
David Callejo, anestesista pediátrico. Wasserman
David Callejo, anestesista, avisa a España: "La orina retenida es el balneario ideal para las bacterias"
Aguantarse las ganas de orinar solía ser un consejo habitual entre el profesorado en etapas infantiles, aunque poco a poco esto va cambiando.
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Es habitual que muchas personas retengan la orina durante horas, ya sea por comodidad, costumbre u obligación. Aunque inicialmente pueda parecer un comportamiento inofensivo, a medio y largo plazo puede acarrear efectos negativos para la salud del tracto urinario inferior.
Puntualmente puede parecer inofensivo, pero realizar esta práctica por costumbre puede ser problemático. Así lo ha explicado David Callejo, conocido anestesista y divulgador, en uno de sus últimos reels de Instagram.
Él mismo recuerda que los profesores suelen educar a sus alumnos para que intenten aguantar sus ganas de orinar hasta la hora del descanso o recreo, pero dicha práctica no debería ser una costumbre a largo plazo.
Como comenta el mismo Callejo, "cuando tu vejiga está del 50% al 65% nos entran ganas de hacer pis. No pasa nada por aguantarlas un poco de forma puntual. Pero si lo hacemos siempre, tu vejiga se acostumbra a tener más capacidad, y esto tiene dos riesgos".
El primero de los riesgos que comenta Callejo es que, si aguantamos las ganas de orinar, este hábito puede favorecer las infecciones urinarias: "la orina retenida es el balneario ideal para las bacterias".
El segundo de los riesgos que comenta el divulgador es que la vejiga es un músculo. Por tanto, si la forzamos a llenarse demasiado, su funcionalidad posterior puede verse comprometida: "la vejiga es como un globo. Si lo forzamos a llenarse demasiado, después puede tener muchos problemas para vaciarse".
Como recordatorio, la funcionalidad de la vejiga depende de dos fases: la fase de llenado, donde la vejiga se expande sin aumentar presión; y la fase de vaciado, donde se produce una contracción del músculo detrusor y una relajación del esfínter uretral.
Para que se produzca esta última fase, el deseo de orinar se produce con cierta antelación, al alcanzar un umbral de llenado de 200-300 mililitros aproximadamente.
Centrándonos en el segundo riesgo comentado por Callejo, si ignoramos el deseo de orinar de forma constante, la vejiga tenderá a distenderse de forma crónica y acabará perdiendo sensibilidad y elasticidad.
A largo plazo, el mencionado músculo detrusor tendrá dificultad para contraerse, por lo que es probable que se produzcan vaciados incompletos e incluso episodios de retenciones urinarias.
En algunos casos, aunque es algo menos común, una mayor presión retrógrada puede empeorar la función de los uréteres e incluso de los riñones a medio y largo plazo.
Además, como también comenta el divulgador, estudios recientes sugieren que aguantarse las ganas de orinar puede tener repercusiones en nuestra memoria y nuestra concentración. Es decir, que tendremos dificultad para pensar si nuestra vejiga se encuentra llena.
Por otro lado, Callejo también nos recuerda que orinar de forma constante tampoco sería algo normal. En estos casos, tras descartar una posible infección de orina si se trata de un cuadro clínico nuevo y agudo, cabría pensar en una posible vejiga hiperactiva.
En estos casos se produce sensación de urgencia para orinar, aumento de la frecuencia de la micción, ganas de orinar de noche o nicturia, e incluso episodios de incontinencia o pérdidas de orina.
Este cuadro suele ser más prevalente en mujeres mayores de 40 años, pero también en hombres que sufran cierto grado de aumento del tamaño de su próstata o hiperplasia benigna de próstata. Lo normal, nos recuerda, sería orinar cada tres o cuatro horas de media.