Image: Sharon Hayes

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Arte

Sharon Hayes

"Escuchar es un acto tan político como hablar"

1 junio, 2012 02:00

Sharon Hayes durante la performance In the Near Future, 2005-2008

Encabezaba la lista de los 12 artistas más importantes de la escena internacional que Hans Ulrich Obrist hizo en 2008, para celebrar los 10 años de El Cultural. Aquel año había pasado ya por Documenta 12, la Tate y el New Museum de Nueva York. Desde entonces, lo ha hecho por la Bienal de Venecia, la de Estambul y el Guggenheim, entre muchos otros espacios. Esta semana abre en el Museo Reina Sofía su mayor exposición en Europa, a menos de un mes de inaugurar, también, en el Whitney Museum. El mensaje lo deja claro en el título: Habla. A eso la invitamos.

Es la mayor exposición individual que ha tenido en un museo y la primera vez que vemos su trabajo de manera tan completa en España tras pasar por varias colectivas en 2010: Monumento a la transformación, en el Centro Montehermoso de Vitoria, Públicos y contrapúblicos en el CAAC de Sevilla y Manhattan. Uso mixto, la exposición comisariada por Douglas Crimp y Lynne Cooke en el Reina Sofía coincidiendo con PHE 2010. Fue ése el primer tanteo de la subdirectora del Reina con Sharon Hayes (Baltimore, 1970), quien presenta ahora trece de sus proyectos, la mitad de ellos de 2012.

La artista recorre desde hace días el museo trasladando consignas de un lado a otro, como tantas veces hace por las calles de Nueva York, ciudad en la que vive, en la que se ha formado como artista y donde ha realizado muchas de sus performances desde 1995. En ellas, pronuncia discursos y escenifica marchas de protesta bajo la figura del manifestante; aquél que reivindica sus derechos; el que no teme hacer públicos sus deseos; el que colabora por crear una empatía colectiva; el que pelea por cambiar el rumbo de la historia. El que tiene algo que gritarle al mundo...

A ello invita aquí con un título incisivo, Habla, mientras bromea sobre el silencio que reina en los museos y lo flojito que suele hablarse ahí. Ella elige un tono crítico: "Esta exposición es una invitación a la libertad de palabra a través de preguntas como ¿se puede hablar absolutamente de todo? ¿Cómo y dónde? ¿Cuáles son nuestras limitaciones? Me interesa tratar de entender cuáles son las posibilidades que ofrece el museo y cuáles son las que excluye. Normalmente, pensamos que el museo tiene restricciones y que la calle está libre de ellas, pero no es así. Mi trabajo se basa en encuentros reales que ocurren en la calle, un lugar lleno de limitaciones. Te sientes menos protegido, eres más vulnerable, tu mente se ve bombardeada de estímulos. Pese al fuerte componente histórico, político o cultural, el museo nos permite liberarnos de algunos de esos mecanismos de protección para percibir otras cosas. Propone un espacio ‘de lo imaginado', donde todo puede ser propuesto y explorado. Es lo que más me interesa del museo, ese lado utópico, que lo convierte en un lugar que permite crear todo tipo de posibilidades", dice.

Distancias cortas

Ella lo hace mediante una mirada conceptual cercana al teatro, la danza, el cine, la antropología y el periodismo, para reflexionar sobre la historia, la política y el lenguaje. "Vivimos absorbiendo información constantemente, incluso de manera inconsciente. Como artista todo lo mastico una y otra vez", añade. Con sus obras nos invita a rumiar sobre la diferencia que hay entre lo que decimos, lo que nos dicen y lo que entendemos de ese intercambio. A veces la distancia es mínima, otras abismal. Lo puso en práctica el martes en la performance que inauguraba esta exposición, realizada en colaboración con el artista mexicano Pablo Sigg. Ver a Hayes hablando español sabiendo que no entiende una palabra es "un canal para reflexionar hasta qué punto controlamos el lenguaje y hasta qué punto el lenguaje nos controla a nosotros".

