Image: Los museos en la Universidad, a examen

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Arte

Los museos en la Universidad, a examen

8 enero, 2016 01:00

Imagen del interior de la Universidad de Harvard

Se cree (nadie los cuenta) que en Europa existen 20.000 colecciones y museos universitarios, la inmensa mayoría de ellos desconocidos para el público y en buena medida para la propia comunidad educativa. Abarcan todas las áreas de saber imaginables, muchas de las cuales no están cubiertas por museos fuera del entorno docente. Pero en esta breve panorámica nos limitaremos a los museos de arte.

¿Sabían que la primera colección que se abrió al público, en 1683, fue un museo universitario? El Ashmolean Museum fue construido para albergar el gabinete de curiosidades que Elias Ashmole había donado a la Universidad de Oxford. Desde entonces, este tipo de museo ha tenido en el ámbito anglosajón una importancia capital en la investigación y en la difusión del conocimiento, y en el enriquecimiento artístico general.

En los últimos tiempos se han producido hechos que dan idea de la importancia de los museos universitarios de arte en algunos países: la fundación del Eli and Edythe Broad Art Museum en la Universidad Estatal de Michigan, fruto de una multimillonaria donación; la impresionante remodelación de los museos de Harvard o de la Whithworth Art Gallery de la Universidad de Manchester, el fichaje por parte del Princeton University Art Museum de John Elderfield, prestigioso conservador del MoMA; la muy reciente donación de una ¡tercera! obra de Rembrandt a la Queen's University de Canadá; o la difusión de la cifra que las universidades inglesas han invertido en adquisición de obras de arte en los últimos cinco años: 20 millones de libras. Algunas de éstas, como La extremaunción de Poussin (Fitzwilliam Museum) y el Retrato de Mademoiselle Claus de Manet (Ashmolean), se compraron gracias a campañas de mecenazgo, lo que demuestra su extensa implantación social. El University Museums Group ha calculado que aunque suponen sólo un 4% de los museos británicos, custodian el 30% del patrimonio cultural del país, reciben unos cuatro millones de visitantes al año y organizan cerca de 200 exposiciones.

La colección universitaria es, en primer lugar, una herramienta docente. Las obras de arte han servido a los estudiantes de Bellas Artes, Historia del Arte, Arqueología e Historia para conocer las producciones de las culturas del pasado y para tomar ejemplo de los artistas más influyentes del presente. También han contribuido a la dignificación y el enriquecimiento de los campus, y han propiciado la conexión con la sociedad extrauniversitaria. Los museos, que refuerzan la identidad institucional, dan visibilidad a las universidades en la rivalidad para atraer más estudiantes (e ingresos).

Ni siquiera en Estados Unidos, su paraíso, tienen el futuro garantizado, como revelan las ventas de algunas obras importantes o incluso el intento de deshacerse de colecciones enteras (Rose Art Museum en Brandeis University). Pero cuentan con grandes bazas: edificios propios, generosas donaciones, conservadores profesionales, prestigio internacional, programas de exposiciones y actividades que evitan los caminos trillados... No todas esas colecciones pueden competir con los mejores museos, pero muchas de ellas sí se sitúan en ese primer nivel.

En 2015 se inauguró en España el Museo de la Universidad de Navarra, todo un hito por su excepcionalidad. Es un museo muy a la estadounidense, en el sentido de que depende de una institución privada y de que su patrimonio procede del legado de un artista (Ortiz Echagüe) y la donación de una mecenas (Mª Josefa Huarte). Pero ¿qué sabemos de los otros museos universitarios o colecciones de arte en España? Bien poco.

Interior del Museo Universidad de Navarra

Más ciencia que arte

En Europa, la mayoría de colecciones y museos universitarios tienen contenidos científicos. También aquí. Abundan los museos de medicina, farmacia, geología, botánica... Algo hay también de arqueología y de antropología. Pero el arte escasea. Es fácil deducir que las universidades han podido afrontar la adquisición de materiales científicos incluso si no disponían de muchos medios pero formar una colección artística seria ha quedado fuera de sus posibilidades. Sin tradición filantrópica no hay museo universitario de arte digno de tal nombre. Hay que tener en cuenta que la fundación de las facultades de Bellas Artes en España es muy tardía (1978); antes, se estudiaba en las escuelas de artes y oficios o en las escuelas superiores y en las academias de bellas artes, muchas de las cuales sí poseen colecciones, sobresaliendo la de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.

Ninguna universidad española tuvo nunca la ambición de formar una colección artística enciclopédica, al estilo de las estadounidenses. Nuestras colecciones universitarias obedecen a dos modelos: el primero es el de las universidades más antiguas, como Salamanca, Granada o Sevilla, que han ido acumulando a lo largo de los siglos piezas más o menos importantes relacionadas con su patrimonio arquitectónico-ornamental y su actividad institucional, y que han intentado actualizarse en las últimas décadas. El segundo es el de las universidades más jóvenes, en general con estudios de Bellas Artes o Historia del Arte, que han querido dotarse, con pocos medios, de una pequeña colección que refleje y complemente su actividad docente en esos ámbitos académicos. Hoy, todas tienen presupuestos muy reducidos y crecen muy lentamente a través de adquisiciones vinculadas a premios, o de modestas donaciones de profesores y alumnos.

