El Cultural

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Diego Doncel: "La poesía es un cuidado sentimental en los momentos límites de la vida"

A vueltas con la enfermedad y la muerte, el poeta y novelista rinde homenaje en 'La fragilidad', último premio Loewe de Poesía, a su padre, fallecido tras pasar ocho meses en coma

22 marzo, 2021 09:00

¿Qué libro tiene entre manos?

Estoy leyendo todo lo de Benjamín Labatut.

¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

Que convierta la literatura en un arte ridículo.

¿Con qué personaje literario le gustaría tomarse un café mañana?

Con Lázaro de Tormes, por supuesto. Invitaría yo.

¿Recuerda el primer libro que leyó?

Las mil mejores poesías de la lengua castellana de José Bergua. Lo leía y me lo leían.

¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?

Normalmente en papel y si el libro ha pasado por muchas manos, si ese ejemplar tiene una historia detrás, mejor. Siempre por la tarde o por la noche. En Madrid, viendo los peatones de la calle Princesa. En el campo, viendo la sierra de Montánchez. En Portugal, con el Sado delante.

Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Desde hace muchos años, las visitas semanales al Museo del Prado.

¿De qué manera la pandemia marcó o alteró La fragilidad?

El libro ya estaba escrito. Solo hice correcciones durante el confinamiento. Otra cosa fue su lectura en aquellas circunstancias.

¿Cuánto hay en su libro de homenaje a su padre y, a toda una generación diezmada por la Covid?

Tal vez sea un diálogo de identidades: quién soy yo y quién fue mi padre, cuánto de él hay en mí, hasta qué punto su forma de morir me cambió la vida. La generación de mi padre es la más importante del siglo XX: la guerra, el franquismo, la terrible emigración, la democracia y el miserable terrorismo de ETA. Todos ellos se han merecido y se merecen morir en paz.

Su libro nace ante los 8 meses que su padre pasó en coma. ¿Qué puede ofrecer la poesía ante el dolor y la muerte?

Expresar la verdad y convertir todo eso en belleza. De la misma manera que tuve que aprender a cuidarlo, a decirle cosas aunque él no me oyera, la poesía es un cuidado sentimental en los momentos límites de la vida. Un experiencia de espera, como sabemos por toda la literatura del Holocausto.

Cuando todo esto empezó, parecía que de ésta saldríamos mejores: ¿nos hemos equivocado demasiado?

Sí, yo lo he sufrido mucho. Necesitamos hacer autocrítica. Pero desde un espíritu ilustrado: desde la razón y buscando el bien de la gente.

Su vida literaria está marcada por los premios, el Adonais, el café Gijón, ahora el Loewe, ¿qué gana y qué pierde con ellos? ¿algún amigo quizá?

Espero no haber perdido ninguno. Creo que a la poesía un premio le da un momento de visibilidad.

¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?

Crecí al lado del museo de arte conceptual de Wolf Vostell y eso me ha marcado.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Del fotógrafo portugués Jorge Molder.

¿Qué música escucha en casa?

A Max Richter, Ólafur Arnalds…

¿Se ha “enganchado” a alguna serie de televisión?

Me gustan las series, sobre todo las que juegan con el tiempo, con las estructuras narrativas. Todo empezó con Twin Peaks y Lost (Perdidos).

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

A un crítico le pido que me ayude a entusiasmarme por un libro.

¿Le gusta España? Denos sus razones.

Es un país admirable que ha sufrido demasiado. Incluso el invento de su leyenda negra.

Denos una idea para mejorar nuestra situación cultural.

Que desaparezcan todos los títeres políticos, que la gestione gente de la propia cultura fundamentalmente independiente y con un proyecto acordado por todos.