Vreeland

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El Cultural

Carme Elías: "Gracias a la moda la mujer salió de su casa"

15 octubre, 2015 02:00

El siglo XX vio como el mundo de la moda alcanzaba la categoría primero de arte y después de auténtica industria. En buena medida esto fue culpa de grandes personalidades que lucharon por romper prejuicios y esterotipos como Coco Chanel o Mary Quant. En esa constelación de nombres destaca con luz propia la figura de la editora estadounidense Diana Vreeland, revolucionadora de cualquier concepto previo desde sus puestos como editora de moda, primero en Harper's Bazaar (1936-1962) y más tarde, en la cúspide de su carrera, como directora de Vogue entre 1962 y 1971.

En la piel de la controvertida figura de la mujer que sentó las bases del negocio de la moda tal y como lo conocemos hoy en día se interna la actriz Carme Elías, acostumbrada en su dilatada y prolífica carrera a representar sobre las tablas a todo tipo de mujeres temperamentales en obras como La gaviota, La gata sobre el tejado de zinc, El misántropo o Edipo Rey. No obstante, interpreta por primera vez un monólogo en Al galope, adaptación del italiano Guido Torlonia basada en la obra de Mark Hampton y Mary Louise Wilson, que profundiza en el trascendental momento en el que la directora es despedida de Vogue y debe buscar un nuevo camino en su vida.

Pregunta.- Es el primer monólogo que interpreta en toda su carrera, ¿cómo se enfrenta uno a estar sólo en el escenario?
Respuesta.- ¿Cómo se puede? Pues no lo sé. La verdad es que es el propio monólogo el que te guía y te conduce, por tanto lo primero que hay que hacer es estudiarlo mucho, mucho, mucho, y aún así... Concretamente este monólogo a pesar de estar centrado en un momento concreto, hace un repaso por la vida de la protagonista, así que tiene situaciones variadas como llamadas telefónicas, recuerdos de varias épocas, interrupciones para conversar con otros personajes (que no salen a escena)... Por eso las ideas van al galope, como dice el titulo. Hay que estar muy atento, porque en cualquier momento cualquier cosa te puede distraer del hilo argumental que todo el rato está yendo de un lado a otro.

P.- Ya ha representado la obra en Barcelona, ¿eso auyda con los nervios o cada día es un volver a empezar?
R.- En Barcelona la representé pero en catalán, así que he tenido que volver a pasar por todo el proceso de estudio, volver a impregnarme del texto, ahora en castellano, porque incluso a veces, en algún descuido me sale una palabra en catalán. Por suerte tenemos una traducción hermosísima de Joan Sellent que ha hecho los dos idiomas, de manera que no se aleja tanto del original pero todo cambia, así que todo vuelve a pasar por estudiar, estudiar, estudiar...

P.- Como surge la posibilidad de interpretar la obra? ¿Qué fue lo que le llamó la atención en un primer momento del personaje?
R.- Fue muy peculiar. Me llego la oferta a través del Teatre Akadèmia, una sala muy pequeña pero que tiene una programación muy interesante. Me dijeron: "tenemos un monologo que creemos que te va a interesar protagonizar", pero a mí las fechas me venían fatal, me pillaba entre una cosa y otra y les dije que no me lo iba a leer, que no tenía tiempo. "Bueno, te lo mandamos, tu léelo si puedes y ya nos dirás algo. Y esa misma noche estaba en la cama y tenia el móvil ahí y me dije "voy a ver de que va esto". Y tuve un absoluto flechazo, me quede enganchada toda la noche y lo leí de carrera. Entonces hable con ellos, y todo fue muy apretado pero lo hicimos.

