El Cultural

François Dupeyron

9 julio, 2010 02:00

François Dupeyron es un director notable de Francia por sí solo. Basta recordar Monsieur Ibrahim y las flores del Corán (2003), una hermosa película que fue un gran éxito en España. Ahora estrena Un regalo para ella, que codirigió con Claude Berri poco antes de que éste muriera. Se trata de una comedia ligera y refrescante, que como reconoce el propio Dupeyron tiene pocas ínfulas más allá de divertir. Cuenta la historia de una pareja burguesa (Alain Chabat y Mathilde Seigner) cuyos problemas comienzan cuando el marido regala a la esposa un perro que se convierte en el centro de todas sus discordias ya que ella desarrolla una relación hiperbólica con el animal.

PREGUNTA.-¿Cómo llegó al proyecto?

RESPUESTA.-Claude me llamó cuando la preproducción estaba muy avanzada. Yo no participé en el guión ni en el reparto. Él estaba muy enfermo y, además, era un hombre que sufría unas depresiones horribles. Murió al cuarto día de rodaje y la rodé casi entera yo solo.

P.-¡Se permitió muchas libertades?

R.-Procuré ser muy fiel a su enfoque. Para mí, fue muy sorprendente el tipo de película que sabía que sería su testamento.Me esperaba un melodrama y encontré una comedia ligera, ligerísima. En la que además se reía de algo que para él había sido muy doloroso. La realidad es que había perdido a su última pareja, a la que había estado muy unido, a raíz de lo que sucede en el filme, el regalo de un perro.

P.-La obsesión de Francia por los perros es antológica...

R.-(Riéndose) Hay una historia en este sentido que me fascina: ¡Miterrand mandó que su perro estuviera en su funeral! Fue una de sus últimas decisiones. En mi país, hay muchísimas personas que tienen una relación enfermiza con sus animales, pasa también con gente mayor. Hay algo en esa obsesión muy contemporáneo, cada vez nos fiamos menos de las personas pero seguimos teniendo la necesidad de afecto. Aunque hay algo que va más allá, por ejemplo, el contacto físico. Tenemos necesidad de tocar y con nuestras mascotas podemos hacerlo.

P.-Todo tiene un tono muy disparatado...

R.-Yo creo que es una historia de amor, básicamente, y que el tema esencial no es tanto el perro sino el hecho de que la negociación forma parte de la base de cualquier relación, más en las de pareja. Es una cuestión de hasta dónde puedes ceder en tu soberanía a favor de la unión. Y ese pacto se está renovando constantemente. Lo más curioso para mí, de todos modos, insisto es que Berri le diera un tono tan ligero a algo que él vivió como una inmensa tragedia. Aquella separación lo destrozó, literalmente.

P.-La felicidad del principio, que parece robusta, se ve truncada muy rápidamente...

R.-Está esa idea de la evanescencia, de lo poco que dura la felicidad aunque en un momento dado pensemos que pueda ser eterna. Ahí está lo que yo creo que Berri quería contar, cómo debemos disfrutar de lo bueno porque cada instante es precioso y se marcha rápido.