Image: Antonio Muñoz Molina

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El Cultural

Antonio Muñoz Molina

"Un novelista tiene derecho a manejar la realidad en beneficio de su ficción"

20 febrero, 2015 00:00

Antonio Muñoz Molina. Ilustración: Luis Parejo

Vive y escribe entre Madrid y Nueva York y en el tránsito aeroportuario ha ido completando uno de las más ambiciosos puzzles literarios de su generación. Como la sombra que se va (Seix Barral) es la última pieza.

¿Qué libro tiene entre manos?
Dos; uno de ellos casi permanente, En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. El otro es El final de la guerra, de Paul Preston.

¿Ha abandonado algún libro por imposible?
No por imposible, sino porque no me gustara. Hay tantos libros buenísimos que da pena ocupar el tiempo con alguno que me aburra, o no me atraiga.

¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?
Con mi amigo José Ángel González Sainz, por ejemplo.

Cuéntenos alguna experiencia cultural que le cambió su manera de ver la vida.
La biblioteca municipal de Úbeda, cuando tenía once o doce años: de pronto todos aquellos libros estaban gratis a mi disposición...

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Hay muchas cosas distintas, y algunas me atraen y otras muchas no. Me gusta mucho Jaume Plensa. Y no me pierdo ninguna exposición de Kiefer. Pero la actualidad más evidente, más a la moda, cada vez me llama menos la atención.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Ya puestos, un dibujo de Juan Gris, o de Morandi. A un óleo no aspiro, claro.

¿Tiene claros los límites, cada vez más borrosos, entre ficción y no ficción?
Absolutamente. Un novelista tiene derecho a manejar la realidad en beneficio de su ficción tal como le dé la gana. A todos los demás, historiadores, periodistas, memorialistas, hay que exigirles una fidelidad escrupulosa a los hechos. Necesitamos urgentemente saber con el máximo de precisión cómo es el mundo real.

¿No puede ser peligroso narrar la memoria, esa gran impostora?
No si se reconocen y se muestran con mucho cuidado sus límites y sus ambigüedades.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Depende del crítico. Me gustaría que en España hubiera espacios para una crítica larga y detallada, como los que se hacen en la New York Review of Books. Aquí lo hace muy bien la Revista de Libros.

¿Qué música escucha en casa? ¿Es de Ipod o de vinilo?
Escucho de todo: Spotify, cedés, vinilos, la radio. De viaje o cuando saco a mi perra escucho música en el iPhone. Suelo escuchar música clásica, jazz y flamenco.

¿Es usted de los que recelan del cine español?
En absoluto. Me parece asombroso que en un ambiente tan hostil, por parte de un gobierno brutal y de una ciudadanía indiferente o a veces incluso agresiva, se hagan, casi siempre con muy pocos medios, algunas películas excelentes.

¿Cuál es la película española que más veces ha visto?
Plácido y El Sur, probablemente.

¿Qué libro debe leer urgentemente el presidente del Gobierno?
Alguno que no sea La catedral del mar, que parece que le gusta mucho.

¿Y los futuros candidatos, en vísperas de la campaña electoral?
Quizás una selección de ensayos de Montaigne.

Tras los atentados de París, ¿cree que apostar por la seguridad de Europa podría limitar la libertad?
Libertad y seguridad son inseparables. El resultado es una excelente invención europea que se llama estado de derecho.

¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta mucho la cordialidad de los lazos humanos. Me molesta la falta de civismo y el ruido.

¿La mejor Marca España?
Esa expresión tan hortera me saca de quicio. Quizás lo mejor que tenemos es Don Quijote de la Mancha, las variedades de la cocina popular y el sistema nacional detransplantes.

Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Instrucción pública, bibliotecas públicas, consideración al trabajo de los profesores de primaria y secundaria, exigencia, investigación científica. Y menos tv basura, basura de chismes y basura política.