Cortázar y Carol Dunlop.

Cortázar y Carol Dunlop.

Cultura

15 poemas (inolvidables) para engancharse a la poesía en tiempos de coronavirus

Lorca, Cristina Peri Rossi, Gloria Fuertes, Goytisolo, César Vallejo, Piedad Bonnett y otros autores de poesía para los tiempos complicados. 

24 marzo, 2020 02:53

Tan acostumbrados como estábamos a vivir masticando estímulos exteriores -en la onda de este capitalismo feroz que nos sobrealimenta de unos productos y otros, de unas novedades y otras-, parece que en estos días de confinamiento vamos a tener que habituarnos a mirar un poco hacia adentro; a volvernos introspectivos, inteligentemente misántropos -respetando las distancias y el encierro- y a tener citas con nosotros mismos.

Quizá por eso es un buen momento de releer los viejos poemas que nos empujaron a la poesía, como decía Cohen, o, mejor: de darle una primera oportunidad a algunos autores en los que no habíamos escarbado lo suficiente. Es posible que después los quieran para siempre en su vida: avisados están. Aquí 15 poemas para cogerle el gusto a la poesía.  

1. Considerando en frío, César Vallejo

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...

le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

2. Así, José Agustín Goytisolo

Algunas veces llego
presuroso, rodeo
tus rodillas, toco
tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera
decirte tantas cosas!
Te compraré un pañuelo,
seré buen chico, haremos
un viaje….No sé,
no sé lo que me pasa.

Quiero morir así,
así en tus brazos.

3. Esos locos furiosos increíbles, Goytisolo

Llegan apresurados y nunca dicen para qué
ni de dónde proceden
y enseguida te piden dos mil francos
que casi siempre te han de devolver
o te quitan la toalla sin respeto
cuando te estás duchando
se ponen la colonia los polvos el masaje
la loción de tu novio o de tu hija
te arrastran a lugares espantosos o bellos
y ni siquiera piden tu opinión
y beben prodigiosamente se ponen a cantar
en cualquier parte
o arman la del gran dios en un bar miserable
y por motivos nimios
siempre siempre avasallan te compran un sombrero
o unas flores
y un día salen al galope quizá hacia los infiernos
qué desastre.

Señora caballero muchachita asustada
militante de un partido ecologista:
si se tropieza usted con uno de esos
locos furiosos increíbles
no le deje escapar llévelo a casa
son tiernos como niños
a veces tienen frío quién sabe si es porque
les han pegado duro
duermen poco se lavan todo el rato y son muy
besucones y mirones
pero cuidan los libros sacan todas las noches
el cubo de basura a la escalera
y están sólo pendientes de tener siempre
un cenicero al lado.

Tienen por fin el gran inconveniente:
se van mas vuelven pronto
duran toda la vida. 

4. Después de las fiestas, Cortázar

Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,

qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,

eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.

5. Cumpleaños, Ángel González

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños
Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.

6. La canción del crouppier del Missisipi, Panero

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan

(...)

Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España, 
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre «Le livre des masques» de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio". 

7. Ya no será, Idea Vilariño

Ya no será,
ya no viviremos juntos, no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa, no te tendré de noche
no te besaré al irme, nunca sabrás quien fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber por qué ni cómo, nunca
ni si era de verdad lo que dijiste que era,
ni quién fuiste, ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido vivir juntos,
querernos, esperarnos, estar.

Ya no soy más que yo para siempre y tú
Ya no serás para mí más que tú.
Ya no estás en un día futuro
no sabré dónde vives, con quién
ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca como esa noche, nunca.
No volveré a tocarte. No te veré morir.

8. No sé por qué me quejo, Gloria Fuertes

No sé por qué me quejo porque al fin estoy sola.
Y el placer de tirar la ceniza en el suelo,
sin que nadie te riña,
Y untar pan en la salsa
y beberse los posos,
y limpiarse la boca con el dorso de la mano,
cantar al vagabundo porque al fin fue valiente,
ir matando los besos como si fueran piojos,
beber blanco,
pronunciar ciertas frases
decir ciertas palabras,
exponerte a que un día te borren de la nómina...
No debiera estar seria
pues vivo como quiero,
sólo que a veces tengo
un leve sarpullido.

