Image: Fernando Reinares

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El Cultural

Fernando Reinares

"La única culpa del 11-M fue de los terroristas"

4 marzo, 2014 01:00

Fernando Reinares

El experto en terrorismo publica '¡Matadlos!', una investigación inédita y desmitificadora del 11-M

Un hecho fortuito, tan fortuito como puede ser el misil lanzado por un dron estadounidense, puso al catedrático y experto investigador en terrorismo internacional Fernando Reinares (Logroño, 1960) ante una nueva pista esencial que redondeaba una explicación inédita, razonable y al margen de las habituales divisiones políticas, de uno y otro signo, de los atentados islamistas del 11-M en Madrid. Ese fue el origen de ¡Matadlos!. Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España (Galaxia Gutenberg, 2014). Reinares, que este lunes presentó su libro en la capital, cuenta que una de las ambiciones que ha tenido al escribir este libro es no contribuir ni un ápice más a la división social basada en la atribución de culpas. "La única culpa", afirma, "fue de los terroristas".

Pregunta.- Al comienzo de su libro, y citando a Tucídides, señala la diferencia esencial entre causas verdaderas y pretextos ocasionales. ¿Por qué parece que en la explicación de lo ocurrido el 11-M han primado los pretextos sobre las causas?
Respuesta.- Porque ha sido más fácil buscar explicaciones basadas en pretextos que poder documentar fehacientemente las causas.

P.- Pues vamos a esas causas verdaderas. La tesis central de su libro es que el 11-M no lo decide un grupo local y aislado y afirma haber logrado, en su investigación, las pruebas documentales que lo demuestran. ¿Quiénes y por qué querían matarnos?
R.- Hubo una cierta tendencia a reducir la red terrorista del 11-M a uno de sus tres componentes, el constituido por los delincuentes comunes convertidos con mayor o menor intensidad al yihadismo y que lideraba el Chino. Cuando en realidad la red tenía otros dos componentes anteriores. El inicial, que procede de lo que quedó de la célula de Abu Dahdáh que Al Qaeda estableció en España en 1994 y fue desmantelada en noviembre de 2001. Y un segundo componente que se añade después, en 2002, que introduce en la red terrorista el Grupo Islámico Combatiente Marroquí que había perdido sus bases y su infraestructura en Afganistán y había decidido desplazar su ámbito operativo hacia los países donde residían los militantes de la organización: Marruecos y España.

P.- ¿Pero hubo algo así como una orden directa de Bin Laden? ¿Cuál fue su papel?
R.- La decisión de atentar en España la toma un individuo que muy poco antes había sido un miembro muy relevante de la célula de Abu Dahdáh pero que no fue detenido, que ha perdido la célula de Al Qaeda en España a la que pertenecía y está a punto de ingresar en Al Qaeda central. La secuencia es la siguiente: La decisión de atentar la toma Amer Azizi en compañía de un alto operativo del Grupo Islámico Combatiente Libio. Esta decisión se ratifica en Estambul en febrero de 2002 en una reunión y finalmente los líderes de Al Qaeda aprobarán los planes terroristas ya en curso en el contexto de la Guerra de Iraq, cuando Al Qaeda puede presentar los atentados que ya están preparando en Madrid en el marco de su estrategia general: provocar divisiones entre países occidentales aliados contra el terrorismo global. El 11-M se planificó por motivos de venganza, se preparó por razones de oportunidad y se ejecutó en el marco de la estrategia general de Al Qaeda.

P.- ¿La Guerra de Iraq o cambiar el Gobierno no serían entonces más que pretextos?
R.- Efectivamente. Un sector del espectro político español, afín a la izquierda, intentó explicar los atentados como una respuesta a la Guerra de Iraq y otro sector, afín a la derecha pretendió mostrarlos como una estrategia expresamente diseñada para incidir sobre las elecciones generales. Ambas son tentativas de explicación en ausencia de fuentes y de documentación en la que poder asentar las causas reales de lo ocurrido. La propia Al Qaeda explica cómo la ejecución de los atentados tuvo lugar poco antes de una circunstancia para ellos imprevista: la celebración de elecciones generales pero que, sabedores de esta circunstancia al adelantarse la convocatoria desarrollaron sus planes para extraer el máximo provecho posible del impacto político de los atentados.

