Irene Bretón, coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN.

Irene Bretón, coordinadora del Área de Obesidad de la SEEN.

Salud

Irene Bretón, endocrina y obesóloga: "Claro que todos los cuerpos son válidos, pero no todos son saludables"

"Decir que la obesidad es una enfermedad no es lo que la estigmatiza" / "Hacer 100% culpables de su enfermedad a las personas con obesidad es erróneo. No hay evidencia" / "El que compre fármacos para adelgazar por internet que se atenga a las consecuencias"

Más información: Más de 3.800 millones de adultos tendrán obesidad en 2050: la amenaza que se ciñe sobre el sistema

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La farmacéutica Novo Nordisk, que produce el famoso Ozempic, generó revuelo el mes pasado cuando presentó su última campaña publicitaria. Se pudo ver en televisión, en redes sociales e, incluso, por la calle y aseguraba hablar de la obesidad sin filtros.

"La obesidad puede matar" o "sigue expandiéndose mientras discutimos cómo hablar de ella" son algunos de los mensajes que se podían leer en los carteles. Pero también existe un anuncio en formato vídeo que fue tachado de gordófobo por algunos usuarios de redes sociales.

No sólo el anuncio no sentó bien a una parte de la sociedad, sino que algunas de las asociaciones científicas que lo avalaron, como la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), han expresado que no comparten lo que la campaña expresa.

El Ministerio de Sanidad, por su parte, anunció que investigaría si el anuncio incumple la ley publicitaria de medicamentos. Es decir, se preguntan si el anuncio podría contener una promoción velada de los medicamentos inyectables contra la obesidad.

"Estamos a favor de lo que se decía en la campaña: la obesidad es una enfermedad registrada en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), pero estamos en contra de las formas en las que lo expresa", explica Irene Bretón, coordinadora del área de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

La SEEN es otro de los organismos que avaló la campaña, pero que también se sorprendió al ver el resultado final. "A mí me puso mala ver por todas partes el eslogan de 'la obesidad puede matar' cuando la mayor parte de la gente no tiene acceso a psicólogos, nutricionistas y endocrinos".

Esta asociación eligió no hacer un comunicado para evitar dar más publicidad al asunto y evitar malentendidos. Bretón, endocrinóloga desde hace 30 años, asegura que le pareció "duro hacer una campaña tan directa" para una enfermedad que toca tantas sensibilidades.

En cualquier caso, la SEEN y ella misma han expresado recientemente que las instituciones deben asumir que en efecto la obesidad es una enfermedad, no sólo un factor de riesgo. Animan también a romper el tabú sobre la obesidad para tratarla mejor.

¿Por qué habéis querido recordar ahora que la obesidad es una enfermedad?, ¿pensáis que hay un silencio general al hablar de este tema?

Siempre se ha considerado una enfermedad. Pero si las instituciones responsables de dar opción de tratamiento a los ciudadanos también lo hacen, pueden cambiar muchas cosas. Las instituciones responsables de la atención clínica y sanitaria en Francia y Portugal lo han hecho.

Es importante que se asuma que es una enfermedad y que se dé una respuesta a los ciudadanos. Por ejemplo, corrigiendo la inequidad que hay en el acceso a la cirugía bariátrica que, si se hace cuando es necesaria, prolonga la vida.

Las personas con obesidad pueden vivir cinco años más, los que padecen diabetes, hasta siete. No sólo pierdes peso, vives más y con más calidad. Obviamente, este tratamiento no es para todos, pero entre los que lo necesitan, hay una inequidad tremenda.

Hay ciudades de España en las que hay cola de dos o tres años y eso no pasa con un juanete, unas varices o un nódulo en el tiroides. En esos casos hay un compromiso, pero con la cirugía bariátrica y la obesidad, no.

Hemos hablado con el Ministerio de Sanidad, que no tiene competencias en atención clínica, pero sí en evitar la inequidad. Y en el ministerio no saben cuánto tiempo de espera hay para este tratamiento que alarga la vida cinco años a estos pacientes.

