Trey Thompkins ante Augustine Rubit.

Trey Thompkins ante Augustine Rubit. TIMM SCHAMBERGER EFE

Euroleague

Trey Thompkins finiquita el calvario del Real Madrid a domicilio ante el Brose

Tras cuatro jornadas europeas sin conocer la victoria lejos de casa, los blancos ganaron de nuevo gracias a otro partido muy sólido en ataque y defensa. Es el tercer triunfo continental seguido (66-81).

21 diciembre, 2017 21:47

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Si la perfección ya es difícil de conseguir, aún adquiere mayor complicación rebatirla. Por eso, una primera parte tan cercana al 10 como la del Real Madrid en Bamberg, cimentada en un primer cuarto sublime, resultó la peor pesadilla esperable para el Brose. Los números no engañaron: sólo un par de tiros de dos fallados de 10 intentados, un 15/15 impecable en tiros libres, 17 rebotes… Y a estos se les añadieron unas sensaciones colectivas que demuestran por qué el bache que llegaron a sufrir los de Laso en Europa sólo era de alarma relativa: ya van tres victorias consecutivas blancas en la Euroliga [Narración y estadísticas: 66-81].

El Madrid ni siquiera acusó la mejoría local tras los 10 primeros minutos. Desde el principio, quiso marcar las diferencias. En ataque, con un nuevo paso adelante de los secundarios. Trey Thompkins se llevó la palma en ese sentido. Con 10 puntos en el periodo inicial, el estadounidense dejó claro que sigue de dulce. Tampoco se cortó en demostrarlo ya más entrado el partido. Este es su tercer curso en la capital española y, con mayor número de minutos y de confianza, el '33' está respondiendo con creces. Pocos hubiesen apostado por su permanencia en el equipo, a la par que por este protagonismo, al poco de llegar.

A Fabien Causeur tampoco le tembló el pulso. No se le ha olvidado encestarlas como churros en el Brose Arena, la que hasta hace unos meses era su casa baloncestística. El francés fue el otro jugador del Madrid que arrancó el duelo como un tiro. Aunque, como Thompkins, supo tapar el tarro de las esencias y volverlo a abrir tras el descanso. Entre medias, los buenos minutos de Carroll en el segundo cuarto, el factor Doncic (cuando entra en el campo, algo o incluso todo cambia) y la garra de Reyes sostuvieron las ventajas considerables. A pesar de que los alemanes despertaron.

Después de un inicio ofensivo errático, chocándose una y otra vez contra la extenuante defensa visitante, los hombres de Andrea Trinchieri encontraron la fluidez. Y llegaron a jugar mejor que sus rivales del Madrid durante algún tiempo. Sin embargo, los golpes del Brose siempre fueron contrarrestados. Dio igual que Hackett metiese 11 puntos en un cuarto, que Hickman quisiese hacer de líder o que Lo despertase tras una bronca de su entrenador. El tiro exterior, con Staiger como gran exponente, fue el clavo ardiendo al que se agarraron los de Bamberg para confiar en alguna posibilidad de remontada. Pero no, no hubo manera.

No cuando la zona era territorio vetado una y otra vez para los alemanes. Sí, convirtieron triples con mayor facilidad, pero por dentro se toparon con un muro llamado Tavares. La capacidad de intimidación del caboverdiano va a más con cada nuevo partido solventado en el calendario. Tampoco hay que pasar por alto el trabajo silencioso pero efectivo de Santi Yusta. Al igual que los buenos datos reboteadores y pasadores de Campazzo. La clave para volver a triunfar a domicilio cuatro jornadas europeas después fue muy simple: consistencia. Desde el salto inicial hasta el bocinazo, el Madrid tuvo muy presente el objetivo que acabó por cumplir: vencer.