Pedro Neves Marques: Learning to live with the enemy, 2017 (Galería Umberto di Marino)

Sin el país invitado de ediciones anteriores, ARCO ha dejado paso a un programa comisariado por Chus Martínez, Elise Lammer y Rosa Lleó en el que invitan a las galerías a imaginar "no lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer". Bajo este lema han reunido a 19 espacios. Parece que a la feria, que lleva unos años intentado redefinirse, le motiva esta idea del porvenir. ¿Es realmente novedoso este giro en la feria?

El lema es, tal y como se pretendía, optimista, inspirador: El futuro no es lo que va a pasar sino lo que vamos a hacer. Es, dicen, una frase de Jorge Luis Borges, pero solo localizable en los repertorios de citas, en los libros de autoayuda y en los manuales de gestión empresarial. Parece que a la feria ARCO, que lleva unos años intentado redefinirse, le motiva esta idea del porvenir: recuerden que en 2016, cuando celebró su 35 aniversario, la sección principal, comisariada y con formato de "dúos", se tituló Imaginando otros futuros. ¿Es realmente novedoso este giro en la feria? Sí y no. Se abandona definitivamente el modelo de "país invitado" mantenido desde 1994 durante 23 ediciones, y se prueba otro que avanza un paso más hacia el bienalismo ferial. Pero no es la primera vez que ARCO tiene una sección temática. En 2000, los Project Room tuvieron un argumento, Otros mundos, con áreas y lenguajes considerados hasta entonces periféricos y aludiendo "a los artistas como hacedores de cosmogonías"; fueron cinco comisarios -es habitual esta inflación curatorial en ARCO- para armar 30 stands. En 2001, también hubo tema en los 32 Solo Projects: Algunas islas, con significado geográfico (artistas isleños) y metafórico (el artista como isla, que forma, con otros, archipiélagos creativos). Y, más recientemente, en 2015, la misma sección quiso identificar una serie de áreas temáticas clave en lo latinoamericano, El legado de las vanguardias, Repensando el formalismo y Performatividad de género y prácticas de investigación, exploradas en 24 stands.



Una sección de peso pluma

Si comparamos las dimensiones de esos precedentes con El futuro…, con 19 galerías participantes, concluiremos que quizá no haya que exagerar su peso relativo en la feria, que tendrá este año 208 stands. Sin embargo, la "exposición" -así la definen las comisarias, Chus Martínez, Rosa Lleó y Elise Lammer- contará con un diseño espacial inédito, sin divisiones, concebido por Andrés Jaque, y con una publicación independiente. Su sentido programático será apuntalado mediante un seminario que se celebrará el viernes 23 y un conjunto de exposiciones paralelas en Madrid, entre las que destacan las de John Akomfrah en el Museo Thyssen, Teresa Solar Abboud en Matadero y Pedro Neves Marques en el CA2M. En cierto modo, con El futuro… ARCO retoma y reforma los Solo Projects, desaparecidos en 2017, ya no restringidos al arte latinoamericano, como fue costumbre, sino con un anchuroso criterio temático y un montaje común: todas las galerías, salvo una, traen a un solo artista, algo que, por otra parte casa con la evolución de ARCO hacia las presentaciones individuales de artistas y a los diálogos, que eligieron un 40% de las galerías el año pasado.



Hace décadas que las ferias tienen secciones comisariadas, con dos tipologías básicas: los "proyectos" (exposiciones individuales, instalaciones o esculturas, dentro y fuera de los stands, tipo Untitled en Art Basel o Frieze Projects,) y lo "emergente" (jóvenes artistas o galerías, un programa casi obligado en ferias grandes y pequeñas). La visita a una feria sin secciones es insoportable. Incluso el coleccionista, más motivado que el paseante, necesita variedad y alicientes en el laberinto de pasillos y, en la feroz competencia internacional, las ferias se ven forzadas a distinguirse, algo que el comisario invitado le ayuda a conseguir. Además, la existencia de secciones, que tienen por lo general particulares condiciones de admisión (por invitación o convocatoria) y costes algo más asequibles, favorece la incorporación de nuevas galerías a las ferias y la participación de artistas poco amigos de los stands-mercadillo.



Algunas ferias se han atrevido a entregarse a los comisarios al 100%. Son por lo general pequeñas, satélites de otras más grandes. La primera, si no me equivoco, fue Volta New York, a partir de 2008, con stands siempre individuales y temas como The Eye of the Beholder (2008), Age of Anxiety (2009) o No Guts, No Glory (2010). Y a pesar de las fricciones con los galeristas, que no siempre han visto claro el éxito comercial de este formado, ha aguantado el tirón hasta hoy; en 2017, Wendy Vogel fue la comisaria, con el lema Your Body Is A Battleground. Poppositions (Bruselas), Independent (Nueva York), Sunday y Sluice (Londres) o The Manchester Contemporary también son ferias comisariadas íntegramente, con o sin temas.



