Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía de 2021.

Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía de 2021. Redes Sociales

Motor

Los secretos de la otra Baja Aragón: la intrahistoria de cómo el piloto Pep Fallada "salvó su vida" tras "quemarse por dentro"

EL ESPAÑOL descubre la historia de este piloto amateur que estuvo a punto de morir tras sufrir un gravísimo accidente mientras preparaba el Rally Dakar.

Más información: Desde el corazón de la Baja Aragón Trofeo Getac: "Si tuviera tres días más, los pasaría todos trabajando en este sueño".

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Durante este pasado fin de semana, del 25 al 27 de julio, se ha celebrado una de las pruebas más míticas del motorsport nacional. Se trataba de la Baja Aragón Trofeo Getac, la cual celebraba su 41ª edición. Unos días de velocidad, de experiencias y de mucho rally-raid.

La carrera dejó como grandes vencedores a dos estrellas de este universo como Joao Ferreira (coches) y Lorenzo Santolino (motos). Sin embargo, por los caminos de la comarca de Teruel también pasaron ilustres como Nasser Al-Attiyah, Nani Roma, Laia Sanz o Cristian Gutiérrez.

Sin embargo, este tipo de jornadas dan para mucho más que solo conocer cómo va la preparación del Rally Dakar de estos galácticos. Son oportunidades para compartir momentos íntimos con aquellos que sueñan algún día con compartir cartel con las estrellas.

EL ESPAÑOL ha estado inmerso en esta prueba, conociendo de primera mano cómo se gesta y cómo los equipos poderosos y modestos afrontan un fin de semana que es clave en el calendario de muchos pilotos.

Pero también compartiendo cuneta con algunos de esos soñadores anónimos. Y es que así es como se conocen historias como la de Pep Fallada, un enamorado de los coches y de la mecánica que reparte su tiempo entre su trabajo y su pasión.

Por un lado, lidera una empresa ubicada en Reus que bajo el nombre de 'Tallers Baldo' se dedica al mundo del motor desde hace más de 40 años y que actualmente está especializada en la reprogramación de centralitas, cuadros digitales y centralitas reprogramables adicionales.

Gracias al éxito de su negocio, Pep puede costearse dar rienda suelta a su pasión y a su mayor talento, que no es otro que el de pilotar. Sin embargo, como en toda vida de riesgo, hay veces que los límites se superan y es cuando toda esa vida salta por los aires en un segundo.

Eso fue lo que le sucedió en el año 2021, cuando tal y como cuenta a EL ESPAÑOL, sufrió un gravísimo accidente que estuvo a punto de costarle la vida. Solo un milagro le sostuvo en este mundo y le apartó de un trágico final. Justo cuando peleaba por alcanzar su mayor sueño.

Y es que Pep Fallada tenía por aquel entonces el reto de participar en el Rally Dakar. Ahora, más de cuatro años después de aquella tragedia con final feliz, el piloto catalán sigue recuperándose de las increíbles secuelas, aunque sin abandonar la pasión de subirse a un coche para sentirse libre.

El accidente que lo cambió todo

Corría el mes de mayo del año 2021. Pep Fallada se encontraba disputando en Marchena (Sevilla) el Rally de Andalucía, una de las pruebas más importantes en su calendario de cara a participar en el Rally Dakar del 2022. Ese era su gran reto y su gran sueño.

Sin embargo, un trágico accidente repleto de mala suerte estuvo a punto de terminar con su historia para siempre. Después de un repostaje, su copiloto y él retomaban la marcha en su Can-Am South Racing, un T4 oficial con el que estaban cuajando una meritoria actuación, siempre entre los 15 primeros de la tabla.

Aquel fue un accidente que realmente no debería haber tenido importancia. Sin embargo, un cúmulo de infortunios convirtieron a Pep y a su copiloto en los protagonistas de una escena de la saga de Destino final.

La mala suerte hizo que su T4 volcara, lo que provocó que el depósito de gasolina, situado bajo el asiento del propio Pep y recién llenado hasta arriba, estallara. En ese momento, todo el Can-Am se convirtió en una llamarada que se tragó a los dos integrantes.

Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía de 2021.

Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía de 2021. Redes Sociales

El copiloto de Pep consiguió escapar enseguida. Sin embargo, el piloto de Reus quedó dentro del vehículo unos instantes que fueron eternos y que estuvieron a punto de costarle la vida. "Se produjo una bola de fuego terrible", cuenta Pep a EL ESPAÑOL desde uno de los tramos de la Baja Aragón.

El catalán aún no sabe realmente cómo fue capaz de escapar de aquella trampa mortal. No obstante, le agradece a la adrenalina del momento el seguir con vida, porque solo gracias a esa sensación de supervivencia que se siente al borde de la muerte pudo salir de una pieza.

E incluso tardó en darse cuenta de que estaba destrozado. Sin embargo, minutos después, la dura realidad de lo que había vivido le hizo empezar a caer en la cuenta de las terribles lesiones que había sufrido. "Las consecuencias fueron fatales. Me quemé mi cuerpo por fuera y por dentro".

