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Helena Rodero, farmacéutica: "Tomar este tipo de sal en España puede provocar bocio o hipertiroidismo"
Aunque solo debemos tomar una cantidad muy pequeña de sal con las comidas, este condimento nos ayuda a aportar un mineral fundamental a nuestra dieta
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La sal del Himalaya lo tenía todo para triunfar cuando apareció hace unos pocos años en el supermercado: un nombre exótico y color rosa. A su lado, nuestra sal de toda la vida, fina y blanca, se había quedado un poco sosa. La sal del Himalaya, además, se suele vender en unos molinillos transparentes que permiten ver sus cristales parecidos a pequeños cuarzos. Los españoles nos lanzamos a este producto como polillas a la luz.
Sin embargo, si lo que queremos es añadir un punto de sabor a nuestros platos, no es necesario recurrir a un ingrediente de tierras remotas. La sal española de toda la vida puede hacernos el mismo efecto y, no sólo eso, también es capaz de ayudarnos a llegar a los requerimientos de un mineral al que no solemos prestar toda la atención que merece. Y, por esta razón, la sal del Himalaya ha encontrado detractores en España.
La farmacéutica Helena Rodero se encuentra en ese grupo y en un reciente vídeo para su perfil de Instagram ha criticado este producto. "El otro día me di cuenta con terror de que alguien había comprado sal del Himalaya en casa y mira que lo tengo dicho, que no se puede comprar ese tipo de sal", explica la experta. En casa de Helena Rodero la sal tiene que ser una más tradicional, pero ¿cuál es esta?
Rodero admite que, si en su casa ha entrado un bote de sal del Himalaya, "probablemente tenga la culpa porque no les expliqué cuál era la razón por la que no debemos consumirla". Y esta razón tiene que ver con que los españoles tenemos, en general, deficiencia de un mineral. Probablemente pienses que sea o el sodio o el cloro, ya que la sal se compone de estos dos elementos, pero en realidad es otro que suele añadirse.
"En España somos deficitarios de yodo y la sal del Himalaya no tiene apenas yodo", explica la farmacéutica. "Por eso, se aconseja tomar sal yodada de cualquier tipo para asegurarnos cubrir las necesidades de yodo". En el pasillo de la sal de los supermercados habrás visto que hay multitud de paquetes que tienen reclamados diferentes: sal marina, gruesa, fina… Debemos optar por aquella que, además, se anuncia como yodada o con yodo.

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Bueno, pero, ¿por qué es tan importante que sea esta sal precisamente la que echemos al carrito de la compra? Rodero explica que el yodo es fundamental para el funcionamiento de una parte de nuestro sistema endocrino, que se encarga de la producción de hormonas. El yodo sería importante para que "nuestra glándula tiroides funcione adecuadamente y si estás tomando sal del Himalaya, probablemente, no estés llegando a esas necesidades de yodo".
Como resultado, la experta advierte de que "puede suponer un problema con tu tiroides y tener bocio o hipertiroidismo por déficit de yodo". El bocio consiste en el crecimiento irregular de la glándula tiroides y se puede sentir como una hinchazón en la base del cuello. Por su parte, el hipertiroidismo es el aumento de la actividad de esta glándula hasta volverse hiperactiva y sus síntomas pueden ser más graves.
Entre ellos, la página web de la Clínica Mayo señala que puede producir pérdida de peso y taquicardias. Pero también mayor sensibilidad al calor y exceso de sudoración, temblores, irritabilidad y nerviosismo, debilidad muscular, deposiciones frecuentes, dificultad para dormir, hipertensión arterial y aumento del apetito. Además, en el caso de las mujeres el hipertiroidismo puede generar cambios en los patrones menstruales.
"¡Así que tira ya la sal del Himalaya y compra sal yodada!", pide Helena Rodero. Pero, ¡ojo! "esto no significa que tengas que consumir más cantidad de sal, sino que la sal que tomes sea sal con yodo". Es decir, el pellizco con el que aumentamos el sabor de nuestras comidas ya es suficiente para que nuestro cuerpo reciba ese yodo tan necesario para que el cuerpo funcione con normalidad. El exceso de sal, por su parte, puede aumentar el riesgo de hipertensión arterial.