Image: Fernando Guillén Cuervo

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El Cultural

Fernando Guillén Cuervo

“Mark Twain destila un poderoso humor ácido y compasivo, muy sanador”

28 enero, 2015 01:00

Fernando Guillén Cuervo y Ana Milán en Hoy: el diario de Adán y Eva.

El actor desembarca en el Teatro Bellas Artes con Hoy: el diario de Adán y Eva.

Decía Miguel Ángel Solá en una entrevista de 2009 en El Cultural que si por él hubiese sido se hubiera jubilado con Hoy: el diario de Adán y Eva. "Era un trabajo muy bonito como pan recién horneado, la hicimos más de 2.600 veces y seguía fresca", explicaba. La obra, basada en un pequeño relato cómico de Mark Twain adaptado por el actor y por Blanca Oteyza, viajó por escenarios de Suramérica y España durante 10 años donde consiguió acumular cerca de 1,5 millones de espectadores, una auténtica gesta teatral. Sin miedo a las comparaciones, Fernando Guillén Cuervo (Barcelona, 1963) y Ana Milán (su actual pareja sentimental) se empeñaron con buen tino en recuperar y protagonizar la obra, que hoy se estrena en el Teatro Bellas Artes. El texto refleja una historia de amor en tres planos temporales, con el mundo de la radio de fondo, que otorga al actor la posibilidad de seguir triunfando sobre las tablas tras Wilt. En la dirección solo podía estar una persona, el propio Solá.

Pregunta.- ¿Qué sensaciones tiene para el estreno de esta noche en el Teatro Bellas Artes?
Respuesta.- Hemos tenido un proceso de acumulación muy bueno con la nueva productora que hemos montado Ana y yo, un año y medio de gira fantástico. El proyecto era muy bonito pero tenía el riesgo del acróbata sin red por lo que estamos muy satisfechos con el éxito de críticas, los aplausos, las risas, los llantos... El único inconveniente sigue siendo el 21 % de IVA.

P.- ¿Cuándo y cómo surgió la idea de recuperar esta obra?
R.- Ana y yo nos conocimos haciendo Wilt y queríamos continuar trabajando juntos por lo que tratamos de escribir un texto. Sin embargo, no eramos capaces de concretar el proyecto. Curiosamente el día de mi cumpleaños a Ana se le ocurrió la idea de adaptar esta función y me pareció genial. Es sin duda la obra que más me ha impactado como espectador.

P.-A partir de ahí, ¿cómo involucraron a Miguel Ángel Solá?
R.- Directamente le propusimos comprarle los derechos de la obra. Pero para nosotros era condición sine qua non que la dirigiera él. La obra es propiedad de Miguel Ángel Sola, sobre todo desde un punto de vista sentimental, por lo que era imprescindible que él nos pasara el testigo y nos diera su bendición. Merece la pena que este texto lo pueda ver en escena una nueva generación y que aquellos que ya lo experimentaron puedan disfrutarlo otra vez.

P.- ¿Han introducido novedades respecto a la versión que interpretaban Solá y Blanca Oteyza?
R.- Lo hemos customizado. Le hemos dado un poco de chapa y pintura. El principal cambio es que lo hemos trasladado de los años 50 a los 60 porque el fenómeno radiofónico llegó algo después a España y lo hemos adaptado a personajes españoles. Hemos querido contextualizar la obra en nuestra cultura para acercarla también al espectador. Además, en función de los consejos y la experiencia de Solá, hemos acortado algo el tiempo de la obra.

P.- ¿Qué implica abordar un papel que su director ha trabajado tanto e interpretado con tanto éxito?
R.- Implica cierta responsabilidad y un reto pero desde el principio hemos tratado de desmarcarnos de aquella versión. Hemos partido de cero mirando principalmente al texto. Nos hemos dejado llevar por los sentimientos. El director ha respetado el esqueleto del montaje de Manuel González Gil con algún matiz. Es igual pero distinto.

P.- ¿Qué retos genera el hecho de que la historia se mueve en varios planos temporales?
R.- Para mí es especialmente significativo porque tengo que cambiar de época y sobre todo de registro ya que el personaje es el mismo pero en dos etapas de su vida separadas por 40 años. Esta condición enriquece mucho mi trabajo.

P.- ¿Es imprescindible que los actores protagonistas sean pareja en la vida real?
R.- No conocemos otro caso porque en ambas representaciones esta condición se ha dado. Yo creo que aporta mucho, porque Ana y yo nos encontramos en un gran momento y eso traspasa la interpretación y potencia nuestros sentimientos o la manera de mirarnos encima del escenario. Es un hecho íntimo que se plasma en la obra y creo que de alguna manera rompe con la cuarta pared.

P.- El mundo de la radio es uno de los elementos más destacados de la obra...
R.- También es un gran homenaje a la herramienta básica del actor que es la voz. Esto convierte al espectador en un tercer personaje muy activo. Es una obra en la que podrías cerrar los ojos y simplemente escuchar la función. El espectador tiene que aportar mucho de su imaginación.

P.- ¿Cómo se mantiene el espíritu de Mark Twain en la obra?
R.- La pluma de Twain tiene ese delicioso humor ácido y compasivo, muy sanador, que se mantiene perfectamente en la obra.

P.- ¿Cuál es tu opinión sobre el momento que atraviesa el teatro?
R.- Es un momento de mucha creatividad y actividad, con muchas expresiones diferentes pero con gran dificultad. Los productores estamos atados de pies y manos con el IVA tan fuerte que hay y no tenemos prácticamente margen de beneficio.