
Salvador Macip, investigador del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC) Fundación Pasqual Maragall
Macip, experto en longevidad: "Una dieta sin grasas ni azúcar es tan mala como tomar aceite de oliva a cucharadas"
"Hay gente tomando el 70% de sus calorías diarias en forma de aceite de oliva. Es una locura" / "La esperanza de vida la determina la genética y el entorno: mejor hacer vida sana por si acaso nuestros genes no son muy buenos" / "No nos servirá de nada llegar a los 120 si es con cáncer o alzhéimer" / "En función de la genética, un cerebro puede necesitar dormir solo seis horas y otro diez".
Más información: Viña, experto en longevidad: "El colesterol que más nos debe preocupar no es el de las grasas sino el heredado de los padres"
Una de cal, otra de arena. "No hay ninguna intervención probada que recule el envejecimiento biológico en humanos", zanja Salvador Macip, catedrático de Medicina Molecular en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad de Leicester (Reino Unido), y jefe del grupo de Investigación en Biología de la Neurodegeneración y el Envejecimiento del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC). "Pero lo habrá", añade inmediatamente. El afamado genetista y escritor aclara que los esfuerzos deben centrarse en frenar las enfermedades relacionadas con el envejecimiento más que en añadir años de vida. "No nos servirá de nada llegar a los 120 si es con cáncer o alzhéimer".
Cuando hablamos de fármacos senolíticos, ¿nos referimos a rejuvencer las células para evitar enfermedades degenerativas, no a aumentar la longevidad humana como tal?
Sí, y es importante destacarlo, porque a menudo se ponen todas las terapias antienvejecimiento en un mismo saco junto con pseudoterapias para estar más joven y guapo. Lo que investigamos es cómo mejorar la calidad de vida a edades avanzadas. Esto pasa por entender la biología del envejecimiento, y cómo los senolíticos podrían frenar el avance de enfermedades asociadas como el alzhéimer, el cáncer o la fibrosis. También es cierto que esto, a la larga, tendría un impacto en la longevidad. Pero el objetivo es vivir mejor, no más.
En EEUU se ha aprobado permitir el acceso a tratamientos experimentales para extender la longevidad incluso sin la aprobación previa de la FDA. ¿Cómo lo valora?
Ahora mismo hay una carrera por tratar la longevidad como si fuera algo que se pudiera extender con fármacos. Y esto lleva a la gente a abrazarse a teorías que todavía no han sido suficientemente probadas. Pero es muy difícil comprobar qué efectos tienen. No tenemos marcadores del envejecimiento: se habla mucho de los relojes epigenéticos y de la longitud de los telómeros de los cromosomas como maneras de medirlo, pero aún no hemos encontrado una medida como medirse la tensión o el nivel de azúcar en sangre. Por otro lado, es muy difícil que se apruebe un ensayo sólido con estos fármacos, porque el envejecimiento no es una enfermedad. Y por último, hemos visto cosas que funcionan muy bien en animales pero son absurdas en humanos. Reducir su temperatura corporal continuadamente alarga su vida, pero eso no equivale a darte duchas frías, que es lo que hace la gente.
¿El hecho de que los seres humanos seamos naturalmente longevos complica más el entender todos los factores relacionados con cómo envejecemos?
Efectivamente: en laboratorio, hemos conseguido alargar la vida de gusanos, moscas, ratones e incluso monos. Pero hay un salto muy importante hasta los humanos. Esto no quiere decir que no se pueda conseguir: yo estoy convencido de que daremos con algo, porque ya se consiguió con el resto de mamíferos. Hay que ser pacientes: todos los fármacos tienen efectos secundarios, hasta la aspirina, y son aceptables en casos como el cáncer, donde la alternativa es peor. Pero el envejecimiento no es una enfermedad, y no podemos darle un fármaco a una persona a tomar durante 20 años si los efectos secundarios no son prácticamente cero.
Sobre los marcadores de la longevidad, la propia María Branyas, fallecida a los 117 años, no presentaba los esperados para una supercentenaria, ¿no es así?
Los telómeros de los cromosomas de María Branyas eran tan largos como se esperaba para alguien de casi 120 años, pero lo que no se correspondía era su reloj epigenético, que era el de alguien de 100. Y esto nos confirma que los marcadores que usamos no son enteramente fiables. ¿Cuál de los dos tiene razón? En realidad miden cosas diferentes, y una de las conclusiones más importantes es la gran variedad de procesos involucrados en el envejecimiento que resultan difíciles de medir. En el caso de Branyas, su microbiota era la de alguien muchísimo más joven.
¿Es un error creer que todos podemos llegar a pasar de los 100 años? ¿Los supercentenarios están determinados por su genética?
En la esperanza de vida hay una combinación de dos factores: la genética, lo que heredas, y el entorno, lo que haces. Sólo podemos modificar nuestro estilo de vida, pero a mayor edad, más peso toma la genética, porque lo habitual es que la gente tenga algún hábito tóxico. Incluso Jeanne Calment, que llegó a los 122 años, fumó. Todavía desconocemos cuáles son esos marcadores en el ADN. Así que la recomendación sería hacer vida sana, por si acaso nuestros genes no son muy buenos.
Un artículo con mucha repercusión publicado en 2023 auguraba que estábamos a punto de ver a la primera persona que cumplirá 125 años. ¿Lo cree posible?