Por eso queremos que se asuma que la obesidad es una enfermedad.

O sea, ¿asumir que la obesidad es una enfermedad ayudará a conseguir mejores servicios para quienes la padecen?

Desde luego. Nadie elige tener obesidad, hay una carga genética y un ambiente en el que vivimos, que es horroroso, que determina mucho esta enfermedad.

¿Cuál es la realidad de la obesidad que ven los endocrinólogos?

Se ha demostrado que la obesidad aumenta la mortalidad y el riesgo de tener hasta 200 enfermedades. No hay enfermedad que no se agrave al tener obesidad. Complicaciones en enfermedades cardiovasculares, metabólicas, hepáticas, respiratorias, articulares…

Y, por supuesto, empeora mucho la calidad de vida de las personas y supone un gasto sanitario enorme.

Entonces, ¿qué cree que hay detrás de negar que la obesidad es una enfermedad?, ¿ideología, falta de conexión con lo que se ve en la clínica?

Creo que la gente piensa que la obesidad es, sencillamente, un factor de riesgo y que se debe sólo al estilo de vida. A ver, no hay duda de que el estilo de vida es fundamental, pero hay un trasfondo biológico que determina a ciertas personas a tener obesidad.

Hay una falta de contacto con lo que se ve en la clínica, por supuesto. Y, por eso, mucha gente hace responsable a la persona con obesidad al 100% de su enfermedad, que no le pone el suficiente empeño en comer bien y en hacer ejercicio.

Esto es erróneo. Si estas personas tienen más hambre o no controlan bien lo que están comiendo, hay una falta de regulación, alteraciones en el sistema nervioso y en el hipotálamo que pueden ser primarias o generadas por la obesidad.

También la obesidad cambia la manera en la que funcionan los genes. Entonces lo que hay es una idea sobre la obesidad que no está basada en la evidencia científica. El estilo de vida es importante, pero los factores biológicos también.

¿Todos los cuerpos son válidos, como suele decir el body-neutrality?

Pues claro, ¿cómo no van a serlo? Las personas con obesidad merecen ser tratadas con respeto. No siempre lo han sido y muchas veces por los propios profesionales que también les han hecho culpables de su problema.

Otra cosa es que un cuerpo con obesidad va a tener más problemas y esas ideas no pueden estar contrapuestas. Nosotros abordamos la obesidad según dictan las guías canadienses y ellos proponen la estrategia conocida como de las cinco ‘aes’.

La primera ‘a’ es preguntar [del inglés, ‘ask’] si quiere abordar este problema o no. Esto no ocurre, por ejemplo, con la hipertensión. Si tu médico te dice que tienes hipertensión, te vas a tu casa con una pastilla. En obesidad somos más respetuosos porque hay estigma.

Estamos de acuerdo en que todos los cuerpos son válidos, pero no todos son saludables. Pero sabemos que hay un estigma que supone un problema y que genera sensaciones en las personas.

Ahora el Índice de Masa Corporal (IMC) se cuestiona, ¿se están encontrando mejores métodos para determinar qué es obesidad?

El IMC es una medida muy sencilla: peso y talla. Ha sido muy útil durante mucho tiempo, sobre todo en estudios de poblaciones, porque a mayor IMC, más complicaciones. Pero en una persona en concreto, puede no ser un método tan válido.

La obesidad no es un exceso de peso, es un exceso de grasa y, además, cambia mucho según donde se localice esa grasa. ¿Está en el hígado, en el corazón? La grasa realmente peligrosa es la grasa visceral y esos matices son muy, muy importantes.

Las herramientas para ver dónde se localiza esa grasa visceral no están disponibles en todas partes y tampoco son completamente fiables. Tampoco hay un acuerdo sobre cuál es el porcentaje adecuado de grasa para cada persona y en cada víscera.

