Imagen de archivo de un hombre caminando por la calle en Torrelavega (Cantabria).

Imagen de archivo de un hombre caminando por la calle en Torrelavega (Cantabria). Pedro Puente Hoyos Efe

Salud

La brecha de género del suicidio se profundiza en personas mayores: 7,5 veces más muertes en hombres que en mujeres

Hombres mayores, no casados y que viven en entornos rurales son los de mayor riesgo.

Más información: Por qué los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres: el "disparate" de Sanidad al reducirlo a la "masculinidad"

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Las claves

La tasa de suicidio en hombres mayores de 75 años en España es 7,5 veces superior a la de mujeres de la misma edad, según datos de 2024.

Aproximadamente un tercio de los suicidios en España ocurren en personas mayores de 65 años, y los hombres representan tres de cada cuatro casos.

Factores como la soledad no deseada, la pérdida de roles, enfermedades crónicas y el edadismo aumentan el riesgo de suicidio en la vejez, especialmente en hombres.

Aunque la cifra total de suicidios ha bajado en los últimos años, siguen existiendo grandes diferencias por género y edad, con los mayores hombres no casados en mayor vulnerabilidad.

La buena noticia de la reducción, por segundo año consecutivo, de las muertes por suicidio en España viene empañada por la pervivencia de múltiples brechas que muestran que sigue faltando un abordaje radical del problema.

Dos son las principales brechas: la de la edad y la del género. Aproximadamente, un tercio de los suicidios ocurren en personas mayores de 65 años.

Además, los hombres representan tres de cada cuatro fallecimientos por esta causa en nuestro país.

Combinados, el resultado es desesperanzador. Las tasas de suicidio en ambos sexos van aumentando con la edad, con un primer pico entre los 55 y los 59 años, pero es a partir de los 75 cuando vuelve a elevarse y las diferencias se disparan.

Según los datos definitivos de muertes por suicidio de 2024, publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística, a partir de los 75 años la tasa de suicidios en hombres multiplica por 7,5 la de mujeres.

En ambos sexos, el pico se produce en las franjas de edad de 85-89 y 90-94 años, con 17,113 y 17,288 muertes por 100.000 habitantes, respectivamente.

Sin embargo, en los hombres, esto representa unas tasas superiores a 40 por 100.000 personas, mientras que en mujeres se sitúan en 3,7 y 4,5 fallecimientos.

En números absolutos, son 208 fallecimientos por suicidio frente a 38, cifras pequeñas pero significativas.

"Esta tendencia no solo subraya la carga de suicidio en la vejez, sino también la creciente brecha de género que acompaña al envejecimiento de la población", afirma Miguel Guerrero, coordinador andaluz del programa de prevención de la conducta suicida.

"Sabemos que los hombres mayores, no casados (viudos, divorciados, solteros), que viven en zonas rurales, de bajo nivel educativo, sin acceso a servicios públicos sanitarios y sociales, tienen más tasa de mortalidad".

Esta mayor mortalidad por suicidio en hombres ancianos se explica "por una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales", continúa.

Por ejemplo, tienden a elegir métodos más letales y muestran una mayor determinación y planificación en sus intentos, "buscan menos ayuda emocional y profesional, y cuentan con redes de apoyo más reducidas que las mujeres".

Por otro lado, la vejez suele implicar "pérdida de roles, enfermedades crónicas y dolor, factores que incrementan la desesperanza, y se suma el impacto del edadismo y las expectativas culturales sobre la masculinidad, que invisibilizan el sufrimiento".

Guerrero recuerda que, a pesar de estas cifras, las mujeres –cuya esperanza de vida es mayor– presentan una mayor ideación suicida.

Soledad no deseada

Un factor central en este problema es el de la soledad no deseada, un concepto cada vez más popular en los últimos años y que no está directamente relacionado con el aislamiento social.

Según el Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, se define como la experiencia negativa en la que el individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales.

Es decir, se trata de algo subjetivo, mientras que el aislamiento social es objetivo.

En 2024, un 20% de la población española afirmó sufrir soledad no deseada, pero varía según la edad.

Sorprendentemente, son los jóvenes de entre 18 y 24 quienes más se sienten solos, un 34,6%. El porcentaje baja hasta llegar a la tercera edad, y en personas mayores de 75 años se sitúa en el 20%.

"La soledad no deseada no es un mero malestar emocional", apunta Guerrero, "es un factor de riesgo potente que afecta a las personas a niveles físico, psicológico y social".

Esto les hace más vulnerables "a enfermedades crónicas, depresión, ansiedad, pérdida de motivación y deterioro cognitivo".

Al combinarse con factores propios de la vejez, como el dolor, la discapacidad o la pérdida de autonomía, "la sensación de inutilidad o carga se intensifica, y la desesperanza se convierte en un riesgo real de suicidio".

La discriminación por edad o edadismo es otro factor que aumenta la vulnerabilidad de los mayores al suicidio.

"Subestimar sus necesidades, invisibilizar sus emociones y normalizar la soledad o dependencia genera exclusión social, baja autoestima y sensación de ser una carga, especialmente en hombres mayores que buscan menos ayuda".

Para el experto, la prevención del suicidio en personas mayores requiere abordar la dimensión social y emocional de la vejez.

Es necesario "crear espacios de encuentro, fomentar actividades significativas, promover el voluntariado y mantener a los mayores activos y conectados con la comunidad", abordándolo desde una perspectiva de género.

El número de suicidios alcanzó un pico en España tras la pandemia. En 2022 se registraron 4.227 muertes por esta causa, y la cifra ha bajado desde entonces.

En 2024, se situó de nuevo por debajo de los 4.000 fallecimientos, de los que 2.902 fueron en hombres y 1.051 en mujeres.

En España existen líneas telefónicas de ayuda como el 024, el Teléfono de la Esperanza (717 003 717) o el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385), así como diversas páginas web con recursos y guías de ayuda, como Papageno y la Confederación Salud Mental España.