Es un tema muy interesante, hay mucha discusión en nuestro campo. Hay personas que creen que hay un 'límite duro' a la longevidad humana: genéticamente y biológicamente no podríamos pasar de los 120 años aproximadamente. Incluso se ha puesto en duda que Calment cumpliera realmente 122, porque al parecer hizo trampas con su fecha de nacimiento para conseguir el carné de conducir. La verdad, yo no sé qué esperar. Hay datos que sugieren que estamos acercándonos al límite máximo. Llegar a 100, y no digamos 120 o más, será muy excepcional. No podemos extenderlo mucho más, así que es preferible que nos centremos en el cuidado de la salud.

El genetista Salvador Macip.
También estamos sufriendo el reverso: enfermedades ligadas al envejecimiento, como el cáncer o los problemas cardiovasculares, aparecen cada vez antes. ¿A qué se atribuye?
Todavía no tenemos la respuesta. Sería una combinación de factores, incluido el cambio hacia hábitos tóxicos como la mala alimentación. Pero lo cierto es que a medida que aumenta la esperanza de vida, también aumentan las enfermedades relacionadas. El principal factor de riesgo para el cáncer, más que fumar y que cualquier otra cosa, sigue siendo la edad. El alzhéimer era una anécdota hace 100 años porque la proporción de población que llegaba a los 80 era mínima. Se estudiaban los raros casos precoces.
¿Y qué papel juega la inflamación crónica? ¿Vivimos, como dicen algunos, en un ambiente 'proinflamatorio'? Horarios, alimentación, estrés, falta de sueño, luz nocturna...
Creo que se trata de una combinación de factores externos e internos. El envejecimiento aumenta esta inflamación crónica de bajo nivel, y tiene un papel muy importante en todos los procesos. No es tan fácil como ponerse a tomar antiinflamatorios. El cuerpo va a generar igualmente una respuesta inflamatoria. Es algo parecido a otros problemas. La oxidación lleva al envejecimiento, pero tomar antioxidantes no lo soluciona, porque el cambio viene regulado por mecanismos internos del metabolismo. Sin duda, hacer una dieta más sana, movernos por entornos menos contaminados y dormir mejor incidirá en esta inflamación, pero no la hará desaparecer. Y estamos viendo que fármacos como los senolíticos o los agonistas de la GLP-1 sí podrían modularla. Sería revolucionario.
En cuanto a la dieta, ¿por qué algunas personas con mayor colesterol y peso parecen ser más longevas? ¿Ha sido un error poner el foco en la grasa?
Creo que no lo sabemos del todo. María Branyas, por ejemplo, destacaba por su metabolismo de los lípidos, más joven, más protector. Algunos estudios que estamos haciendo apuntan también al papel de la grasa en la longevidad, pero es complejo. Tratamos de averiguar por qué cambia el metabolismo y modifica la forma en la que la procesamos. Lo que sabemos seguro es que la dieta mediterránea, basada más en grasas vegetales que animales, beneficia la longevidad. Lo importante es el equilibrio: yo no creo en las dietas extremas que eliminan el azúcar y la grasa. No es sostenible a largo plazo. Y es un error demonizar alimentos. La grasa es importante, pero la buena: hay que evitar la saturada de la carne roja y procesada. Hay que controlar los carbohidratos: el azúcar de la fruta es bueno, pero no el refinado. Pero tampoco hacer locuras como en EEUU donde hay gente tomando el 70% de sus calorías en forma de aceite de oliva. ¡El aceite de oliva es bueno, pero no para tomárselo a cucharadas!
El sueño es otro de los factores que se asocia cada vez más a la longevidad: no solo las horas que dormimos, sino la calidad del descanso.
Efectivamente. El cerebro es nuestro 'punto débil', un órgano hiperrevolucionado que consume muchas más calorías de lo que le tocaría por su peso. Y ahora sabemos que las 'maquinarias de limpieza', el mantenimiento, se producen por la noche, con el cerebro en funcionamiento mínimo. Si no dormimos bien, esto tiene un impacto. No podemos decir 'hoy duermo tres horas, pero mañana ya dormiré nueve para compensar'. Pues no, esas tres horas te van a pasar factura durante largo tiempo. La limpieza que has perdido te va a costar recuperarla. Por otro lado, es difícil decir si hay que dormir sieto, ocho o nueve horas. En función de las variantes genéticas, a una persona puede valerle con seis horas de limpieza cerebral, y otra necesitar diez. Mi recomendación sería atender a lo que tu cuerpo te pide.
Y el último factor a destacar sería el ejercicio físico: no solo mantiene el cuerpo en forma, sino que ahora sabemos que es neuroprotector.
Totalmente. El ejercicio es bueno para la salud cardiovascular, que es la principal causa de mortalidad en el mundo. Y ahora sabemos que beneficia los procesos de envejecimiento, siempre que sea constante y moderado. Al contrario, el exceso de ejercicio parece acelerar el envejecimiento. Además, nos hemos centrado mucho en el ejercicio aeróbico porque regula el metabolismo. Pero nos estamos dando cuenta de la importancia del ejercicio muscular para evitar la sarcopenia, la pérdida de masa muscular, y la osteoporosis, en especial en las mujeres. El músculo es un tejido que consume energía y que va a generar una respuesta metabólica, equilibrándonos. Es importante integrarlo en nuestras rutinas de forma equilibrada: correr maratones tampoco es necesariamente sano.