Joan Laporta y Ronald Koeman antes de un entrenamiento del Barça

Joan Laporta y Ronald Koeman antes de un entrenamiento del Barça fcbarcelona.es

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El Barça de Laporta y Koeman ya hace aguas: de soñar con Haaland a temer por el patrimonio del club

Se ha creado una potente corriente en Barcelona que pretende vivir de espaldas a la triste realidad que muestran las cuentas de la institución.

27 marzo, 2021 23:30

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¿Alguien ha oído hablar del interés del Barça por Haaland? ¿Y por Alaba? Y por tantos otros, ¿verdad? La ficticia realidad que se ha creado en Barcelona supera a la mejor película de Hollywood. La llegada de Laporta, además de ilusión y celebraciones sonadas en el búnker de su equipo y en el palco, ha servido para crear una corriente de falsa humildad y falso optimismo que parece estar calando en gran parte de la afición culé.

Es lógico que el nombre de Joan Laporta se asocie a esa ansiada ilusión teniendo en cuenta su anterior etapa en la presidencia del club que estuvo acompañada por una gran cantidad de títulos. Sin embargo, aquella etapa fue presidiendo un Barça con una mejor plantilla que la actual y con una situación económica mucho más holgada que la que ahora se ha encontrado. Tan lamentable es el estado de las arcas del Barça que se está realizando una nueva auditoría para conocer exactamente cuán grande es la deuda, esa que hablaba de 730 millones de euros pagaderos a final de este ejercicio en el mes de junio.

Laporta quiere evitar sorpresas y saber cuál es el panorama que tiene en estos momentos en el Barça para saber qué margen de maniobra tiene. De momento, le conviene que el club venda optimismo y buenos propósitos para mantener a la gente distraída hasta que ellos mismos afronten la realidad del asunto. Es un hecho de que la corriente del 'Laporta sí puede traer a Haaland, ya verá como lo hace' se ha extendido entre la afición culé cuando en realidad eso es algo que ahora mismo es imposible. De conseguirse, el resto de equipo españoles deberían decir basta, levantar la mano y marcharse, porque jugarían en inferioridad de condiciones, con unas reglas que no les permiten endeudarse hasta las cejas y seguir cavando la salida de su túnel hacia abajo en lugar de intentar trepar hacia arriba.

Joan Laporta en un debate electoral del FC Barcelona

Joan Laporta en un debate electoral del FC Barcelona

El lavado de imagen

El Barça, como club, como institución y como propiedad de decenas de miles de socios está sufriendo un lavado de imagen tanto externo como interno que sirve para aplazar la llegada del fuego que tienen a su espalda. El incendio está ahí, pero si consiguen darse la vuelta, vivirán calentitos e iluminados hasta que las llamas les devoren sin solución alguna. La economía de todos los clubes ha sido duramente golpeada por la pandemia. Aquellos que han venido haciendo las cosas bien se han encontrado con una situación difícil, pero salvable, porque había materia prima en sus arcas y en sus mecanismos de gestión financiera para superar este revés. Sin embargo, aquellos que solo tienen recibos de deudas y acreedores golpeando su puerta están claramente contra las cuerdas.

Esta es la situación del Barça que evidentemente no está provocada por Laporta, sino por las últimas gestiones presidenciales, pero es una situación que hasta el momento se ha estado maquillando para evitar un estado de histeria colectiva. Hasta cierto punto puede ser entendible que hasta que no se finalice esa auditoría no cunda el pánico de forma exacerbada, pero no es óbice para que la respuesta sea hablar de Haaland. La corriente de que Laporta puede hacer maravillas no le hace un favor ni al nuevo presidente ni al club como institución.

Por si esto fuera poco, esta corriente, que no es más que una huida hacia delante para evitar afrontar y escuchar los problemas reales a pesar de que hace unos meses salieran a la luz el estado de las cuentas, ha demonizado a la única persona que ha hablado claro sobre las cuentas del club.