Sharon Hayes ofrece anclajes, frases a las que agarrarnos, aunque no muy firmes, mientras se pregunta cómo cuestionarnos esas identificaciones incluso cuando las abrazamos. Tengo tantas cosas que decirte, titula su próxima exposición en el Whitney; Nada volverá a ser como antes se lee en una de sus pancartas; Por si no te has dado cuenta, por fuera guardo las formas, pero por dentro estoy en guerra escribe en una de sus cartas. Hasta cinco componen una de sus nuevas obras, Inesperadamente, cartas de amor que esconden dobles lecturas de conflictos, también, armados. La artista las ha impreso en hojas de colores que el público puede llevarse a casa. Dice Sharon Hayes que lo que le interesa de la performances es todo lo que ocurre antes y después. Para ellas son "como dos caras de una hoja de papel".

No es la única obra en la exposición que habla de amor. Aunque vaya en el desfile de la libertad no seré libre hasta que te deje de querer nació como una performance realizada durante ocho días de la Navidad de 2007 en la que la artista, megáfono en mano, recorrió el Lower Manhattan lanzándole mensajes a una amante anónima y a la política de Bush. "Como ciudadana americana quería ver si era posible salir a la calle y hablar de la guerra. Llevábamos cinco años en conflicto con Iraq. Tenía en mente un póster de 1967, en el que un hombre sujeta una pancarta que dice: Si todo lo demás ha fallado, ¿no crees que es el tiempo para el amor? Es curioso cómo en la cultura popular se piensa de manera simplista que amor=no guerra. Aquí quería reflexionar sobre cómo la guerra irrumpe en nuestras vidas pero, también, sobre el lenguaje con el que se hablan dos personas que se quieren. Sobre la construcción de la opinión pública. Habla de la diferencia entre hablar y escuchar".

-De eso trata Parole (2010), que, curiosamente significa libertad condicional en inglés.
-Sí, trata sobre cómo nos formamos como oradores y como oyentes; sobre los diferentes modos de entender el acto de escuchar. Pensamos que es algo pasivo, pero es uno de los actos más políticos que hay.

-Y el arte, ¿en qué grado puede no ser político hoy?
-Todo arte es político. La cuestión es definir de qué manera lo es. En el campo de la política la gente busca un mensaje, sobre todo durante la campaña electoral, en la que cada candidato te dice lo que hará por ti si le votas. En el arte no hay promesas ni mensajes únicos.

Mucho de eso esconde uno de sus míticos proyectos, Yard (Sing), que refleja lo vulnerable que es cualquier mensaje. Lo que a Sharon Hayes le mueve a salir a la calle, también a entrar en el museo, son "las urgencias que se nos presentan en cada momento", explica. "Parto de la idea de un ‘pasado cercano' como algo que no se ha cerrado todavía, ya que muchos de los debates que comenzaron entonces siguen vigentes. Por decirlo de algún modo, la herida sigue abierta. Mi obra habla del presente desde el entendimiento de que está lleno de muchas de esas heridas".

Políticas del deseo

Entre líneas de estos fragmentos de discursos amorosos vislumbramos pasajes de De Profundis, de Oscar Wilde, así como eslóganes de desfiles tempranos del movimiento de liberación gay en Nueva York. Ahí reside uno de los principales referentes en las acciones de esta artista, que define como speech acts, actos de comunicación: "Me empezó a interesar ese movimiento cuando me di cuenta de lo similar que es la política y el amor, de cómo el inicio de dichos movimientos, a finales de los 60 y los 70, eran la manifestación política del deseo", dice.

Afirma estar al corriente del movimiento 15M que, de manera indirecta, dice estar implícito en May 1st: "También es una manifestación. Parte de la discusión es sobre protestas pero también refleja dos personas tratando de encontrarse a ellas mismas. El mundo que nos rodea es increíblemente pequeño cuando miramos nuestro universo más íntimo y familiar, pero infinitamente grande cuando pensamos en el torbellino que nos engulle con la actual crisis económica. Mi fuente de estudio es ver cómo cada uno lucha por no perder la libertad individual. Su voz particular".