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El Cultural

Noa

"La vida es una tragedia que la generosidad puede transformar"

16 julio, 2011 02:00

Noa

Tras varios conciertos en nuestro país, actúa este sábado en el Festival Grec de Barcelona y el viernes 22 en Lorca.

Ajinoam Nini (Tel Aviv, 1969), más conocida como Noa, quería ser escritora pero la fuerza de la música se impuso a su vocación. Hoy enamora a todos con sus composiciones, forjadas en un mundo propio creado bajo la amalgama del rock, el jazz y la música clásica y la inspiración de cantautores como Paul Simon, Joan Baez, Leonard Cohen o Carlos Santana. Todo ello, unido a una bellísima voz plagada de infinitos registros y a una profunda implicación en las causas humanitarias, hacen de ella una de las cantantes más carismáticas y singulares de la escena internacional.

Pregunta.- La suya fue una infancia interesante.
Respuesta.- Tuve una educación tradicional judía. Mi familia es yemení y emigró desde el Yemen hasta Israel hace muchos años. Mi hermano y yo somos la tercera generación nacida en Israel. Cuando éramos muy niños mis padres decidieron marcharse a vivir a Nueva York, concretamente a Manhattan, para que mi padre, ingeniero químico, pudiera completar su formación en la universidad. Nuestra casa allí era muy yemení en cuanto a costumbres y tradiciones, de hecho América nunca traspasó el umbral de la puerta.

P.- Eso imprime carácter.
R.- Sí, porque además estudiábamos en un colegio judío muy ortodoxo y muy respetuoso con la religión. Eso nos confundía un poco porque mis padres eran muy poco practicantes y el ambiente familiar no era nada religioso. A eso había que añadir que hicimos muchos amigos genuinamente americanos o sea que realmente estábamos muy expuestos a distintas culturas y religiones y todo eso se refleja en mi vida artística y personal.

P.- ¿Cómo se inició en la música?
R.- A los ocho o nueve años ya mostraba inclinaciones musicales y a esa misma edad empecé a componer mis primeros temas en inglés. En el colegio tenía un profesor de música muy bueno, al que le enseñaba mis trabajos y él siempre me animó mucho a seguir ese camino. A los 12 o 13 años monté un grupo de música con unos cuantos amigos que interpretaban todas mis composiciones. Pero la música era un hobby para mí, yo quería ir a la universidad y estudiar literatura, que era mi pasión. En realidad no decidí dedicarme a la música hasta que me fui a vivir a Israel.

P.- Ese año marcó un punto de inflexión en su vida.
R.- Sí, en 1977, con 18 años, decidí marcharme a Israel con el que hoy es mi marido y padre de mis hijos, un médico pediatra llamado Asher Barak. En ese año perfilé mi vida personal y profesional, ya que me matriculé en la Escuela Rimon de Tel Aviv, donde estudié Jazz y Música Contemporánea, ya firmemente decidida a vivir de la música. Y en esa misma escuela conocí también al guitarrista y compositor Gil Dor, junto al que llevo trabajando desde entonces.

P.- El 4 de noviembre de 1995 fue otra fecha decisiva en su vida.
R.- Ese día yo estaba actuando para más de 50.000 personas en el histórico concierto por la paz en Tel Aviv y solo unos minutos después Isaac Rabin era asesinado muy cerca de allí, al terminar su discurso en un mitin. Ese hecho dramático me marcó, y a raíz de eso decidí dedicar mi esfuerzo y mi trabajo en pos de la paz en Oriente Medio, siguiendo su ejemplo.

P.- ¿Se siente más cantante o activista?
R.- Antes que nada soy madre de familia. Tengo tres hijos a los que adoro y eso es lo primero. Y lo segundo es la música, que es indisociable al hecho de emplear a fondo mi trabajo para contribuir a la paz. Pero mi verdadero reto, como el de muchas mujeres profesionales, es el de conjugar mi vida profesional y familiar. Quiero cuidar y educar a mis hijos, y quiero hacerlo yo, junto a mi marido, sin dejar esa responsabilidad en manos de otros. Aparte de ser cantante y compositora estoy muy involucrada en el voluntariado, sobre todo en lo que atañe a niños enfermos. Y además soy embajadora de primera voluntad de la FAO. Hago todo esto por mí misma y para dar un buen ejemplo a mis hijos, la educación ha de ser activa y nada mejor que predicar con el ejemplo.

P.- ¿La maternidad es vivida de una manera diferente en una familia judía?
R.- En absoluto, es un sentimiento al margen de culturas, creencias y religiones. Todas las mujeres tenemos un vínculo fortísimo con los hijos, es algo biológico e instintivo.

P.- Compuso el tema principal de la película La vida es bella, ¿qué recuerdos tiene de ese momento?
R.- Me sentí muy orgullosa de que el director, Roberto Benigni, pensara en mí para ello. Me identifico muchísimo con el mensaje esencial del filme, y la canción que compuse está muy conectada a mí y a mi manera de ver la vida. Esa certeza de que la vida es una gran tragedia pero puede transformarse gracias al espíritu y la generosidad de los seres humanos me parece algo muy bonito y muy verdadero.

P.- Ha compartido escenario con los más grandes del momento, desde Sting a Stevie Wonder, Carlos Santana o George Benson. ¿Qué ha aprendido de ellos?
R.- Bueno, siempre digo que mis grandes maestros han sido figuras como las que cita además de Joan Baez, Leonard Cohen, Paul Simon, Al Di Meola y tantos otros. A su lado soy una vulgar aprendiz de cantante, pero lo que de verdad me une a ellos es el profundo amor a la música que todos sentimos.

P.- ¿Cómo es la cotidianidad de una cantante como usted?
R.- Vivo a 40 kilómetros de Tel Aviv, en una zona muy tranquila, rodeada de aire puro y naturaleza. Me ocupo de mis tres hijos y mi estudio está muy cerca de mi casa, lo que me permite ir a grabar y ensayar con gran flexibilidad de horarios. Mis hijos acaban de empezar sus vacaciones escolares, y lo que más me apetece es compartir ese tiempo con ellos, por eso este verano voy a hacer muy pocas giras, aunque normalmente viajo bastante.

P.- ¿Qué es lo que nos va a ofrecer en su actuación en el Festival Grec de Barcelona?
R.- El concierto se dividirá en dos partes, la primera será un repaso a las canciones más representativas de mi carrera. Y en la segunda ofreceré temas de mi último álbum, un bonito recopilatorio de canciones napolitanas. Y por último habrá una bonita sorpresa, que no pienso desvelarle.

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