El neurólogo y neurocientífico Antonio Damasio.

El neurólogo y neurocientífico Antonio Damasio. Sara Fernández EL ESPAÑOL

Salud

Antonio Damasio, neurólogo: "La felicidad es una conexión de 5 factores humanos, basta que falle uno para perderla"

Grandes filósofos como Descartes han defendido que la razón y las emociones son instancias separadas, pero la neurociencia explica que forman parte de un mismo proceso biológico.

Más información: Antonio Damasio, neurólogo: "La gente debe entender que la felicidad consiste en escuchar al cuerpo y en la vida bien vivida"

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Las claves

Antonio Damasio sostiene que la felicidad es resultado de la conexión entre cuerpo, cerebro, emoción, sentimiento y razón, y basta que uno falle para perderla.

Defiende que mente y cuerpo forman una unidad orgánica, donde la emoción sostiene la razón y guía las decisiones adaptativas.

La felicidad implica también la relación social: el altruismo y la cooperación activan circuitos biológicos de recompensa y refuerzan el bienestar propio.

Las patologías como la depresión ilustran la fragilidad del equilibrio biológico necesario para la felicidad, ya que un fallo en un área afecta a todo el sistema.

La idea de felicidad ha oscilado durante siglos entre lo espiritual y lo mental, como si fuese un estado puro desligado del cuerpo. La neurociencia contemporánea, sin embargo, cuestiona esa tradición. El neurólogo y neurocientífico Antonio Damasio defiende que la plenitud no es un ideal incorpóreo, sino un proceso biológico que exige equilibrio y precisión fisiológica constantes.

En El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano —publicado en portugués en 1994 y editado en español en 2011—, Damasio plantea la felicidad como un "estado de vida" anclado a mecanismos emocionales y corporales. "La felicidad es una conexión de factores humanos, basta que falle uno para perderla", explica.

El neurocientífico sostiene una postura monista: mente y cuerpo forman una única unidad orgánica. Sus estudios con pacientes con lesiones frontales demostraron que, al perder la capacidad de sentir emoción, también se deterioraba su razonamiento práctico. La emoción no limita la razón; la sostiene y le permite orientarse hacia resultados adaptativos.

La felicidad, en este marco, surge de la interacción entre cinco factores humanos: cuerpo, cerebro, emoción, sentimiento y razón. Cuando uno de estos pilares se altera, el sistema completo se desestabiliza. Esta visión devuelve a la experiencia subjetiva su base material, mostrando que la plenitud depende de la armonía fisiológica y no de una idea abstracta o desligada del organismo.

Damasio diferencia emoción y sentimiento. La emoción es una respuesta corporal registrada por el cerebro, "la combinación de un proceso evaluativo mental… con respuestas dispositivas hacia el cuerpo", que produce un "estado corporal emocional". Se aprecia en gestos como la sonrisa genuina, cuyos patrones musculares y ondas cerebrales difieren claramente de una sonrisa fingida.

El sentimiento, en cambio, es "la experiencia de tales cambios en yuxtaposición con las imágenes mentales que iniciaron el ciclo”. Es la percepción consciente de la emoción cuando se integra con el contexto que la originó. Así,el sentimiento sintetiza la reacción corporal y la representación mental, generando una experiencia subjetiva completa del estado emocional.

El planteamiento del experto confronta de lleno el dualismo cartesiano. Frente a la separación entre alma pensante y cuerpo mecánico, propone que la mente emerge de procesos biológicos profundamente integrados. No existe una división sustancial entre ambas dimensiones, sino un continuo orgánico que permite comprender la conducta humana desde la biología.

En el dualismo, la razón debía mantenerse pura e independiente de la emoción. Damasio manifiesta que ocurre lo contrario: la razón se apoya en señales corporales que actúan como marcadores somáticos. Estas señales permiten decidir con rapidez y orientar la conducta hacia la homeostasis, enlazando directamente emoción, cognición y supervivencia.

Con esta corrección al "error cartesiano" la libertad y la felicidad regresan al terreno de la biología. La mente no opera en un plano ajeno al cuerpo, sino dentro de él, modulada por circuitos que conectan sensaciones, memoria emocional y razonamiento. La plenitud depende, por tanto, de la interacción continua entre estos elementos y su equilibrio dinámico.

Del marcador somático al altruismo y el propósito

Si el marcador somático orienta la toma de decisiones hacia el bienestar propio, ese mismo mecanismo se proyecta hacia la vida social. Según Damasio, la felicidad solo se sostiene cuando se negocia con la del otro, lo que da lugar a la ética y al altruismo. La cooperación se vuelve así una extensión natural de la biología individual.

La neurociencia respalda esta idea al demostrar que los actos altruistas activan los circuitos dopaminérgicos de recompensa. La generosidad no es solo un valor cultural, sino una respuesta que produce beneficio biológico directo. Esa recompensa convierte el bienestar ajeno en un componente de la supervivencia propia y refuerza la búsqueda de un propósito compartido.

Los estudios emocionales confirman el papel central del sistema límbico, especialmente de la amígdala y el hipotálamo, que sostienen la arquitectura emocional fundamental. Estas estructuras subcorticales, más antiguas que la neocorteza, actúan como un mecanismo evolutivo primario, profundamente biológico y orientado a la adaptación del organismo.

Las emociones integran señales de peligro y recompensa y guían la acción mediante el marcador somático. Este proceso no solo ordena la respuesta inmediata, sino que vincula la experiencia corporal con el razonamiento, generando decisiones ajustadas a la supervivencia y al mantenimiento del bienestar interno.

Las patologías aportan una evidencia decisiva sobre esta fragilidad. La depresión, que deteriora la capacidad de experimentar felicidad, aparece asociada a desequilibrios de neurotransmisores y a alteraciones en la conectividad cerebral. Un fallo biológico aislado es suficiente para romper el sistema completo, confirmando la vulnerabilidad descrita por Damasio.

La investigación actual refuerza esta visión integrada. Como señala el propio Damasio, "un cambio en una de estas áreas de experiencia cambiaría inevitablemente todas las demás áreas". Y añade: "Están tan altamente entrelazadas que es imposible hablar de una sin tener en cuenta todas las demás"

Damasio concluye que "estos sentimientos y emociones no son menos importantes simplemente porque estamos llegando a comprenderlos". Al contrario, afirma que "más bien, se están volviendo más fascinantes y especiales con cada nuevo descubrimiento que encontramos". La felicidad emerge así como un equilibrio biológico delicado cuya complejidad científica revela su profundo valor humano.