P.- Después de ese primer flechazo tuvo que profundizar en un personaje lleno de recovecos y que suscita pasiones encontradas, ¿Cuál es su visión de Diana Vreeland ahora que la "conoce" bastante bien?
R.- Sigo pensando lo que pensé en el primer momento: "¡Qué carácter de mujer!". Me fascina como se fue reinventando ella misma y como en el fondo, de alguna manera gracias a su tesón e imaginación revolucionó el mundo de la moda que encontró a su llegada. Ella siempre iba más lejos y nunca se arredraba ante nada, estaba inventando permanentemente. En ciertos momentos de la obra la vemos presa de la fragilidad, y esos son los momentos que a mi me apasionan, el ver a una mujer tan fuerte en uno de esos momentos tan íntimos la hace mucho mas humana. Me encanta meterme en la piel y en el mundo de Diana Vreeland.

P.- ¿Cómo ve su legado, esa transformación radical del concepto de moda?
R.- Todo lo que hay en la actualidad es herencia de ella. Ella sacó, gracias a la moda, a la mujer de su casa y la puso en un lugar muy destacado, inventó un tipo de mujer mucho más moderna. No le importaba fantasear, introdujo los elementos étnicos en la moda y fue pionera de los fotomontajes, algo tan extendido hoy día como el photoshop. También reformuló el concepto de belleza. Su forma de vestir, de estar en la vida, eran una llamada de atención hacia sí misma. La extravagancia era quizá fruto de su educación cosmopolita y refinada, donde siempre estuvo rodeada de artistas. Ella absorbió todo esto y lo transformó en moda, un reflejo de la época.

P.- Parece que cuando una mujer tiene altas cotas de poder se estereotipa una visión negativa de déspota o tirana, ¿por qué?
R.- Bueno, yo hablo del caso de Diana. Ella cuenta que se pasaba horas enteras en su despacho, sin salir para comer,incluso durmiendo allí. Se entregaba a esto, y decía, de forma significativa que ella trabajaba mucho, por lo que esperaba que los que estaban a sus ordenes trabajaran tanto como ella. Y quizá es esa dedicación excesiva al trabajo, en cualquier profesión, lo que te aparta un poco de la cotidianidad y te hace ofrecer esa imagen de la que hablamos. Además el hecho de ser una figura, primero exclusiva y además pública, te lleva a ser más vehementemente criticada. Pero ella lo llevaba con mucha dignidad, y a pesar de la fama de déspota, sin el talento y la imaginación, uno no aguanta 40 años en un mundo como el de la moda.

P.- Con una mujer tan diferente y peculiar, ¿hay algo en común entre Carme Elías y Diana Vreeland?
R.- Pues lo que me fascinó fue precisamente lo que no teníamos en común. En realidad yo soy un apersona más retraída, con una cierta timidez, por lo menos de entrada, soy fuerte y valiente pero siempre tardo en llegar a donde quiero... Entonces claro, encontrarte un personaje que arrasa con todo como Diana, que tiene esa lengua tan aguda, que expresa lo que siente y piensa de una forma tan rotunda, a mí me permite también reflejar una parte de mi misma que no está demasiado exteriorizada, y eso es justo lo que me atrajo de ella. Casi me da envidia.

P.- Hacia el final de su vida, Vreeland es despedida y debe buscar una alternativa y reinventarse, ¿qué haría usted si no pudiese volver a actuar?
R.- Pues no tengo ni idea. No quiero ni planteármelo porque creo que las cosas hay que planteárselas cuando suceden. A lo largo de la vida tienes muchas encrucijadas de las que te vas dando cuenta con el paso de los años, y lo que sí puedo decir de mi misam es que no soy una persona que se conforma fácilmente. Pero esa rotundidad que tuvo Diana en su día me parece admirable.

P.- Entonces olvidamos la hipótesis. Y ya que seguirá actuando, ¿tiene algún proyecto de cara al futuro?
R.- Pues sí, tengo un proyecto de teatro que no puedo desvelar porque todavía no está cerrado, pero será ya para el año próximo. Por el momento espero que esta obra funcione bien aquí en Madrid y que después pueda verse por el resto de España.