Image: Leticia Moreno

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El Cultural

Leticia Moreno

"La música llega al alma sin mediación de la razón"

30 noviembre, 2015 01:00

Leticia Moreno

La violinista madrileña ofrece esta tarde un concierto en el Auditorio Nacional patrocinado por la Fundación BBVA e interpretado por la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid, el grupo de Pequeños Cantores de la ORCAM, y la Camerata Infantil Fundación BBVA-ORCAM. Víctor Pablo Pérez estará en la dirección.

Leticia Moreno (Madrid, 1985) es a sus treinta años una de las estrellas más brillantes del firmamento del violín internacional. Educada desde su infancia por maestros de la talla de Zakhar Bron, Maxim Vengerov, David Takeno o el gran Mstislav Rostropovich, la intérprete ha encadenado una exitosa carrera internacional repleta de premios que llegó a la cuspide al ganar en 2013 el prestigioso galardón Echo Rising Star. Desde entonces, además de interpretar en los grandes templos mundiales, la violinista se ha lanzado a la grabación de discos de la mano de la discográfica Deutsche Grammophon con la que ha publicado Spanish Landscapes, de música española, y un monográfico sobre el siempre complejo Dimitri Shostakovich. Cuando su atareada agenda se lo permite, se acerca a tocar a nuestro país como esta tarde, cuando ofrecerá un concierto patrocinado por la Fundación BBVA y la ORCAM en el que destaca la pieza 1001 Noches en el Harén, del compositor turco Fazil Say.

Pregunta.- ¿Qué ofrecerá el concierto de esta tarde?
Respuesta.- Es un concierto de una belleza impactante. Nunca he visto unas sensaciones semejantes despertadas por la música clásica. Fazil Say es además pianista solista y ha buscado unos sonidos muy novedosos. Incluye instrumentos turcos, música folclórica de donde salen nuevas ideas que yo nunca había escuchado, los colores que construye por encima con una instrumentación muy creativa y una forma muy simple. Me interesa la creación actual porque expresa las emociones y vivencias actuales, los compositores buscan desvincularse de lo clásico. Este concierto une las dos cosas, ese reflejo contemporáneo, con unos sonidos muy tradicionales que en el fondo nos atraen, porque todos somos humanos y tenemos esas raíces comunes.

P.- Lleva tocando prácticamente toda la vida, ¿cómo se inició en la música?
R.- Mis padres no son músicos pero han creído siempre en el arte. Cuando era un bebé vivíamos en Estados Unidos y me llevaban a muchas actividades culturales. Mi madre supo despertar en mí la atracción por el arte en general. A los dos años empecé con el violín, que era como una muñeca para mí. Tenía mucha facilidad y fui iniciada en la interpretación solista. El violín tomó el protagonismo de mi vida. Es una de las disciplinas más exigentes que existen, algo que empiezas de chiquitín y que si te cuidas puedes seguir haciendo toda la vida. Pero no es fácil, hace falta mucho esfuerzo y muchas horas, no llega el talento. Al ver grabaciones de mis primeros años me asusto un poco, porque mi cuerpo era de niña pero mi sonido era maduro.

P.- Precisamente comenzó muy joven a trabajar con grandes maestros como Rostropovich.
R.- Es una suerte encontrar figuras que sepan inspirarte, artistas de la talla de Rostropovich, que me dio tantos consejos de esos que no puede darte un profesor, porque ellos tocan con las mejores orquestas y en los mejores escenarios. Rostropovich fue muy generoso conmigo, aunque entonces yo no era consciente, quizá por la edad. Pero también fue muy exigente, cada vez que me preparaba para él me ponía retos imposibles como preparar cinco obras en pocas horas. Él me enseñó la música de Shostakovich, que había sido como un hermano para él, y yo veía como algo totalmente ajeno a mí, muy lejano. Aprenderla de un maestro así me ha hecho comprenderla y la ha convertido en algo fundamental para mí. A los músicos la música nos da energía y nos cambia el metabolismo. Me proporciona mucha felicidad y plenitud. Tocar y vivir obras de los grandes genios inspiradas en las maravillas y tragedias de otras épocas es un absoluto privilegio.

