Image: José Luis Rodríguez del Corral

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El Cultural

José Luis Rodríguez del Corral

"No escribo novelas para dar lecciones a nadie ni para hacer política"

4 abril, 2015 02:00

José Luis Rodríguez del Corral

El escritor publica Solo amanece si estás despierto (Siruela).

La crisis ha provocado que muchos ciudadanos se vean abocados a reducir sus vacaciones a la mínima expresión o a suspenderlas por completo. Quizá la cuestión no es tan grave si uno reside en un lugar donde por la noche refresca pero si la ciudad en la uno tiene que sobrevivir los meses de la canícula es Sevilla, el verano pasa de estación del año a acto de fe. Esto es lo que le sucede a Felipe, un cincuentón arruinado por culpa de sus malas prácticas en los negocios que se ve obligado volver a casa de su viuda y fatigada madre. En el mismo edificio reside Amparo, una treintañera deprimida que arranca las hojas de los libros tras leerlos por última vez y cuyo final se antoja trágico cuando su biblioteca se agote. Ambos, sin presente ni futuro, se encuentran como dos náufragos en una isla desierta y iniciarán una intensa relación que les hará cuestionarse si es posible comenzar de nuevo. José Luis Rodríguez del Corral (Morón de la Frontera, Sevilla; 1959) sigue a estos personajes en Solo amanece si estás despierto (Siruela).

Pregunta.- ¿Dónde encontramos el germen de esta historia?
Respuesta.- Me resulta difícil establecerlo porque Solo amanece si estás despierto es fruto de una serie de casualidades. El origen específico se encuentra en el hecho de ser testigo de como en Nochebuena sacaban en camilla de un domicilio a una chica que había tratado de suicidarse. Esto fue en gran medida el desencadenante porque además yo había tenido una amiga suicida en mi juventud con el mismo nombre que la protagonista. A todo esto habría que sumar la circunstancia sociológica de las personas maduras que tienen que volver a casa de sus padres después de arruinarse. Tengo a varios amigos en esta situación, que es más común de lo que parece. Esta confluencia de factores, que me asaltaron cuando ya había publicado Blues de Trafalgar (Siruela, 2012), provocó que me lanzará a escribir esta historia.

P.- En el trasfondo de la novela se encuentran la corrupción política. De hecho hay dos personajes, uno del PP y otro del PSOE, que demuestran una ausencia de escrúpulos preocupante. ¿Es la política y el poder, en definitiva el ser humano, consustancial a la corrupción?
R.- En este país y en en todos. Ya lo decía la famosa frase de Lord Acton: "el poder absoluto corrompe absolutamente y el poder relativo corrompe relativamente". Desde mi punto de vista, la cura para la corrupción se encuentra en una mayor transparencia, mas libertad económica y menos peso de los Estados. Esa es mi opinión pero desde luego no escribo novelas para dar lecciones a nadie ni para hacer política. Sin embargo, en Andalucia en particular se ha elaborado una especie de régimen en el que los favores mutuos y la arbitrariedad han estado a la orden del día pero, como refleja la novela, no es cuestión solo del que gobierna. El que quiere gobernar está dispuesto a utilizar las mismas armas. La corrupción no es lo principal de la novela pero sí un elemento importante para explicar la conducta y la mentalidad del protagonista masculino.

P.-Este protagonista, Felipe, al inicio de la novela ha tocado completamente fondo y se le plantean ideas suicidas. Pero la vida se abre camino, ¿no es así?
R.- La vida es lo que le impulsa. Se ha pegado un palo tan fuerte que ni se plantea volver a su existencia anterior ni aunque se le ofrezca la oportunidad. Tras tocar fondo lo que quiere es averiguar como puede vivir consigo mismo.

P.- ¿No le parece que España ha afrontado su propia crisis desde una postura diametralmente opuesta a lo que hace Felipe, que vamos a pasar por la crisis, si salimos, habiendo aprendido muy poco?
R.- Espero que no, que algo hayamos aprendido. Más o menos hemos salido de la crisis pero remontar de verdad quizá lleve aparejado renunciar al despilfarro y recuperar el sentido común y no volvernos locos pensando locuras y fantasías como el Quijote... El camino que toma Felipe se basa en una vida más sencilla, una economía forzosamente estricta pero, sobre todo, en tener un objetivo o un designio más importante que el simple materialismo del dinero, los coches, las posesiones...