Carlos Tusquets

Carlos Tusquets

Esa persona no es otra que Carles Tusquets, quien se puso al frente de la Junta Gestora tras la espantada de Josep Maria Bartomeu y que es tan culé como lo puedan ser Laporta, Rossell, Bartomeu o Gaspart juntos. Muchos barcelonistas han creído que Tusquets no era del Barça solo por ser sincero con la situación y por poner los puntos sobre las íes en una de las peores gestiones que se recuerdan al frente de un club tan grande con capacidad para generar mil millones de ingresos por temporada. Porque la crisis del Barça no es producto de la Covid-19, sino que la pandemia ha hundido el último bote salvavidas que les quedaba después de que el transatlántico hiciera aguas por todos lados.

Tusquets les ha contado a todos aquellos que sueñan con Haaland que el Barça no ha tenido dinero para nóminas, que es imposible retomar en estas condiciones el proyecto del Espai Barça, que no hay dinero para renovar a Messi con su estado contractual y que lo mejor habría sido una venta, que se han tenido que aplazar y no suspender los pagos de las reducciones salariales y que hasta en el Camp Nou se ha visto la caída de cascotes porque hay algunas zonas que no están en su mejor estado. Esta es la ruina y la miseria del club que sigue vendiendo que Haaland es posible. No en la situación actual. Y la culpa no es evidentemente de Tusquets, quien ha sido perseguido y amenazado durante estos meses. 

Las opciones de sobrevivir

El Barça está en una situación tan complicada que es necesario empezar a tomar decisiones trascendentales para evitar que la cosa pueda pasar a mayores. La situación actual de pandemia ha provocado que nadie se vaya a atrever a darles un golpe mortal por su insostenibilidad económica, no al menos durante la crisis que puede usarse como excusa para justificar que en esta situación no hay resurrección posible.

Sin embargo, la realidad tozuda que vive el Barça en estos momentos hace inviable que se puedan llevar a cabo o que sean suficientes, soluciones de las que ya se ha hablado y con las que no solo se ha pretendido salvar la catastrófica situación, sino justificar la llegada de potentes fichajes. Esto quiere decir que no, no es suficiente con ventas y un patrocinador para traer a Haaland. El Barça no está en esa situación. Tampoco de la famosa refinanciación de la deuda, algo necesario y que sucederá, pero que no es sinónimo de salvación absoluta.

Leo Messi, durante la toma de posesión de Joan Laporta

Leo Messi, durante la toma de posesión de Joan Laporta REUTERS

Cuando se hablaba de la posesión de patrocinadores y sponsors, se dijo que cada candidato podría tener alguno bastante potente, sobre todo Toni Freixa. De ellos se hablaba en cantidades totales y no de pagos que llegarían al FC Barcelona fraccionados año a año. Es decir, que temporada tras temporada habría una potente inyección de capital útil en una situación normal, pero insuficiente al borde de la quiebra. Esos patrocinadores, necesarios por supuesto, no son suficientes.

En cuanto a las ventas, muchos han empezado a hacer cábalas sobre cómo podrían llegar grandes nombres del mercado y a casi todo el mundo le salen las cuentas vendiendo a jugadores con nombre como Griezmann o Coutinho, además de ahorrarse sus fichas. Otro grave error. Más allá de que muchos de estos jugadores hayan perdido gran parte de su cartel, la venta positiva para el Barça solo puede centrarse en aquellos jugadores que, o bien hayan llegado a coste cero, o bien sean de la cantera, o bien estén amortizados.

Es decir, no vale con vender a Griezmann o a Coutinho si el Barça todavía tiene que abonar parte de sus traspasos a Atlético de Madrid o Liverpool. Por poner un ejemplo, si el Barça consigue sacar 80 millones por Griezmann en este mercado y todavía le restan por pagar 70, el Barça se quedaría sin un jugador de la talla del francés y con solo 10 millones para seguir tapando sus agujeros y traer un recambio. Es por ello por lo que con las ventas no es suficiente. Y el caso de Griezmann podría aplicarse a Coutinho, a Dembélé, a Junior Firpo y a tantos otros. Con estos números, ofrece más rentabilidad vender a Riqui Puig, ejemplo de canterano, por 15 millones, los cuales todos entrarían limpios, que a Griezmann por 80. La única razón positiva de cualquier salida es la pérdida de grandes salarios, aunque no para afrontar la llegada de un jugador como Haaland, sino porque el Barça necesita reducir su masa salarial con extrema urgencia.