Regina Giménez: Mapa comparativo, 2018 (detalle) (Ana Mas Projects)

Lo intelectual vende

Las ferias más grandes, en las que el modelo no es aplicable, están optando por intentar seducirnos con un ámbito "expositivo" que dé un barniz intelectual al puro mercado de la sección oficial. Hasta la "gran dama", TEFAF (Maastricht), se ha sumado a la moda: empezó en 2015 con Night Fishing, una pequeña muestra de solo ocho clásicos contemporáneos (Cristina Iglesias entre ellos) comisariada por Sydney Picasso, y en su última edición siguió la historia de un motivo, la figura reclinada, en La Grande Horizontale, comisariada por la directora del Museo Calouste Gulbenkian de Lisboa, Penelope Curtis. Las ferias de arte actual suelen preferir argumentos más a la orden del día. Así, Frieze presentó en 2017 una sección comisariada por Alison Gringeras dedicada al arte feminista de las últimas décadas: Sex Work: Feminist Art & Radical Politics. Zona MACO, que desarrolla desde hace algunos años esta tipología, dio incluso formato expositivo (montaje sin stands) a su última colectiva ferial, Sample, Tropezando con montañas, sobre la noción de territorio a la luz de la actualidad política, con comisariado de Humberto Moro. Recordemos que la extinta Summa Art Fair, en Madrid, tuvo ya en su primera edición en 2013 dos programas por invitación: de Agustín Pérez Rubio en Transversal (reivindicación de 15 mujeres artistas de más de 65 años) y de Alexia Tala en Transversal Emergente (temático, con "prácticas orientadas al lugar"). En su última edición, la de 2015, Jota Castro quiso enseñarnos Cómo coleccionar arte político. Y, antes de convertirse en festival, la feria barcelonesa de videoarte, Loop, creó en 2012 una sección comisariada: aquel año Paula Alzugaray abordó las relaciones entre afectividad/violencia/sexo/criminalidad en el territorio.



Patricia Domínguez: The isle of dogs, a curse in reverse, 2017 (Galería Patricia Ready)

Por tanto, ARCO, siempre atenta a las tendencias feriales, no hace con El futuro… otra cosa que adaptarse a ellas para consolidar su atractivo. ¿Triunfará? Yo espero que las comisarias y/o las galerías hagan el esfuerzo de explicarnos, pues no siempre es evidente, cómo responde cada uno de los artistas elegidos -con mayoría femenina- a ese concepto tan abierto y que se propone fundamentalmente como una invitación a la confianza, al esfuerzo común en el apoyo a la cultura, garante de libertad, al compromiso con la comunidad artística -galerías incluidas-, englobando "temas complejos que afectan nuestro modo de relacionarnos con el género, la naturaleza, la tecnología y la posibilidad de alcanzar un vocabulario político distinto y más rico que el de nuestro presente". Un poco a lo Donna Haraway. Algunos de los artistas (como Petrit Halilaj y Álvaro Urbano), establecen relaciones muy físicas e incluso performativas con el territorio natural y la historia de su humanización; se refieren a la explotación de los recursos en contraste con los usos ancestrales y somáticos de los mismos (Patricia Domínguez) y se preocupan por el impacto de la moderna agricultura extensiva y transgénica (Pedro Neves Marques). Otros dan vueltas a problemáticas relacionadas con la producción, el consumo y la alimentación (Maryam Jafri), abriendo incluso la posibilidad de digerir arte (Eduardo Navarro). O fantasean sobre el mestizaje de la tecnología y los seres vivos en ciberselvas (Adriana Minoliti) y ciborgs (Lili Reynaud-Dewar). La "nueva carne" y los ejercicios holísticos se derraman a las cosas y al espacio (Teresa Solar Abboud, Eva Fábregas, Opivivará!) y se propone un hermanamiento entre las especies (Lin May Saeed). En el terreno meta-artístico, las comisarias rememoran con complicidad los "futuros anteriores", las imaginaciones sobre la creación venidera, con artistas futuristas (Salvador Dalí, Julius Koller) o retrofuturistas (Barbara Kasten, Regina Giménez), y por otra parte nos acercan a la idea de ecosistema artístico (Ramaya Tegegne, Goran Trbuljak).



Cierro con otra cita, menos jovial: "Esta es la primera época que ha prestado gran atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno" (Arthur C. Clarke).



@ElenaVozmediano