Casanova

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El Cultural

'Casanova, su último amor': El crepúsculo del mito

Benoît Jacquot retrata en su última película un ficticio exilio londinense del mítico seductor con una ambientación impecable

14 febrero, 2020 07:28

Giacomo Casanova (Venecia, 1725-Duchcov, República Checa, 1798) fue una figura esencial del siglo XVIII europeo en calidad de lo que hoy llamaríamos socialité, escritor, diplomático y rey del estilo de su época. Con el tiempo, su mito ha superado a la propia existencia real del hombre y como todo mito, con Casanova se puede hacer lo que uno quiera. Lo hemos visto como un personaje decadente y casi patético en la rutilante versión de Fellini de 1976 o en su versión más amable como seductor con buen corazón en la versión hollywoodiense de Lasse Hallström de 2005 interpretado por Heath Ledger. Casanova es tan famoso que su propio nombre se ha convertido en sinónimo de conquistador de mujeres y prueba de su vigencia es que sus escritos memorialísticos se siguen reeditando en nuestro país con notable éxito. Como hombre elegante por antonomasia, tuvo la virtud de meterse no solo en el lecho, también en algunos de los más distinguidos salones de su época, donde era tan admirado como criticado por su libertino comportamiento.

Llega a las pantallas una nueva película sobre el mito, Casanova, su último amor, dirigida por el veterano Benoît Jacquot (París, 1942), un hombre que lo ha hecho todo en el cine francés desde que empezó en los años 70 con unos documentales sobre el psicoanálisis de Jacques Lacan. Artesano clásico con momentos inspirados como Villa Amalia (2009), el cineasta retrata en la película un ficticio exilio londinense del seductor, después de haber sido apartado de Venecia por su comportamiento “escandaloso” y sus obras satíricas sobre la nobleza de la ciudad. Vemos a un Casanova cincuentón y cascado, interpretado con aplomo pero sin pasión por Vincent Lindon, al que disgustan las costumbres de los ingleses y víctima del desengaño y una cierta desesperanza.

Jacquot nos presenta un Casanova crepuscular que contra pronostico se enamora de una joven prostituta (Stacy Martin, lo mejor del filme) que no se rinde a sus brazos con la misma facilidad con la que está acostumbrado. Narrada a modo de largo flashback desde su exilio en Bohemia, ya anciano, la premisa del filme no es tan diferente a la de la película de Hallström, y lo que vemos es a Casanova, el mujeriego impenitente, enamorarse como un niño y padecer por culpa del amor. Jacquot se las sabe todas y logra una película con una ambientación impecable en la que lo más interesante es el retrato de las costumbres de la clase alta de la época. El problema de este filme impecable y excesivamente correcto es que le falta lo que precisamente se supone que le sobraba al propio Casanova, un poco de pasión.

@juansarda