P.- Para escribir este libro se ha basado en el sumario de la Audiencia Nacional. Pero también en fuentes externas. ¿Qué opinión, por cierto, le merece los resultados de la instrucción y su sentencia? ¿Cuán cerca o lejos quedó la verdad jurídica de la verdad a secas?
R.- Conviene tener en cuenta que mi investigación se inicia a finales del año 2008 cuando encuentro, a raíz de una sentencia contra un director de operaciones de Al Qaeda que fue emitida por un tribunal de Manchester, que alguien relacionado con España estaría ocupando un cargo muy alto en el mando de operaciones externas de Al Qaeda en el momento en el que sucedieron los atentados del 11 de marzo. Tirando de ese hilo es como llegué a Azizi, quien estaba junto al jefe de operaciones externas de Al Qaeda cuando un misil norteamericano los abatió en diciembre de 2005. Y la razón de ese misil es que los dos estaban preparando unos atentados en Estados Unidos, probablemente en Nueva York semejantes a los de Madrid y los de Londres. Lo que fue una sorpresa es que su adjunto fuera Azizi, quien había estado en contacto con la red del 11-M y logró que Al Qaeda lo aprobase. Para poder entender la sentencia hay que tener en cuenta la legislación que existía entonces, que no es la misma que la que tenemos ahora, mucho más completa. Así, la sentencia tiene sus luces y sus sombras, pero, a mi modo de ver, se quedó corta en relación con la extensión de la red terrorista del 11-M.

P.- Por un lado, los atentados fracturaron a la sociedad española. Por otro, se enfrentó a aquellos hechos terribles con entereza y sin que le tentase la represalia. ¿La cara y la cruz?
R.- Sí, verdaderamente hubo dos aspectos en la respuesta que encajarían en un modelo de sociedad resiliente ante los atentados terroristas. El primero es la extraordinaria movilización popular y el otro es la ausencia de un incremento de los incidentes y actitudes islamófobos. Sin embargo, y de forma paradójica, el otro tipo de reacción denota una profunda división como consecuencia de la polémica en la que los españoles se enzarzaron acerca de a quién atribuir la culpa. Desde el entonces presidente del Gobierno a ETA. Hubo una tesis intermedia que pareció satisfacer a todos pero que no corrobora mi investigación: la tesis que despectivamente se denominó "de los moritos de Lavapiés", que la participación española en la guerra de Iraq agravió a un pequeño grupo extremo de musulmanes residentes en un determinado barrio de Madrid relacionados con actividades delictivas... y nada más. Algo muy localizado y sin conexiones internacionales. Y por eso, otros dijeron que, como estos individuos no contaban con la destreza suficiente, debieron recibir ayuda de alguien, desde ETA hasta policías desafectos o servicios de inteligencia extranjeros. La evidencia que aporta mi libro refuta tanto una como otra interpretación. Dentro de la red del 11-M había individuos perfectamente preparados, ya fuera porque habían pertenecido a fuerzas armadas o porque directamente habían pasado por campos de entrenamiento terrorista hacía tiempo. El 11 de marzo nos dividió profundamente porque pareció surgir de la nada. Y no era cierto.

P.- Escribe que España no estaba entonces preparada para enfrentarse al terrorismo yihadista y afirma que en absoluto es improbable que pudiera repetirse. De hecho, ofrece detalles terroríficos de un segundo 11-M que se desbarató en 2008 en Barcelona.
R.- Que se repita un 11-M hoy no es tan fácil. Se han incrementado mucho las capacidades de inteligencia, la coordinación entre las fuerzas y la cooperación internacional. Ahora, siempre hay un margen extraordinario para mejorar. Y en este momento, a diez años del 11-M, volvemos a percibir que el terrorismo yihadista es algo que acontece una vez más muy lejos de nuestras fronteras. Y lo que pasa en realidad es que estamos asistiendo a una concentración de fuerzas yihadistas en zonas en las que tienen fundadas expectativas de imponer su dominio territorial como ocurrió en el norte de Mali en 2012 o ahora en Siria. Pero la cuestión es que, al igual que en el pasado, en Bosnia, Iraq o Afganistán, se trata de un proceso reversible porque dentro de nuestras propias sociedades se radicalizan y reclutan individuos que acuden a estos escenarios de conflicto donde son capacitados como terroristas y, los que no mueren, eventualmente pueden regresar decididos a hacer la Yihad en casa. Es una realidad que nos obliga a tener muy presente la eventualidad de que la actividad yihadista a corto plazo reduce la amenaza y a medio y largo plazo la aumenta y llega a afectarnos directamente.

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