P.- Amparo sufre depresión, probablemente la enfermedad de nuestra época. ¿Por qué cree que está tan extendida?
R.- Seguramente tiene relación con la soledad de la vida moderna pero también con que ahora se le ha puesto nombre a algo que ha existido toda la vida. Pero no soy un experto en absoluto. Marshall Mcluhan predijo hace ya tiempo que el futuro sería sexo, soledad y tecnología. Es una descripción muy buena de nuestro tiempo y creo que en estas condiciones estamos muy expuestos a la depresión.

P.- Entre Amparo y Felipe construyen un espacio intimo en la azotea del edificio en el que ambos viven, como dos náufragos en una isla desierta...
R.- El escenario era uno de los puntos de partida. La azotea influye mucho en la novela. Son dos náufragos que se encuentran por encima del mar ciudadano, Felipe porque lo ha perdido todo y Amparo porque nunca ha logrado vivir como le hubiera gustado. Su mundo se construye con imaginaciones y además está arrinconada completamente en la misma ciudad en la que vive, mucho más hedonista e inculta que lo que ella es. Amparo es una persona con una gran vocación por la cultura y los libros, vive encerrada en un mundo de libros, dedicada solo a la imaginación y nada a la acción. Precisamente esto es lo que aprende de Felipe, que puede hacer algo aunque sea irse y que ese es el camino para salir de la depresión. Esto lo cuenta ella en primera persona en las cartas que quizá sea la parte con la que estoy más satisfecho.

P.- Aunque en principio son personas muy diferentes con el paso de las noches van conectando... ¿Esa era la parte que más le importaba desarrollar?
R.- Sí, era la parte fundamental. Quería que ese encuentro entre ambos, que los modifica, se fuera contando de una manera gradual y efectiva. No podía ser algo súbito pero si inequívoco. También quería que se apreciara el paso del tiempo y que la transformación de ambos fuera acompasada. Si conseguía esto la novela para mí era buena y si no lo conseguía, por mucha prosa brillante que pudiera desplegar, estaba fracasando. Sin embargo creo que el lector no es simplemente informado de lo que pasa sino que lo experimenta, al igual que el paso del tiempo de ese verano que parece muy largo pero que luego un día se funde con el siguiente y acaba pasando muy rápido.

P.- Sevilla es un personaje también vivo en la novela. ¿Cómo es allí el verano?
R.- Para estos dos personajes, y también para la ciudad al completo, el verano es una pausa casi obligada en la que pueden demorarse decisiones a veces desagradables. Ella, que arranca las paginas de los libros que ama y que cuando acabe con su biblioteca igual acaba con su vida, está esperando a que pase el verano para tomar una decisión. Él, que no sabe que va a hacer con su vida, está expectante, esperando a que pase el verano a ver si ocurre algo. Además, en Sevilla todo se ralentiza mucho porque el calor es muy fuerte y reina esa actitud de dejar las cosas para mañana.

P.- En la novela tiene una gran trascendencia el Walden de Thoreau...
R.- Walden o La vida en los bosques de Thoreau es el libro adecuado para un náufrago. Amparo le quiere regalar Robinson Crusoe a Felipe. Le llama Viernes y el le pregunta qué tiene que ver el día de la semana con ellos... Él no es una persona culta ni leída pero el Walden es lo que necesita porque trata de un hombre que se va al bosque para afrontar los hechos esenciales de la vida y para ver si se puede vivir solo y al mismo tiempo satisfecho. Ella percibe que el libro le puede ayudar y efectivamente él comprende que se puede vivir con una sensación de expectativa, que cada mañana el mundo está comenzando.

P.- ¿Cómo ve la situación del mercado editorial?
R.- Podría ser mucho peor. He sido muchos años librero y, teniendo en cuenta la eclosión de posibilidades informáticas que ha habido en los últimos 15 o 20 años y la competencia tan feroz que tiene la literatura desde todos los ángulos, creo que el mercado editorial aguanta el tipo mucho mejor que otras industrias culturales. Obviamente estamos inmersos en un cambio tan grande que no podemos predecir a donde vamos a llegar. Quizás cuando acabe la generación de lectores de papel, los que tienen ahora de 35 años para adelante, se produzca un derrumbe catastrófico pero de momento eso no ha pasado. La venta de libros de papel ha subido algo en España y lo mismo ha ocurrido en el resto de Occidente y eso me hace pensar que al menos durante las próximas décadas el mundo del libro, quizá algo reducido en ventas, continuará.