Un trozo del fémur De Santiago el Apóstol.

Un trozo del fémur De Santiago el Apóstol. Kaare Lund Rasmussen

Historia DESCUBRIMIENTO

Los huesos atribuidos a Santiago el Menor no son del apóstol: revelan que tienen dos siglos menos

Un equipo de investigadores ha analizado el supuesto fémur del apóstol y otras reliquias de San Felipe que también se encuentran en la Basílica de los Santos Apóstoles.

2 febrero, 2021 13:54

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Cuando en el siglo VI se levantó la Basílica de los Santos Apóstoles, ubicada en el barrio de Trevi de la ciudad de Roma, se aprovecharon los materiales de las termas de Constantino. Gracias a las estructuras que había ordenado construir el antiguo emperador que detuvo la persecución de los cristianos y dio libertad de culto al cristianismo, erigieron una basílica que guardaría las reliquias de los apóstoles San Felipe y Santiago el Menor.

Ahora, un equipo de investigadores liderado por el arqueómetro y químico Kaare Lund Rasmussen ha analizado los restos de los supuestos dos apóstoles que descansan en el recinto religioso de Roma.

Tras el edicto de Milán del año 313 d.C., el cristianismo comenzó su expansión por todo el viejo continente. La propagación de la religión culminaría cuando Teodosio I el Grande, quien decidió hacer del cristianismo la religión oficial del Imperio. En estos tiempos, se construyeron numerosas iglesias y muchos de los mártires cristianos, así como los apóstoles que habrían seguido a Cristo, fueron trasladados a estas nuevas edificaciones.

Los apóstoles San Felipe y Santiago El Menor.

Los apóstoles San Felipe y Santiago El Menor.

San Felipe y Santiago el Menor llevan alrededor de 1.500 años en la Basílica de los Santos Apóstoles. Sin embargo, el trabajo de los investigadores puede haber puesto punto y final a esta creencia. Los resultados, publicados en la revista Heritage Science, indican que los restos de San Felipe eran demasiado difíciles de descontaminar y fechar por radiocarbono, por lo que su edad sigue siendo desconocida hasta ahora. En cuanto al fémur, que se cree que pertenece a Santiago, sí que se sometió a varios análisis. Lo más importante es que fue fechado por radiocarbono entre los años 214-340 d.C.

Por lo tanto, la reliquia conservada durante tantos siglos no pertenecería al hombre que cenó por última vez con Jesucristo, sino a alguien 150 años más joven. "Aunque la reliquia no es de Santiago, arroja luz sobre una época muy temprana y en gran parte desconocida en la historia del cristianismo primitivo", apuntan los investigadores.

¿Quién es?

Si el fémur no corresponde con la época de Santiago el Menor, los expertos se preguntan quién podría ser y cómo llegaron sus restos hasta la basílica. "Consideramos probable que quien trasladara este fémur a la iglesia de los Santos Apóstoles creyera que el fémur pertenecía a Santiago", explica el arqueómetro. "Debieron haberlo sacado de una tumba cristiana, por lo que pertenecía a uno de los primeros cristianos, apóstol o no", concluye.

Con los restos de San Felipe, aunque no hayan podido ser analizados correctamente, se cree que se pudo proceder de la misma forma. "Uno puede imaginar que cuando las autoridades de la iglesia primitiva estaban buscando el cadáver del apóstol, que había vivido cientos de años antes, buscarían en los antiguos cementerios cristianos donde los cuerpos de hombres santos podrían haber sido enterrados", apuntan.

A Santiago se le conoce en la Biblia como "El primo del Señor", debido a que su madre era pariente de la Virgen María. Es considerado por el apóstol San Pablo como una de las principales columnas de la Iglesia. Se cuenta de él que oraba constantemente por su pueblo debido a los numerosos pecados que cometían y consiguió evangelizar a muchos judíos al cristianismo con su ejemplo y devoción.

Por otra parte, San Felipe nació en Betsaida y fue discípulo de San Juan Bautista. Fue uno de los primeros apóstoles de Jesús. Entre las apariciones más destacadas en las Sagradas Escrituras, destaca la pregunta sobre la multiplicación de los panes ("¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?"), la petición que le hizo a Cristo en la última cena para que le "muestre al padre" o el permiso que le pidió para poder enterrar a su padre, a lo que Jesús respondió "Sígueme y deja a los muertos sepultar a sus muertos".