Antoine Griezmann, en un momento del partido

Antoine Griezmann, en un momento del partido Reuters

Con la reducción drástica de salarios y las ventas sin amortizaciones, el Barça sí obtendría las dos primeras soluciones para salir del paso sin inventos extraños ni fórmulas mágicas e imaginativas. La tercera vía es la de desprenderse de patrimonio del club. Posesiones, terrenos, parte de la ciudad deportiva y demás elementos de valor por los cuales sacar dinero para sanear la economía. En este contexto se entiende mucho más la imposibilidad de que el Barça pueda acometer fichajes ilusionantes o renovaciones como la de Messi.

Equipo de fantasía

Para aquellos que viven de espaldas a la realidad es posible que sin hacer todo lo citado anteriormente, el Barça pueda crear un nuevo equipazo, un conjunto de estrellas para volver a pelear por el triplete. Además, defienden que es necesario tener a grandes jugadores para así atraer a marcas y a patrocinadores, algo que es real, pero no cuando se tienen 730 millones de euros para pagar en junio y casi 1.200 millones de euros de deuda a largo plazo. En esa situación solo sirve tirar la casa y empezar a construir otra vez desde los cimientos, ladrillo a ladrillo, porque pintar las paredes de color verde esperanza no es más que seguir cavando su propia tumba.

En los últimos meses, en el entorno del Barça se ha hablado de nombres como los de Haaland, André Silva, Alaba, Depay, Wijnaldum, Agüero, Lautaro Martínez, Eric García y hasta el regreso de Neymar. Todo fantasía, todo castillos en el aire. El Barça no puede acometer ni grandes ni pequeños fichajes porque sencillamente sería seguir entrampándose a lo bestia y agravar una situación ya alarmante. Además, habría que ver qué disponibilidad de salarios tienen para todos esos jugadores y si la actual plantilla, con retrasos en los pagos de las nóminas y con la reducción salarial pendiente de ser cobrada en el futuro, accedería a la llegada de altos sueldos al club que les pudieran perjudicar.

Erling Haaland, antes de un partido

Erling Haaland, antes de un partido REUTERS

Cierto es que si el Barça quiere intentar traer caras nuevas este verano tendrá que hacerlo con jugadores a coste cero como son los casos de Eric García o Agüero, pero tendrá que hacerlo con jugadores a los que sea capaz de convencer de que tienen que venir por un sueldo realmente bajo, algo que no podrán hacer, por ejemplo, con Alaba.

Y a toda esta película económica hay que ponerle el final de saber qué puede suceder con varios nombres como el de Messi, que cobra 74 millones de euros netos, 150 millones de euros brutos para el Barça, y que si se quiere quedar tendrá que reducirse esa cuantía, al menos, a la mitad. Laporta tiene previsto reunirse en breve con el argentino para comunicarle cuánto le puede ofrecer por quedarse.

Será momento de saber también qué decisión tomar con Koeman, un entrenador que ya ha pedido fichajes sin tener asegurado su futuro. El nuevo presidente es partidario de nombres como los de Arteta o Nagelsmann para su nuevo proyecto, pero la situación le obliga a darle una oportunidad al holandés, aunque todo dependerá de si se gana la Copa del Rey y si se puede pelear por La Liga. Sin títulos, se antoja complicada su continuidad.

La resolución de estos y otros problemas como la situación de Ansu Fati son los problemas que tiene Laporta encima de su mesa. El caso del canterano era el más claro, un jugador con mucho valor de mercado y cuya venta sí sería una inyección de capital importante. A cambio, se pierde futuro. Además, su rodilla no parece por la labor de poner esta opción al alcance, por lo que el Barça tendrá que seguir pensando qué puede hacer y qué no.

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