Image: Isabel Rey

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El Cultural

Isabel Rey

“Con el tiempo me he ido soltando. Ahora puedo dar besos”

22 marzo, 2010 01:00

Isabel Rey

Regresa, hoy, al Ciclo Lied del Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Benjamín G. Rosado
Curtida en mil batallas, la soprano valenciana Isabel Rey mira al futuro desde lo alto de un palco de la Ópera de Zúrich, donde reside hace algunos años, aunque "vivir, lo que se dice vivir, no vivo en ningún sitio". Dice que ha encontrado en María, la desconsolada Grimaldi del Simon Boccanegra verdiano, nuevas ansias por sacarle enteros a su voz en un registro más lírico. Asegura que ha tenido que replantearse "algunas cosas", que pronto cristalizarán en "algunos roles" sobre el escenario. Su abanico abarca del lied a la zarzuela. Por eso tiene gracia que hoy podamos verla, nuevamente, en el Ciclo Lied del Teatro de la Zarzuela para un surtido variado en el que no faltan las Canciones de Valldemosa su querido García Abril, que pone música también a las Canciones de noche y estrellas que la soprano ha escrito de su puño y letra.

PREGUNTA.- Es usted la única española en todo el ciclo lied. ¿Supone esto un plus de responsabilidad?
RESPUESTA.- No querría plantearlo en términos de responsabilidad. Pero lo cierto es que no abundan los españoles en este tipo de ciclos. Yo llevo desde los 17 años haciendo lied, y es la segunda vez en una década que participo en el programa liederístico del Teatro de la Zarzuela. No puedo estar más agradecida.

P.- La vimos desfilar recientemente por el Teatro Real con el Mozart hiperrealista de Sagi. Usted proponía unas Bodas de Susanna. ¿Se ha planteado desarrollar esa idea?
R.- (Risas) Lo que quería decir es que el título de la ópera tiene mucho que ver, como es lógico, con el momento en que fue estrenada. También con los precedentes que marcaron Rossini y Beaumarchais. Hoy una ópera con ese argumento tendría que tener el nombre de la mujer por algún sitio.

P.- En cierta ocasión, un director de escena francés le propuso unas Bodas ligeras de equipaje...
R.- Es cierto. Lo rechacé. La única ópera que a mi entender puede exigir un desnudo, no necesariamente integral, es Lulú. Ahora me lo pensaría, dependiendo de quién y cómo, porque con los años he ido perdiendo pudor, me he ido soltando. Ahora puedo dar besos.

P.- ¿Quiere decir que un desnudo habría evitado la espantada de Madrid?
R.- Para nada. La gente está harta de los desnudos. Ya no son noticia. Ahora ves a la gente que posa para Spencer Tunick en la Ópera de Sydney y no impresionan. Diría más, pueden llegar a molestar.

P.- Al principio de su carrera, pensaba que con cinco o seis roles podría abrirse camino. Hoy su voz sigue engullendo papales. ¿Hasta cuándo?
R.- Cuando salí del conservatorio, mi modelo a seguir era Kraus, que tenían unos roles muy determinados y adecuados a sus cualidades. En esa época de la que le hablo, los cantantes incorporaban un rol a su repertorio y lo paseaban durante meses, incluso años, por los teatros europeos. Con el tiempo me he dado cuenta de que el canto es como la literatura. Un libro te lleva a otro libro. Y, en fin, ya llevo 60, una buena biblioteca.

P.- Su último descubrimiento ha sido la Maria de Simon Boccanegra. ¿Cómo fue el encuentro con ella?
R.- Estaba en Zúrich, y venía de hacer barroco. Cuando entré en el ensayo del Simon Boccanegra fue como encontrarme con un viejo amigo o, mejor dicho, con una vieja amiga. El sonido que proyecté lo reconocí enseguida, porque era lo que llevaba tiempo buscando. Pero María no es más que otro paso hacia delante. Pronto debutaré otros dos roles verdianos. La Amalia de I masnadieri y una Traviata.

P.- También saca tiempo para impartir clases de canto.
R.- Desgraciadamente, no cuento con demasiado tiempo para mis clases, aunque sigo con mucho interés la evolución de algunas niñas de Las Palmas. Pero si una cosa tengo clara es que cuando deje de cantar me dedicaré a enseñar. Después del aplauso del público, no hay nada más reconfortante que el aprendizaje de un alumno.

P.- ¿Y cómo van de divismo las generaciones venideras?
R.- No sé si se puede llamar divismo, pero van con la quinta metida. Se olvidan de que esto es una carrera de fondo. Hay que administrar las fuerzas, trabajar diariamente y esperar el momento.

P.- Y cuando le pidan consejo, ¿qué dirá que es más importante, un buen acompañante al piano o un manager con contactos?
R.- Es una pregunta con trampa, que responderé tramposamente. Me quedo con los dos.

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