Image: Javier Reverte

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El Cultural

Javier Reverte

"Me río yo de esta crisis de hoy cuando pongo los pies en el África negra"

10 junio, 2012 02:00

Javier Reverte. Foto: Iñaki Andrés.

Acaba de publicar su último libro de viajes, 'Colinas que arden, lagos de fuego'

Javier Reverte (Madrid, 1944) ha vuelto a África como, dice él, el que regresa a una antigua amante de la que no se puede escapar. Hace diez años, con Los caminos perdidos de África completó una trilogía sobre el continente negro, pero ahora ha querido añadir un nuevo título a sus anteriores expediciones. Es Colinas que arden, lagos de fuego (Plaza & Janés) e incluye más escalas por la vasta geografía africana, todas ellas plenas de romanticismo aventurero: como la singladura sobre el lago Tanganyka a bordo del transbordador Liemba, que inspiró la La reina de África; o la llegada a Chitambo, la pequeña aldea de Zambia donde murió David Livingston y se enterró su corazón.

Pregunta.- ¿Qué aporta este libro con respecto a la trilogía de África que escribió usted en su día?
Respuesta.- Es una visión distinta de África, porque es un África recorrida a pie y en grupo. Durante casi una semana, caminé por el noroeste de Kenia y, después, en el viaje por Tanzania, también caminé por el gran parque de Selous, el mayor de África. Yo sólo no podía hacerlo -por muchas razones, algunas obvias- y por eso formé grupo con buenos amigos.

P.- Llevaba un tiempo sin volver a África. ¿Ha encontrado muy cambiado el continente en relación a sus viajes anteriores? ¿Para bien? ¿Para mal?
R.- Ha cambiado poco, sigue habiendo una gran miseria e incultura. Y los medios de transporte continúan siendo horrorosos. O sea que, al no cambiar, todo va a peor.

P.- ¿Cuál ha sido el momento más emotivo de esta nueva 'singladura' por África? ¿La llegada a Chitambo, donde está enterrado el corazón de Livingston?
R.- A mí me impresionó más la llegada de un transbordador que íbamos a tomar en el lago Tanganyka: llegó de noche, como un monstruo antediluiviano que surgía de las sombras. Era el "Liemba", un barco mítico construido en Alemania en 1914 y cuya historia inspiró La reina de África.

P.- ¿Se acuerdan mucho en África de David Livingston? ¿La gente de a pie tiene presente su labor contra la esclavitud?
R.- Los africanos no olvidan: ni la rectitud moral de Livingstone ni el racismo y la crueldad de Stanley. Por eso, el nombre de Stanley ha desaparecido por completo.

P.- Ahora parece que los chinos, tras el hombre blanco, son los que se están apoderando del continente negro...
R.- La presencia de los chinos es una evidencia. Pero han llegado a África para lo mismo que llegaron los europeos: para explotarla.

P.- ¿De verdad le recuerda África a la España de los años 50?
R.- Aquellos fueron años de hambre, de escasez, de carreteras infames, de sufrimientos, se falta de libertad, de cárceles... Me río yo de la crisis de hoy si vuelvo la cara hacia mi infancia y pongo mis pies en el África negra.

P.- Usted dice que no sigue ningún entrenamiento físico y, con todos los respetos, ya tiene una edad, pero sigue pegándose palizas de mochilero adolescente. ¿Cómo le aguanta el cuerpo?
R.- El cuerpo se euforiza cuando la mente te guía los pies. Yo me siento todavía cargado de energía, aunque cargue más se seis décadas en mi DNI. Siempre vuelvo más alegre y joven que cuando me fui.

P.- "Soy un viajero que nunca ha hecho viajes para escribir sobre ellos. Es una actitud que siempre me ha parecido una estupidez. Sería como si uno quisiera enamorarse para escribir luego un libro sobre el amor". Esto lo dice Tabucchi en Viajes y otros viajes. ¿Qué le parece semejante reflexión?
R.- Todos los grandes escritores han dicho alguna vez una tontería queriendo decir una "boutade". Pero no es mi estilo contestarle a un muerto. Y me fascinó Sostiene Pereira.

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