Teresa Solar Abboud

Teresa Solar Abboud (Madrid, 1985) vuelve a confirmar estos días el buen momento artístico que vive desde hace ya algunos años. Participa desde este domingo en la novena edición de KölnSkulptur, un proyecto de escultura en el SkülpturenPark de Colonia de la mano de la comisaria Chus Martínez, que ha titulado la exposición La fin du Babylon, con un subtítulo en alemán, Mich wundert, dass ich so fröhlich bin!, que podríamos traducir como "Me sorprende estar tan feliz". Persevera la comisaria en la necesidad de apostar por la imaginación como instrumento para desbrozar la maleza del mundo en que vivimos, y lo hace aquí mediante las intervenciones específicas de ocho artistas, cinco mujeres y tres hombres, entre los que se encuentran figuras ya destacadas como los jóvenes Claudia Comte (Suiza, 1973) y Eduardo Navarro (Argentina, 1979) o la ya veterana Andrea Büttner (Alemania, 1972).



La obra de Teresa Solar se ha ganado el aplauso que le viene acompañando desde un trabajo en el que combina con acierto la asunción de los lenguajes contemporáneos con la singularidad de sus inquietudes personales y artísticas. Su discurso es internacional y propio en igual medida. El proceso de trabajo que ha realizado en Colonia no responde a la mera ilustración de un discurso, sino que se ha tejido a partir de un diálogo orgánico basado en un trueque continuado de experiencias y estímulos narrativos, de ideas y de imágenes. "Chus [Martínez] me propuso como imagen de inicio del proyecto la vuelta al jardín renacentista y en particular a Bomarzo, el parque de los monstruos y de los seres fantásticos. Acudí a una de las piezas icónicas del parque, el gran monstruo de Bomarzo, esa deidad marina de ojos desorbitados y boca gigante, una boca que vincula la superficie de la tierra con el inframundo", dice Solar.



Pregunta.- ¿Es su primera escultura en espacio público?

Respuesta.- Sí. Lleva por título Pumping Station [estación de bombeo] y propone un canal de comunicación entre lo enterrado, lo que lucha por salir y la propia superficie de la Tierra: una cosa supurante, un animal viscoso, una lengua que está saliendo a la superficie. Quería trabajar esa idea de epidermis sintética, o como diría Cronenberg en Videodrome, de trabajar "la nueva carne". La piel de esta obra es brillante como un capó de coche y bulbosa como una lengua vista a través de un microscopio.



P.- Es una pieza muy orgánica, sin duda... Hábleme del material en su trabajo. Parece que se ha situado decididamente en el centro de sus inquietudes.

R.- Mi trabajo escultórico ha tenido mucho que ver con una reflexión en torno al barro, que ha sido mi material principal de trabajo. Lo que me atrajo desde el principio del barro es el paralelismo entre los diferentes estadios de esta materia y su relación con las esferas del lenguaje y el pensamiento; de hecho a menudo se compara la plasticidad del barro con la cualidad plástica de nuestro propio cerebro.



P.- La relación del material con su propio cuerpo es intensa, a veces incluso violenta...

R.- Los primeros trabajos que realicé en cerámica se dirigían a una reflexión en torno al lenguaje. En estas piezas, en las que grababa lenguaje de signos sobre pellas de barro que giraban sobre un torno de alfarero, me interesaba cómo el signo, el lenguaje que yo marcaba con mis manos, se deformaba en contacto con el material y me obligaba a adoptar una posición de resistencia frente a él. En los trabajos que he realizado a lo largo de este año me he centrado más en esta reflexión sobre el cuerpo, más al margen del lenguaje, prestando atención a estas posiciones de fuerza y resistencia y a la voluntad de control sobre el barro; esto resulta en piezas sobre las que se ejerce una disciplina que tiene que ver con su propio equilibro pero que son informes y que obedecen a las dinámicas propias del material, no las mías.



Pumping Station, 2017

P.- Estuve con un artista que decía que la pintura le pintaba a él...

R.- El proceso con el barro es parecido, me interesa el equilibrio de fuerzas que se genera entre ambos elementos, y el modo en el que no sólo la materia se ve afectada por el sujeto, adquiriendo una forma específica, sino cómo también la musculatura de mi propio cuerpo obedece a las necesidades de control del material.



P.- ¿Cuánto hay de performativo en el proceso de trabajo? ¿Cuál es su relación con la performance, tan en auge hoy?

R.- Entiendo que el auge de la performance tiene que ver, igual que el pensamiento sobre lo táctil, con una respuesta a una sociedad volcada en la imagen y en la repetición de la misma. Si bien mis piezas no tienen formas prefijadas y el modo de exponerlas replica su proceso de producción, no estoy interesada en mostrarme realizándolas. Al hacer las piezas de barro me siento cercana a lo performativo en el sentido más básico del término: algo único que ocurre aquí y ahora; pero sigo sin compartir su canal de exposición.



P.- Veo una foto en su web de unos ojos pintados en unos dedos que me recuerda a algo que dijo en estas páginas Elena Vozmediano, al hilo de Todas las cosas que no están, la película sobre Edgerton que mostró en Matadero, en referencia a la forma en que reconoce el mundo, "como una buceadora que palpa los muros de la piscina". ¿Hay alguna relación?

R.- Efectivamente hay una relación con la imagen de la buceadora que recogía Elena. Creo que este interés por lo táctil empezó con ese trabajo, en el que exploraba la figura del fotógrafo Edgerton, el inventor del flash moderno, a través de una narración que insistía más en las fronteras que nos imponía su trabajo, en las sombras generadas por el propio destello del flash; en esas zonas de sombra es quizás también donde surgen las sustancias que tocamos o que nos tocan; de hecho, empecé a pensar en el trabajo con el barro, con el lodo, justo en contraposición a la "cristalinidad" de las imágenes de Edgerton.



P.- Muchos artistas pretenden trascender la tiranía de lo visual e incorporar nuevas formas de percepción, tal vez, como decíamos, a través de lo táctil. ¿Se sitúa, de alguna manera, cerca de esta línea?

R.- Fue, precisamente, a través de estos pensamientos y viniendo de trabajos más vinculados al audiovisual, cuando tuve la necesidad de comenzar a trabajar con materias físicas, que me diesen una dimensión de peso, de ductilidad, de resistencia y control. Creo que en este sentido la pieza de Colonia va un paso más allá, justamente permitiendo a los visitantes disfrutar de esta cualidad táctil de la escultura, la pieza ha sido realizada para que los visitantes se puedan acercar y experimentar el volumen y la rugosidad del material.



P.- Decía que esta experiencia de Colonia no ha sido la típica ilustración por parte de un artista del libretto curatorial.

R.- No siento que me inserte en un discurso, sino que la pieza y el discurso han crecido de manera simultánea; y creo que esto ha sido una virtud en el trabajo con la comisaria, Chus Martínez, poco habitual en la relación entre artista y comisario; no ha sido un proceso unidireccional sino fluctuante. Dentro de este marco me siento identificada con su invitación a la ficción y a la fantasía, y también con su reflexión acerca de la querencia de animar y tornar natural lo que no es humano.



@Javier_Hontoria