9. Retratarme para darte la foto, Gloria Fuertes

No es suficiente no poderte mirar hondo,
no basta con los dedos señalarte la risa.
No es nada olerte el pelo,
ver tu danza,
escucharte la voz
ponerla en cinta.
No es suficiente no, soñar contigo
rezar para que vivas,
retratarme para darte la foto,
escribirte en la noche
con obsesión pensar en tus maneras...

¡No es suficiente no, darte la vida,
ni decir a la gente que te quiero,
ni entregar al mendigo mis ahorros,
ni quemar el pasado es suficiente! 

10. Después, Cristina Peri Rossi

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:

Hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes.

Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor.

Ya no amo.

Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.

Ya no estoy loca.

11. Historia de un amor, Cristina Peri Rossi

Para que yo pudiera amarte

los españoles tuvieron que conquistar América

y mis abuelos

huir de Génova en un barco de carga.

Para que yo pudiera amarte

Marx tuvo que escribir El Capital

y Neruda, la Oda a Leningrado.

Para que yo pudiera amarte

en España hubo una guerra civil

y Lorca murió asesinado

después de haber viajado a Nueva York.

Para que yo pudiera amarte

Catulo se enamoró de Lesbia

y Romeo, de Julieta

Ingrid Bergman filmó Stromboli

y Pasolini, los Cien Días de Saló.

Para que yo pudiera amarte,

Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors

y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.

Para que yo pudiera amarte

alguien tuvo que plantar un cerezo

en la tapia de tu casa

y Garibaldi pelear en Montevideo.

Para que yo pudiera amarte

las crisálidas se hicieron mariposas

y los generales tomaron el poder.

Para que yo pudiera amarte

tuve que huir en barco de la ciudad donde nací

y tú resistir a Franco.

Para que nos amáramos, al fin,

ocurrieron todas las cosas de este mundo

y desde que no nos amamos

sólo existe un gran desorden.

12. Si mis manos pudieran deshojar, Lorca

Yo pronuncio tu nombre
En las noches oscuras
Cuando vienen los astros
A beber en la luna
Y duermen los ramajes
De las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
De pasión y de música.
Loco reloj que canta
Muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
En esta noche oscura,
Y tu nombre me suena
Más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
Y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
Alguna vez? ¿Qué culpa
Tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma
¿Qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!

13. Aquí dijiste, Piedad Bonnett

Aquí dijiste:
"son hermosos
los ojos húmedos de los caballos".
Y aquí: "me encanta el viento".
Desando yo tus pasos, revivo tus palabras.
Y te amo en la baldosa que pisaste,
en la mesa de pino
que aún guarda la caricia de tu mano,
en el estropeado cigarrillo
olvidado en el fondo de mi bolso.
Recorro cada calle que anduviste
y sé
que amaste este abedul y esta ventana.
Aquí dijiste:
"así soy yo,
como esa música
triste y alegre a un mismo tiempo".
Y te amo
en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo,
en la feliz canción
que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza.
En el día aterido
que tú estás respirando no sé dónde.

En el polvo, en el aire,
en esa nube
que tú no mirarás,
en mi mirada
que te calcó y fijó en mi más triste fondo,
en tus besos sellados en mis labios,
y en mis manos vacías,
pues eres hoy vacío
y en el vacío te amo.

14. El centro de la mandala, Cecilia Vicuña

Besarte no es la solución

que me penetres y langüetees

¡no es una solución!

Mirarte ha llegado a ser más íntegro

que besarte

un beso es poco para mí

un coito es demasiado poco

un coito no sabe contener ni expresar

ni satisfacer mi sentimiento de ti

La vida y la muerte se anudan

y desarman en ti. 

15. Mal de ausencia, Luis Alberto de Cuenca

Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.

Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.

Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.

Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.