Y es que esa gran bola de fuego arrasó todo a su paso. Incluidas las manos y la cara de Pep. Pero también el interior de su organismo, afectando a órganos sumamente importantes. "Me quemé la garganta y los pulmones". Ahí comenzó una batalla por agarrarse a la vida que le mantuvo 44 días en la UCI tras haber sido trasladado en helicóptero al Hospital Virgen del Rocío.

Una experiencia cercana a la muerte

Aquellos segundos intentando salir de un coche convertido en una gran bola de fuego fueron los más angustiosos de su vida. Los minutos posteriores en los que sentía que esa vida se le escapaba, sin poder hablar, respirar o incluso tragar saliva, se le hicieron eternos.

Y es que el trance por el que tuvo que pasar Pep fue terrible. El piloto afirma incluso haber visto "la famosa luz blanca" en lo que perfectamente se podría definir como una ECM (Experiencia Cercana a la Muerte). Y es que ni siquiera estar en el hospital le aseguraba seguir con vida. 

Tras haber sido intubado, uno de los momentos más críticos llegó entre el octavo y el noveno día. "Mi nivel de oxígeno iba bajando y bajando. A mi mujer le dijeron que no se podía hacer nada". Para entonces ya le había trasplantado ocho bolsas de sangre y su corazón permanecía días enteros sin bajar de 150 pulsaciones.

En ese momento, el diagnóstico de los doctores que lo atendían junto al equipo de especialistas de quemados del Hospital Virgen del Rocío, era claro: "O muere ahogado o el corazón se terminará parando". E incluso avisaron a Rosa, la mujer de Pep: "Creemos que esta noche no la pasa. No sabemos cómo está vivo aún".

Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía.

Pep Fallada compitiendo en el Rally de Andalucía. Redes Sociales

Fue en esas horas cuando apareció el famoso túnel con su luz blanca: "No sé si fue por la medicación o que mi cerebro escuchó algo. Yo estaba en un vagón de un tren tumbado en el suelo. Era el único pasajero. Y por la puerta lateral entraba una luz blanca muy fuerte, aunque no vi ningún angelito".

"Esa luz blanca me hablaba y me decía que mi vida en la tierra se había terminado. Yo decía que tenía una mujer y dos hijos pequeños que todavía me necesitaban, que no iba a ir a ninguna parte. Yo me quedaba ahí porque iban a venir a buscarme".

En aquella época, año 2021, España y el mundo hacía poco que habían cumplido su primer año de lucha contra la Covid-19 y para entonces, ya se había avanzado mucho en el uso de respiradores y en las diferentes técnicas en los hospitales.

"Dos enfermeros hablan de mi caso y se preguntaban que por qué no me ponían boca abajo como a los enfermos de Covid. Así los pulmones se expanden o algo así. Me lo hicieron y a la mañana siguiente, aunque continuaba estando muy grave, no había empeorado, algo que pasaba cada día".

A partir de aquel descubrimiento, los médicos fueron volteando el maltrecho cuerpo de Pep cada pocas horas. Y gracias a eso, muy lentamente, los pulmones fueron volviendo a respirar cada vez más y mejor. "Después ya vinieron las operaciones de las manos, de la cara, de las piernas, de la espalda... Me extirparon piel de mi pierna izquierda, lo único que no me quemé".

"Con eso te hacen como una especie de puré para sembrar en las zonas donde se ha quemado mucho. Dejan células de piel para que crezca piel nueva. Gente que sabe de esto me ha dicho que fue una experiencia cercana a la muerte. Yo tenía ganas de vivir y me quedé aquí por el amor que sentía por mi familia. Si yo me hubiera dejado ir pues a lo mejor estaría muerto".

Volver a nacer, volver a competir

Tras ganar aquella primera batalla crítica, comenzó otra gran pesadilla. Pasaban los días y Pep no veía la salida de la Unidad de Cuidados Intensivos. Su mente quería volar, e incluso fantaseaba con la idea de volverse a subir a un coche de competición. Pero su cuerpo necesitaba recuperarse.

Ahí arrancó una lucha contra el tiempo que aún hoy perdura. Cuando se produjo el terrible accidente, hacía tan solo unos días que Pep había estrenado su Can-Am de South Racing: "Acababa de comprarlo, era la primera carrera".

Hoy han pasado más de 4 años de aquel momento que marcó su vida y su cuerpo para siempre. Sin embargo, Pep no ha perdido el hambre ni la ilusión por seguir subiéndose a un coche de carreras. De hecho, tal y como confiesa entre risas a EL ESPAÑOL, ya "son más de 1.000" las sesiones de rehabilitación que acumula. Y las que le quedan.

Desde hace algo más de un año, sus esfuerzos se centran sobre todo en recuperar la mayor fuerza posible en sus extremidades. "Me carbonicé las manos y tengo trasplantada la piel. La cara también". Pero sabe que esta batalla seguirá siendo una carrera de fondo.

Una buena parte del camino ya está andado, y es que Pep ha conseguido volver a competir y a sentirse piloto de rally-raid. Sin embargo, para volver a sentirse cerca de su 100% aún le queda una larga carrera de fondo.