Un hombre se refresca en una fuente durante una ola de calor.

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Salud

El calor causó la muerte de al menos 3.649 españoles durante el verano, según el Carlos III: la segunda mayor cifra tras 2022

El exceso de mortalidad de 2025, sin contar el de las olas de calor, ha marcado un récord desde que se realizan estimaciones.

Más información: El agosto de 2025 tuvo una temperatura media 2 grados por encima de lo normal en España: fue "extremadamente cálido"

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Las muertes atribuibles al exceso de temperaturas en los pasados junio, julio y agosto (lo que se conoce como "verano meteorológico") alcanzaron un total de 3.649, la segunda mayor cifra de la década tras 2022.

Según las estimaciones realizadas por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), integrado en el Instituto de Salud Carlos III, superaron en 1.294 el promedio anual de mortalidad desde 2015.

Solo 2022 supera estas cifras. Ese año, el MoMo calcula que hubo 4.653 fallecimientos. El número estuvo impulsado por la amplitud de las olas de calor: hubo tres, que abarcaron un total de 41 días de los 92 que dura el verano.

Este año, sin embargo, ha habido la mitad de días de ola de calor: 20, distribuidos en 4 a finales de junio y principios de julio, y 16 en la primera mitad de agosto.

Bajo la ola de calor, el sistema MoMo calcula que se produjeron 1.367 defunciones. Lo interesante es que la mayoría de muertes se dieron (son estimadas, no registradas) fuera de esos periodos de temperaturas excepcionales.

Una ola de calor se define como un episodio de temperaturas inusualmente altas (que superen el 95% de las máximas diarias del periodo 1971-2000) durante al menos tres días consecutivos y que afecte a un mínimo del 10% de las estaciones meteorológicas.

Sin alcanzar esa excepcionalidad, el MoMo estima que el resto del calor veraniego se cobró 2.282 vidas, la cifra más alta desde que el sistema se puso en marcha en 2015.

"El verano de 2025 ha sido el primero en mortalidad asociada al calor moderado", afirma Dominic Royé, investigador de la Misión Biológica de Galicia (integrada en el CSIC) y secretario de la Asociación Española de Climatología.

"Aunque las temperaturas no superaron el percentil 95, permanecieron sistemáticamente por encima de la temperatura mínima de mortalidad durante largos periodos, desplazando parte de la carga de mortalidad hacia el calor 'no extremo'".

Para él, esto confirmaría "que no solo los picos de temperatura generan impacto sanitario, sino también las exposiciones prolongadas a niveles inferiores a los umbrales de calor extremo, especialmente en poblaciones vulnerables".

Un "veneno lento"

Royé y otros investigadores han desarrollado un sistema alternativo —más ajustado a los sistemas de medición estándar de los estudios internacionales, según él— para medir el impacto del calor en la mortalidad.

Se llama MACE (Mortalidad Atribuible por Calor en España) y diferencia entre calor moderado y calor extremo, aquel que supera los umbrales de lo considerado "normal" en verano.

Según este modelo, las muertes atribuibles a episodios de calor extremo en el verano de 2025 fueron 4.973. De nuevo, sería la cifra más alta después de 2022, año en el que MACE calcula que murieron 8.133 personas por esta razón.

Las tornas cambian cuando se miden las muertes por calor moderado. Este año habrían sido 10.806 los fallecimientos enmarcados en este apartado, por encima de los 9.726 estimados en 2022.

"Aunque no levanta las alarmas como el calor extremo, sus efectos pueden ser igual de peligrosos, solo que más silenciosos", apunta Royé.

El calor extremo actuaría "como un golpe fulminante, elevando los riesgos de forma exponencial. Pero el calor moderado, persistente y cotidiano, se comporta como un veneno lento: no mata de inmediato, pero sus dosis repetidas desgastan el cuerpo y la mente".

Aunque la mayor parte del tiempo no encajaban en la definición de ola de calor, las temperaturas en junio fueron inusualmente altas. Tanto, que marcaron un récord: superaron en 0,8 ºC la media del junio más cálido hasta el momento, el de 2017.

Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología apuntan que la anomalía fue tal que se situó 3,5 ºC por encima del promedio 1991-2020.

Pese a ello, el MoMo "solo" estimó un exceso de 407 muertes atribuibles al calor. El sistema MACE, en cambio, le atribuyó 3.391 muertes por calor moderado y 759 por calor extremo.

Después de un junio de canícula, las temperaturas de julio parecían suaves, pero nada más lejos de la realidad. Aunque no entró en el top 10 de los julios más cálidos de la serie histórica, la temperatura estuvo 0,7 ºC por encima del promedio 1991-2020.

Esto se reflejó en 1.060 fallecimientos por calor, según el MoMo. El MACE le atribuyó 4.022 defunciones por calor moderado y 1.247 por calor extremo.

La cifra de muertes por calor moderado es la más alta de los tres meses. "Muchos días no llegamos a los umbrales de calor extremo", explica Royé, "pero estábamos cerca, lo que hace que se cuente como calor moderado".

Después de ese julio engañosamente fresco, agosto fue un puñetazo de realidad. La Aemet lo calificó de "extremadamente cálido", situándolo como el peor de la serie histórica junto al de 2024, con una media de 25 ºC, dos por encima de lo normal.

Además, registró la ola de calor más intensa desde que hay datos, con una anomalía de 4,6 ºC. El 17 de agosto se alcanzaron temperaturas de 45,8 ºC en Jerez de la Frontera y 45,2 ºC en Morón de la Frontera.

El periodo comprendido entre el 8 y el 17 de agosto fue, además, el conjunto de 10 días consecutivos más cálido registrado en España desde al menos 1950.

No se trata solo de temperaturas máximas. Durante la mayor parte del mes, las mínimas no bajaban de 20 grados y en muchos lugares llegaban a 25. Varios estudios han demostrado que el efecto en la salud de estas noches tropicales es enormemente perjudicial.

El sistema MoMo estimó 2.182 defunciones atribuibles al exceso de temperaturas para este mes infernal. MACE las elevó a 3.418 por calor moderado y 2.874 por calor extremo.

Más allá de las cifras que dan ambos modelos en meses y años concretos, al ampliar la perspectiva para obtener una visión panorámica del impacto del calor en la mortalidad en España surge otra conclusión.

Las cifras de los últimos cuatro años se sitúan notablemente por encima de la tendencia anterior. El año más suave de este periodo, 2024, el MoMo establecía la mortalidad en 1.977 fallecimientos. Solo dos años anteriores a 2022 superaban esta cifra.

Royé asiente: "Desde 2022, la mortalidad atribuible está muy por encima de los años anteriores, lo que se explica por el gran número de días de calor extremo".