Manifestantes durante la Cuarta Marcha Positiva para reivindicar la dignidad y visibilidad de los pacientes con VIH.

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Salud

La tarea pendiente de España con el VIH: no consigue registrar menos de 3.000 casos anuales desde hace 15 años

Los expertos hablan del retraso en el diagnóstico y la baja percepción del riesgo como dos de los aspectos que deben abordarse para romper esa barrera.

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Las claves

España lleva 15 años sin conseguir bajar de los 3.000 nuevos casos anuales de VIH, situándose por encima de la media de la Unión Europea.

Más de la mitad de los nuevos diagnósticos de VIH en España se realizan de forma tardía, lo que incrementa el riesgo de transmisión y dificulta el control de la enfermedad.

Los grupos más afectados actualmente incluyen a personas mayores de 50 años, mujeres vulnerables y migrantes, que ya representan más de la mitad de los nuevos casos.

El estigma social, la baja percepción de riesgo y el acceso limitado a la prevención y educación sexual dificultan la reducción de nuevos contagios en el país.

Los avances científicos de las últimas dos décadas han conseguido mantener a raya al VIH y que deje de ser una epidemia mortal a una enfermedad controlable en la que los pacientes pueden tener una vida perfectamente normal gracias a su tratamiento.

A pesar de ello, España no es capaz de romper la barrera de 3.000 nuevos casos de VIH al año y lleva 15 años así. El último año en el que se registró una cifra inferior fue en 2009, con 2.264 diagnósticos.

Desde entonces no se ha logrado una reducción e, incluso, ha habido un ligero aumento entre 2023 y 2024. Si hace dos años se detectaron 3.196 nuevos casos, el pasado fueron 3.340, según datos del Ministerio de Sanidad.

Con estos datos, la tasa de incidencia se sitúa en 6,95 casos por cada 100.000 habitantes, aunque el ministerio espera que será de 7,44 una vez corregido el retraso en la notificación de nuevos diagnósticos. Estas cifras superan a la media de la Unión Europea, situada en 5,3.

Uno de los motivos principales de esta meseta es el retraso en el diagnóstico, dice María Velasco, presidenta del Grupo de Estudio del SIDA (GeSIDA) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

Según los datos de Sanidad, más de la mitad de los casos (51,1%) se diagnosticaron de manera tardía. Esto, aparte de las complicaciones a nivel individual, supone un mayor riesgo para la salud pública, amplía la experta.

Cuanto más se tarde en detectar la enfermedad, más posibilidades hay de que el paciente la transmita a otras personas. "Cuanto antes se diagnostique, menos posibilidades hay de que se contagie", agrega Juan Carlos Galán, jefe de Virología en el hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Por otro lado, ese retraso también reduce la posibilidad de alcanzar la conocida como carga viral indetectable, una situación en la que el virus está tan controlado, gracias a la medicación, que no puede transmitirse.

Galán expone que durante estos años se han centrado los esfuerzos en las personas de mayor riesgo, que son los hombres que tienen sexo con otros hombres y los consumidores de drogas. Sin embargo, ya están viendo que surgen otros grupos de población sobre los que hay que poner el foco.

La presidenta de GeSIDA menciona algunos como las personas mayores de 50 años y las mujeres. En este segundo grupo destaca, sobre todo, a las más vulnerables, que pueden encontrar barreras para acceder a métodos de protección o a la información necesaria para concienciarse del riesgo. "Pasa sobre todo en trabajadoras sexuales".

Muchas veces, continúa la portavoz de la SEIMC, cree que esto pasa, en parte, porque ni siquiera se piensa en que en estos grupos se pueden producir prácticas sexuales de riesgo.

Otro grupo que puede resultar vulnerable son las personas migrantes. Según Velasco, ya representan más de la mitad de los nuevos casos detectados en España. La experta explica que la mayoría contrae el virus estando ya en territorio español, no en su país de origen.

Tanto ella como Galán coinciden en indicar que se trata de un grupo que en muchos casos es vulnerable. En este sentido, estas personas pueden verse perjudicadas debido a la falta de información y educación sexual o a barreras culturales y económicas, entre otros motivos.

Todo esto supone que el abordaje con esta población tiene que ser diferente al que se utiliza en los españoles, formula Velasco. "Debemos hacer un esfuerzo mayor para llegar a ellos y facilitarles el acceso a los cuidados, tratamientos, prevención e información".

Los dos expertos creen que ahora hay una percepción mucho menor del riesgo que supone contraer el VIH. "Hay mucha más despreocupación que hace unos años", lamenta Velasco. Ocurre, sobre todo, con los más jóvenes.

Este descenso en la preocupación se debe, en parte, a que ahora existen tratamientos que permiten vivir una vida totalmente normal, aunque se contraiga el virus, e incluso fármacos de prevención. Se trata de la llamada profilaxis pre-exposición al VIH, conocida popularmente como PrEP.

El estigma

A pesar de los medicamentos mencionados y de que parece que la percepción de riesgo es menor, el estigma que rodea a la enfermedad no ha desaparecido, aunque pueda parecer paradójico. Esto, además, hace que la gente tenga miedo de acudir al médico, favoreciendo el retraso en el diagnóstico.

Velasco explica que, a pesar de los avances, el VIH sigue siendo un tema tabú por varios motivos. En primer lugar, porque la transmisión actualmente es mayoritariamente sexual y el sexo sigue siendo un tema incómodo de abordar que acaba rodeado por el silencio. Por otro lado, sigue existiendo miedo.

Esta patología se convirtió en una epidemia durante los primeros años y causó una gran mortalidad. Algo así, "se graba a fuego [en la sociedad]" y aunque la percepción de riesgo es menor, mucha gente sigue temiendo al VIH, dice la experta. "Sigue generando rechazo entrar en contacto con alguien que te puede transmitir una enfermedad que puede ser tan peligrosa".

Galán, del Ramón y Cajal, destaca que desde los hospitales este año se ha centrado la campaña precisamente en este aspecto, en acabar con el estigma.

Velasco cree que el abordaje para conseguir bajar de los 3.000 casos debe pasar por extender el uso de medidas de prevención como la PrEP, que, por ejemplo, en España usan mayoritariamente los varones entre 30 y 35 años que viven en entornos urbanos.

Desde GeSIDA consideran que se debe encontrar la manera de que este medicamento no se quede solo ahí y su uso se extienda a los demás grupos que puedan estar en riesgo para prevenir los contagios.

Asimismo, también se deben centrar los esfuerzos en realizar una buena educación sexual y campañas de concienciación para todas las edades, desde los más jóvenes a los más mayores. "Debemos transmitir el mensaje de que toda persona sexualmente activa tiene un riesgo", subraya Galán.