El Cultural

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Chiribitas en los ojos y en las manos

El hilo de 'Circuitos', el 30º certamen de arte joven de la Comunidad de Madrid, es la memoria, el recuerdo de la infancia, de la historia y de lo cotidiano

25 noviembre, 2019 03:42

Circuitos 2019.

Sala de arte joven. Avda. de América, 13. Madrid. Comisario: Ángel Calvo Ulloa. Hasta el 19 de enero

No tocar. Esa es la máxima de muchas exposiciones. Mirar, leer (a veces demasiado) y dejar el tacto para otro momento. Justo lo contrario de lo que proponen Fuentesal & Arenillas (Huelva, 1986 y Cádiz, 1989) en Gameshow / Playshow (2018), una de las propuestas más sobresalientes de este nuevo Circuitos, el 30º certamen de arte joven de la Comunidad de Madrid (para menores de 35 años, con una ayuda de 2.000 a 3.000 euros). La instalación causó furor en la inauguración. Una obra interactiva low-tech compuesta por montañas de piezas con formas espejadas –reflejo de sus autores, una pareja– hechas con madera de haya. Crean con ellas patrones que el público puede transformar, donde el azar y el sonido se convierten en dos ingredientes más. Mira la obra hacia la artesanía pero también hacia las redes sociales. Se presentó por primera vez en la Blueproject Foundation de Barcelona y alguna de las figuras que vemos ahora provienen de imágenes del Instagram de sus visitantes. Una pieza muy táctil que bien podrían acariciar las fotografías de Laura San Segundo (Madrid, 1990) que, impresas en papel Hahnemühle, tienen una textura casi pictórica.

El hilo de este 'circuitos' es la memoria, el recuerdo de la infancia, de la Historia y de lo cotidiano

Pero el protagonista de esta exposición es, sin duda, el paisaje de Madrid, aunque muchos de los artistas participantes vengan de fuera. Florencia Rojas (Córdoba, Argentina, 1984) registra la huella de la Guerra Civil en la Ciudad Universitaria. Lo más interesante es cómo lo plantea. Los marcos se estiran y desdoblan en dípticos y trípticos en escalera y hace una división del paisaje en tres estratos: subterráneo, superficie y cielo. Un trabajo minucioso en blanco y negro que demuestra que dinamizar las dos dimensiones de la fotografía es posible. Busca también las huellas de la guerra Nicholas F. Callaway (California, 1985), que se aleja de la naturaleza y rastrea agujeros de bala en fachadas de edificios. Encontró una en la contraventana de su casa que le sirve de excusa para una serie de fotografías, estas en color, y de frottages. El Madrid subterráneo está, también, en la instalación de Javier Rodríguez Lozano (Toledo, 1992) –que ya estuvo en la edición de 2016– . Replica en las salas las paredes de mármol con pintadas del metro, las luminarias del subterráneo que lleva a El Retiro y figuras de gatos hechas en cemento que, en conjunto, construyen una escenografía de lo nocturno algo kitsch. Y tampoco falta la mirada crítica y decolonial que Alexander Ríos (Bogotá, 1984) vuelca en su vídeo Madrid colonial mente.

Entre las propuestas de mayor frescura sobresale la de Antonio Ferreira (Madrid, 1989). Rebasa las categorías del arte moviéndose entre la poesía, el Spoken Word y lo visual. En Hipertrofia Mamá (2017-2019) un accidente con la batería de una tablet le hace reflexionar sobre nuestra relación con los dispositivos electrónicos. Un torrente de palabras susurradas al ritmo de imágenes que ponen letra a los problemas de la sobreinformación digital. Encaja bien con la investigación de Fernando Cremades (Madrid, 1989), que se mueve entre el arte y la ciencia estudiando la radioactividad de espacios sobreexpuestos, urbanos y de nuestros propios cuerpos (hace poco participaba en Eco-visionarios en Matadero). Y conecta también con la estética de las esculturas de Carlos Martín Rodríguez (Zamora, 1988), tableros de madera MDF modulada, resinas, siliconas, hierro y restos orgánicos en los que los materiales se derriten, cuelgan y contorsionan con formas de resonancias surrealistas y de artistas actuales como Nairy Baghramian o Haris Epaminonda.

No es fácil darle forma a una selección de creadores fruto de una convocatoria. El hilo que ha encontrado el comisario, Ángel Calvo Ulloa, ha sido la memoria –de la infancia, de nuestra Historia y de la vida cotidiana–. Un ejercicio, el de recordar, que los artistas han hecho con una mirada fresca. Hay algunas propuestas muy interesantes.

@LuisaEspino4