P.- Sin embargo desde hace un tiempo demuestra gran preferencia por los compositores vivos.
R.- Últimamente sí que lo hago, y también los disfruto un montón. Me fascina cómo los compositores actuales están interesados en cómo revives tú la obra, en como la transformas a través de tu visión. Es algo que choca frontalmente con mi aprendizaje. Mi maestro Rostropovich me enseñó que debía meterme en la piel del compositor y no interpretar tanto. Aunque la esencia es la misma, imbuirse del alma del compositor y de la composición y trasladarse a otra época, a otro universo, a otra visión del mundo.

P.- ¿Por qué esta música clásica contemporánea no llega al público?
R.- Debemos ser conscientes de que todos somos parte de esta creación. El público es una parte muy activa porque el arte se nutre de la actualidad. Hoy en día se compone mucho, pero está claro que no todo es válido. Todavía debe haber una criba, pero existen obras actuales que perdurarán aunque sean complejas armónicamente o tengan estructuras no convencionales. También existen libros complejos y nadie dice que sean malos. Yo ahora estoy leyendo La Interpretación de los Sueños de Freud y no me estoy enterando de nada. Quizá es que no estoy preparada. Lo que hay que hacer es preparar a la gente para recibir esta música.

P.- ¿Cómo se puede educar a los oyentes?
R.- Para empezar pienso que la gente debería escuchar este tipo de música sin prejuicios, algo muy complicado siendo adulto. Muchas veces en los conciertos veo que a los niños, que están mucho más receptivos, les ha fascinado una obra. Hay muchos adultos, entre los que me incluyo, a los que nos resulta difícil. Ahora hay obras maravillosas hay que buscar otros parámetros, porque es muy fácil juzgar algo desde nuestros puntos de vista estáticos. Estamos acostumbrados a disponer de mucha información y enseguida creemos saber de todo, pero sólo lo acariciamos de forma superficial. Pienso que la clave es dejarse llevar por la historia que cuenta el concierto, por ese momento. La música es el lenguaje más universal, llega al alma sin mediación de la razón.

P.- ¿Cómo es esta adaptación a la música clásica contemporánea para los intérpretes educados en el canon?
R.- Yo fui educada, claro, en el repertorio habitual: Bethoveen, Bach, Mozart... Supongo que ahora habrá cambiado, porque se incluyen piezas mucho más innovadores en los concursos. Los nuevos lenguajes siempre son más complejos hasta que los entiendes, como los idiomas. Los colores, las texturas, como se debe abarcar…Todavía estamos aprendiendo como afrontar estos nuevos repertorios, pero creo que ahí está la magia también, en lo desconocido. A mí me ayudó mucho componer mis propias cadencias. Hoy en día casi nadie se atreve a componer porque teniendo obras tan sublimes da mucho vértigo, pero creo que te abre mucho la mente y te ayuda a encontrar nuevas perspectivas. Por supuesto nunca es tan complejo como componer desde cero, te agarras a unas bases que están ahí. Con el Concierto para violín de Magnus Lindberg, con el que he girado por China con el compositor Esa-Pekka Salonen, me quería tirar por la ventana por su complejidad, pero al final ha ido saliendo. Me ha hecho crecer mucho como intérprete. La música es una profesión viva porque uno siente que va evolucionando sin límites. Al lado de esto Shostakovich, Sibelius o Chaikovski es como para niños.

P.- Hace sólo un par de años se adentró en el territorio español con el disco Spanish Landscapes¿por qué esperó hasta entonces?
R.- Me di cuenta de que al haberme centrado tanto en el extranjero, en los grandes maestros internacionales, no le había prestado, y creo que es algo general, a nuestra música la atención que merece. Para violín casi no conocía piezas, e investigando muy superficialmente descubrí compositores como Turina o Granados y verdaderas joyas como el Poema de una Sanluqueña. Sentí tal alegría que mi primera reacción fue dárselo a conocer a todo el mundo. He quedado comprometida de por vida con la música española, que no tiene el puesto que merece en el repertorio habitual. La prueba es que en otros países están fascinados con estas obras desconocidas y de enorme calidad.

P.- Además de todos sus compromisos internacionales, a nivel más personal, ¿qué le apetece descubrir?
R.- Ahora mismo me están ofreciendo proyectos tan interesantes que estoy teniendo la posibilidad de adentrarme en mundos desconocidos para mí, como este concierto que me ofreció Víctor Pablo Pérez de Fazil Say. Estoy compaginando varios proyectos que poco a poco irán cristalizando. Mantengo mi compromiso con la música española, y seguro que grabaré otro disco con canciones de aquí, pero mi arco musical abarca desde el barroco hasta hoy y eso me permite una amplitud de intereses realmente inagotable.