneas las que advierten de cómo Pataut desaparece para convertirse en un mediador que se introduce y forma parte de los colectivos a los que retrata. "Se ha insistido mucho, demasiado quizá, en el carácter social de su obra pero no tanto en su papel de mediador", comenta Manuel Borja-Villel, director de la pinacoteca. "Que un museo exponga cuestiones sociales es normal, quizá lo interesante es pensar en el público. ¿Es el museo un lugar en el que se consumen obras de arte o es un lugar de formación?", se plantea el artista.

Manifestaciones Apes / Ne pas plier, 1996-1998

Y en ese sentido su obra tiene mucho que decir. Pataut estudió Bellas Artes y con las herramientas que estas le ofrecían quiso innovar la manera de fotografiar y entendió que el ojo, como promulgaba Cartier-Bresson, es esencial a la disciplina pero también lo es el cuerpo y su posición. Lo descubrió cuando comenzó a trabajar en Hôpital da jour (Hospital de día), una serie en la que abre las puertas de un hospital de salud mental de Aubervilliers. En tres periodos de tres meses de duración entre 1981 y 1982 mostró su empeño "en denunciar la situación de internamiento de niños enfermos en esta institución".

Sin embargo, pronto comprendió que "denunciar no era el modo de actuar sino intentar comprender a los otros y entender que no eran parias de la sociedad. Lo importante es cómo ellos, como grupo, podían participar en mi trabajo, cómo podíamos crear una herramienta de combate", explica Pataut. Esa fue la razón que llevó al fotógrafo a regalar una cámara de fotos a cada niño para que fueran ellos mismos quienes contasen su cotidianeidad. Cuando reveló aquellas imágenes vio que uno de los chavales se retrataba casi pegándose el objetivo a la cara. Fue entonces cuando comprendió que el cuerpo también tiene mucho que decir. "Intenté que este trabajo pudiera movilizar sus vidas", confiesa.

Imagen de la exposición

Una selección de esta serie es la que abre la exposición del Reina Sofía y, aunque es anterior al grueso de la muestra, "anticipa lo que vendrá después", anota Jorge Ribalta, comisario de la misma. Lo que viene después es la denuncia de las clases trabajadoras, el paro en Francia "que los sindicatos no supieron entender", las manifestaciones que sacaron al país a la calle y que Pataut inmortalizó de manera innovadora. El proyecto del hospital de día despertó en él la vocación de servicio público y de crítica institucional que le llevó a fundar, junto a Gerard Paris-Clavel (que pertenecía al grupo Grapus) y otros, Ne Pas Plier en 1990, un colectivo de artistas, diseñadores y sociólogos que se involucraron en las movilizaciones sociales.

Con el firme compromiso de contribuir a la transformación social combinaron la iconografía de protesta y la crítica a los medios de comunicación con grandes carteles reivindicativos. "Mis trabajos provienen de la cólera pero esta solo tiene que servir como punto de partida para conseguir algo", interviene el artista. Para una de aquellas manifestaciones crearon unos carteles con dos cabezas; en una se lee 'paro', en la otra 'urgencia'. Repartieron 200 para salir a la calle pero se dieron cuenta de algo que Pataut explica así: "si como artistas nos limitamos a hacer una imagen, esta no sirve para nada. Teníamos que movilizarnos para que cobrase vida porque lo importante no es la imagen sino cómo se utiliza".

Imagen de Du paysaje a la parole

"En los años 90 acaba la socialdemocracia en Europa, surgen los movimientos antiglobalización, hay un cambio de paradigma y aparece el precariado. Pataut traduce esa descomposición del bienestar, documenta el malestar de la ciudadanía y muestra a las figuras en peligro de exclusión como los psicóticos o los sin techo", arguye Ribalta. En la comunidad de Le Cornillon, un solar de un antiguo polígono industrial en Saint-Denis, se introdujo el fotógrafo en 1994, año en el que la zona fue escogida para construir un gran estadio para el Mundial de Fútbol de 1998. Pataut formó parte de ellos retratando su día a día, creando un álbum familiar y capturando su manera de vivir. Allí observó cómo ellos, "al contrario que los sin techo que viven en el metro y se abandonan, encuentran la manera de vivir juntos".

No obstante, "hay una grieta y cuando hay una separación o alguien se va de la comunidad nadie se acuerda de él, no se permiten las emociones". Pero Pataut mantuvo el contacto con algunas personas como una niña que entonces tenía cuatro años y que ahora está en la universidad. "Hablé hace poco con ella y me dijo que la única manera de recorrer su infancia es a través de estas fotografías", comenta. "Es algo bonito porque transmite lo que quería hacer con este trabajo, un retrato de familia que ha ayudado a la niña a construir este fragmento de su pasado".

Vista de la exposición con la imagen del proyecto Laotil

En este punto, Pataut recuerda que existen dos maneras trabajar: de forma autónoma o por encargo. En Le Cornillon se embarcó él aunque le puso en peligro económico. Por eso, hace un llamamiento a las instituciones que encargan proyectos que hacen posible el sustento de los fotógrafos. Esto se une en la misma sala con el trabajo que le llevó en 1996 a la localidad minera de Pas de Calais en pleno desmantelamiento de la industria del carbón, oficio que promulgó el progreso de las clases trabajadoras de la posguerra. ¿Cuál era su futuro entonces? Sobre esa pregunta se erigen las series La table de chez Marck Ligocki y Dy Paysage à la parole.

Tan solo dos años más tarde, en 1998, colaboró con Sandra Álvarez de Toledo en un proyecto titulado Laotil. El texto de ella y las fotografías de él forman parte de un testimonio, de un paseo que recuerda y busca la memoria de los enfermos que vivían en el psiquiátrico de Ville-Evrard en Neully-sur-Marne. El barrido por el hospital, destinado a los indigentes, recorre el huerto y sus zonas de cultivo que, curiosamente, se vieron abandonados con el estallido de la Segunda Guerra Mundial causando, paradójicamente, la muerte de muchos de ellos.

@scamarzana