El psicólogo Víctor Amat.

El psicólogo Víctor Amat.

Salud

Qué es 'la norma del 7': el secreto del exitoso psicólogo Víctor Amat para tener una "buena vida" en España y no sufrir

El psicólogo advierte de que la obsesión por ser felices y el deseo de controlar el sufrimiento puede ser contraproducente.

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J. Rodríguez
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Alcanzar la felicidad se ha convertido para muchos de nosotros en una obsesión, pero hay cosas que no se deben forzar. En este sentido, los psicólogos advierten que debemos aspirar a una felicidad racional, es decir, que no podemos pretender ser felices todo el tiempo, ni capaces de evitar continuamente el sufrimiento. La felicidad es un concepto más difícil de lo que a priori podemos pensar, que va y viene.

Precisamente, pensar en la felicidad como un destino al que se llega y entonces permanece puede generarlos expectativas dolorosas. Los expertos nos recomiendan pensar en que la felicidad se relaciona más bien con el punto de vista con el que observamos la vida y lo que ya tenemos. De esta manera, la felicidad se entiende como una actitud y dependiente de nosotros más que de los aspectos materiales que nos rodean.

Para el psicólogo Víctor Amat, que es autor de los libros Psicología punk y Autoestima punk, la felicidad es algo que no deberíamos perseguir con tanto ahínco. De hecho, en una de sus últimas publicaciones ha compartido su "norma del siete" con la que explica cómo deberíamos enfrentarnos a las expectativas que tenemos sobre la vida. Estas expectativas son, en muchas ocasiones, las que nos impiden sentirnos felices con regularidad.

"Yo tengo la norma del siete, la norma de que la vida es un siete. Significa que más o menos una buena vida tendría un 70% de las cosas más o menos bajo control y luego hay un 30% de cosas en la vida que no vas a poder controlar", explica este psicólogo. Con esto se refiere a que existe un margen con el que podemos actuar, acercándonos a lo que puede hacernos felices y alejándonos de lo que nos hace sentir peor.

El otro 30% son eventos de la vida que sobrevienen y contra los que no se puede hacer mucho más que aceptarlos. "Si las quieres controlar, vas a sufrir. Muchas personas sufren mucho porque quieren tener todo controlado. Y si ese 30% aumenta y se va comiendo un 70% de estabilidad, pues claro uno puede sentirse zozobrar", reflexiona el experto. La sensación de control, en estos casos, puede ser más una ilusión que una realidad.

En cualquier caso, Amat sostiene que a lo largo de su carrera ha dado con personas muy variadas: personas adictas al control y otras que parecen fluir con más comodidad. "Claro, encontraremos personas que se sienten muy cómodas en un pequeño porcentaje de estabilidad y viviendo en la inestabilidad muy cómodamente. Lo maravilloso de la psicología es que cada persona es diferente y, por eso, es muy difícil generalizar", asegura.

Las ansias de control sobre nuestra propia felicidad es un tema que Amat ha tocado en muchas ocasiones en vídeos para sus redes sociales. De hecho, el experto plantea si realmente podemos considerar que tenemos derecho a la felicidad: "Nos hemos creído que tenemos derecho a la felicidad, nos han hecho creer que tenemos derecho a la felicidad y que la felicidad se ha de imponer y esto causa muchísimo sufrimiento".

Pretender que tanto nosotros como nuestros allegados sean siempre felices es una aspiración poco realista. Explica en otro de sus vídeos que una vez habló con una mujer que sólo quería que su hijo no sufriera nunca. "Un día a tu hijo le va a dejar la novia, perderá el trabajo y le tocará sufrir como a todo el mundo porque forma parte de la vida y entonces tú vas a sufrir como una bestia. Es como si pudiéramos estar protegidos siempre", responde Amat.

"La felicidad es un absurdo, en el sentido de que uno no la va a alcanzar, no es un lugar de destino al que tú vas a llegar y te vas a quedar ahí. La idea es que puedas reconocer momentos de felicidad y también que cuando la vida no es tan feliz sepas que hay que manejarse", resume. Los ciclos de felicidad y tristeza son completamente normales en la vida de los seres humanos y no se deberían intentar retener ni forzar su fin.