También hay personas con un IMC por debajo de 30 que tienen obesidad. La Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) ha propuesto un algoritmo que permite tener una masa corporal superior a 25 y, a la vez, el dato de la circunferencia de cintura partida por la talla.

Si hay más circunferencia de cintura se sabe que hay grasa donde no debe. Y ese dato se puede aplicar a hombres, mujeres, personas mayores… Es decir, es muy sencillo y al completar el IMC nos aporta mejores datos.

También habéis denunciado que el verano es época de pérdidas de peso extremas con métodos peligrosos, ¿se cuentan entre ellos ahora el uso indebido de inyecciones adelgazantes, como los agonistas de GLP-1?

Centrarse en la estética no tiene sentido. Muchas personas buscan perder peso en un lugar concreto del cuerpo y la forma del cuerpo de cada persona es diferente. Tenemos que luchar contra esa normalización, esa idea de que tenemos que tener todos cuerpos iguales.

Es como si todos tuviésemos que tener un 38 de calzado. Lo más común es que se hagan dietas inapropiadas, mágicas y pintorescas, que al final provocan faltas de nutrientes, efectos rebote y pérdida de músculo.

Hay gente mayor que te dice ‘no me hacen efecto las dietas’, ¡no me extraña! Te has quedado sin músculo de hacer tantas dietas extremas y sólo has recuperado grasa.

Por otra parte, es normal que cada vez conozcamos a más personas que se tratan la obesidad con estos fármacos y nos llaman la atención porque se inyectan, son caros, no están financiados y tienen ese halo de que los usan los famosos.

¿Banalización? Pues hay que ver quién los da de manera banal. Desde luego, el que sea tan temerario para comprar fármacos por internet que se atenga a las consecuencias. Ha habido muertes por comprar medicamentos en la red.

Estas inyecciones necesitan receta y el mal uso, ya sea que te lo han dado sin prescripción o que te lo han prescrito sin vigilancia, se debe perseguir.

¿Se puede aspirar a una población al 100% sin obesidad?

Ahora mismo no es realista aspirar a una sociedad al 100% en peso ideal porque el entorno es muy desfavorable. Hay que cambiar el entorno por completo: que se promueva la actividad física, la participación en eventos deportivos, una alimentación saludable…

Pero también que se fomente el descanso y el control del estrés. Tú fíjate, estamos hablando de otro planeta. Un lugar en el que la comida fuera saludable, que se promoviera el deporte, las horas de sueño necesarias y bajos niveles de estrés.

Y aunque pudiéramos controlar todo esto, habría gente que también tendría obesidad porque su predisposición genética es altísima. Serían muy pocos, pero es que no todos somos iguales.

Las personas con obesidad que denuncian la gordofobia dicen que la salud es el argumento que más se usa para faltarles al respeto. Que de alguna manera el acosador siente que hace algo ‘bueno’ al recordarle que tiene obesidad, ¿decir que la obesidad es una enfermedad ahonda en este problema?

Tener una enfermedad no estigmatiza, estigmatiza pensar que esa persona es responsable de su enfermedad. Sólo hay acoso cuando se piensa que la enfermedad es responsabilidad tuya, que te miren y piensen que no tienes fuerza de voluntad.

La gente joven con obesidad se siente especialmente mal y les digo que si van en el metro cada persona que hay ahí tiene algo: asma, epilepsia, una úlcera… Pero la obesidad se ve y se juzga. Estamos totalmente alineados con quienes denuncian la gordofobia.

Totalmente de acuerdo, pero ¡ojo! defendiendo que no se pueden negar las complicaciones de la obesidad. Si alguien ha muerto por una complicación por la obesidad, parece que no se puede decir que la tenía y hay que hacerlo.

La cuarta parte de las complicaciones en embarazos y partos que ocurren en España se deben a la obesidad. No podemos quedarnos callados ante eso, pero a la vez estamos en contra de que se juzgue a estas personas.