El museo universitario presenta características particulares y así lo reconoció el ICOM al crear en 2001 el UMAC (Comité Internacional para los Museos y las Colecciones Universitarios). Y problemas comunes que son básicamente la carencia de instalaciones adecuadas, de personal cualificado (en conservación, restauración, educación), de estabilidad en el contexto de las políticas de los equipos rectorales y, sobre todo, de financiación. Algunos no están abiertos al público y otros tienen horarios restringidos. Hay colecciones que ni siquiera están bien catalogadas. Su presencia online es a menudo raquítica (pero mencionemos la integración de la colección de la Universidad Pública de Navarra en Google Art Project).

Cuando en 2009 el Ministerio de Educación puso en marcha el programa Campus de Excelencia Internacional pareció que las cosas podrían dar un vuelco. Una de las líneas de actuación subvencionables ya en la primera convocatoria (hubo tres, hasta 2011) era la "promoción de museos universitarios y mejoras del patrimonio científico instrumental en colaboración con el Ministerio de Cultura". He pedido datos al ministerio pero no me han contestado. Sé que al menos dos universidades, la de Cádiz y la Pompeu Fabra, incluyeron en sus proyectos para CEI la creación de sendos museos de arte. Pero creo que ninguno salió adelante. Ahora, con la asfixia económica de las universidades, es impensable plantearse una transformación general de calado.

Necesitaríamos un profundo cambio social y legislativo para canalizar financiación y colecciones particulares hacia las universidades, las cuales deberían antes modificar su estrategia respecto a los museos. Si no hay proyecto artístico estable y ambicioso no pueden esperarse actuaciones filantrópicas.

Intervención estatal

Interior del museo de la Universidad de Yale

La calamitosa situación requeriría una intervención estatal. En Reino Unido, el gobierno dio a unos 400 museos universitarios cinco años (1998 a 2002) para que demostrasen, con su ayuda financiera, que eran capaces de reformarse para conservar correctamente su patrimonio y garantizar la accesibilidad social al mismo. Los que superaron el examen reciben hoy financiación estatal a través del Higher Education Funding Council for England, que en 2014-2015 repartió 10 millones de libras entre 31 museos universitarios. Correspondería a los rectores españoles demandar para sus museos el apoyo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y no parece que el asunto sea ahora prioritario.

Hay pocos museos universitarios de arte en España. Con sede propia y abiertos al público tenemos el MUVA de la Universidad de Valladolid, que tuvo el buen tino de nombrar director a Jesús Urrea, con amplia experiencia en el Museo del Prado y el Museo Nacional de Escultura; el MUA de la Universidad de Alicante, que no es solo de arte y que fue desde 1999 hasta el de la Universidad de Navarra el único museo de nueva planta; el MIDECIANT de la Universidad de Castilla-La Mancha en Cuenca, inaugurado en 1990 en el antiguo convento de Carmelitas; y el Museo de la Universidad de Murcia, abierto en 2002 en el Antiguo Cuartel de Artillería Jaime I, con un poco de todo. Nada más, que yo sepa. Pero hay algunas colecciones de arte, sin sede, desperdigadas en despachos, pasillos y dependencias, a las que se podría dar mejor uso.

He menciodo la donación Huarte a la Universidad de Navarra como caso excepcional pero tiene un importante precedente (y de mayor cuantía): la de Jesús Martínez Guerricabeitia, en 1999, a la Universidad de Valencia, con sede propia en la Nau pero sin exposición permanente de la colección. Más voluminoso (2.000 obras) pero más irregular es el Fondo de Arte y Patrimonio de la Universidad Politécnica de Valencia, que cuenta también con un Campus Escultórico al aire libre. La Universidad de Barcelona posee tres colecciones artísticas: de historia del arte (con unas 300 obras de las que 56 son depósito del Museo del Prado), de arte contemporáneo y de obra sobre papel de artistas mujeres. La Universidad de Cantabria creó en 2001 una colección de arte gráfico, hoy con más de 2.000 estampas. La Facultad de Bellas Artes de Cuenca suma al MIDECEANT diversos conjuntos de arte múltiple, como la colección Juana Mordó de obra gráfica donada por Helga de Alvear.

Granada, Salamanca, Sevilla...

Es destacable la colección de arte contemporáneo (400 obras únicas y 3.000 grabados o fotografías) de la Universidad de Granada, enriquecida a partir de 2001 por los premios Alonso Cano, con obras de alumnos de Bellas Artes, donaciones de coleccionistas granadinos y de profesores. También la Universidad del País Vasco adquiere a través de concursos obras de sus alumnos, desde 1993, primero en el campus de Vizcaya y tres años después en el de Álava, sumando unas 400; lo mismo ocurre en la Facultad de Bellas Artes de Málaga, con una "bolsa de compra" anual. En Madrid, la Universidad Autónoma posee un conjunto de Esculturas al Aire Libre y la Complutense una heterogénea y dispersa amalgama de obras históricas y contemporáneas, en la que merece mención la colección de dibujos (más de 2.000) de la Facultad de Bellas Artes.

Cerca de 400 obras constituyen una de las colecciones contemporáneas con mayor peso artístico, la de fotografía de la Universidad de Salamanca. Se fueron reuniendo desde 1992, cuando se apostó por este medio tanto para el enriquecimiento patrimonial como para el programa expositivo, lamentablemente abandonado hace ya años. La Universidad de Sevilla, con importantes obras históricas (en parte recibidas tras la desamortización de Mendizábal), quiso también tener una colección de arte contemporáneo, para la que los profesores de la facultad donaron obras en 1989 con la idea de fundar un museo que no llegó a buen puerto.

En resumen: todo el camino por recorrer en un viaje que, hoy, no puede ser más que soñado.

@ElenaVozmediano