Imagen de archivo de la realización de una mamografía.

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Salud

España, en el top 10 de supervivencia al cáncer siendo el país rico que menos gasta en cuidados

Nuestro país solo dedicó 123 euros por habitante a la atención oncológica, la cifra más baja de 22 países de nuestro entorno pertenecientes a la OCDE.

28 mayo, 2022 01:43

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El gasto en medicamentos oncológicos en España fue de 3.110 millones de euros en 2021, el 17% del total de los medicamentos financiados públicamente. Es casi el doble de los 1.600 que se gastaron cinco años antes, en 2016. Sin embargo, la inversión en atención al cáncer por persona en España es la más baja entre las naciones desarrolladas y, aun así, nuestro país está entre los 10 con menor tasa de mortalidad por cáncer.

Es más, cuando esta tasa se ajusta por consumo de tabaco, España es el quinto con mayor supervivencia, según se desprende de un estudio publicado este viernes en JAMA Health Forum donde se analizan los gastos y resultados en cáncer de 22 de los países de más altos ingresos entre los que pertenecen a la OCDE.

Las tasas de mortalidad recogidas por los investigadores, liderados por el profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale Cary Gross, se corresponden a 2020, mientras que los datos de gasto sanitario en cáncer son, en su mayoría (incluyendo a España), de 2018. Nuestro país invertía en atención al cáncer el 4,9% de todo el gasto sanitario español, lo que suponía 123 euros por cada habitante.

Esta cantidad es menos de la mitad del gasto mediano –el que deja tanto por encima como por debajo al 50% de las naciones– calculado para los 22 países del estudio, de 276 euros. Por ejemplo, Bélgica gasta 318 euros; Francia, 298; Italia, 182. Los países que más gastan por habitante son Estados Unidos (545 euros) y Suiza (540).

Ajustando las cifras a cada franja de edad, en España se registran 90,3 muertes por cáncer por cada 100.000 habitantes, ligeramente por debajo de la mediana de los 22 países, que se sitúa en 91,4.

El país con la tasa de mortalidad más baja es Corea del Sur, con 75,5 casos por cada 100.000 personas. Australia, Finlandia, Japón o Estados Unidos también se sitúan por debajo de España. En cambio, Noruega (91,7), Reino Unido (100,5) o Francia (107,9) están por encima. El país con mayor tasa de mortalidad de la lista es Dinamarca, que registra 113,7 muertes.

Tabaco y muertes por cáncer

Los investigadores también han analizado la tasa de mortalidad ajustándola al nivel de tabaquismo de cada país. El consumo de tabaco se asocia principalmente al cáncer de pulmón pero es un factor de riesgo en casi cualquier tipo de cáncer, desde el de vejiga hasta el de páncreas, pasando por el colorrectal y la leucemia.

Teniendo en cuenta este indicador, España se sitúa entre los cinco países con menos mortalidad por cáncer, con 62,9 defunciones por cada 100.000 habitantes. Solo Corea del Sur (50,1), Japón (55,8), Suiza (57,4) e Islandia (61,2) tienen unas tasas menores a las españolas. En cambio, este indicador se eleva a 80,8 en Francia, 85,6 en Países Bajos y 85,7 en Dinamarca.

Los notables resultados de la atención al cáncer en España frente a los países de su entorno corroboran la visión de la sanidad en el país como de las más eficientes en el cálculo coste-beneficio. Así, el trabajo publicado en JAMA Health Forum destaca los 2.522 euros per capita de gasto sanitario (solo por encima de los 2.428 de Corea) en nuestro país frente a los 4.784 de Australia, los 5.040 de Irlanda, los 5.753 de Luxemburgo y los 10.221 de Estados Unidos.

Asociación entre gasto y mortalidad en cáncer.

Asociación entre gasto y mortalidad en cáncer. JAMA

Con todo, la pandemia ha puesto contra las cuerdas la resiliencia de una sanidad española que no tenía red de seguridad si se caía de la cuerda floja en la que estaba subida. La presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica, Enriqueta Felip, explicaba a EL ESPAÑOL, con motivo del pasado Día Mundial contra el Cáncer, que tras el primer impacto del confinamiento "la actividad es parecida a la que teníamos antes de la pandemia".

Ese primer impacto consistió en la reducción de la actividad diagnóstica, con un 21% menos de pacientes nuevos, una reducción de los atendidos en los hospitales de día del 14% y una disminución del 9,5% entre los que recibieron quimioterapia.

Felip apuntaba, no obstante, que todavía es pronto para saber cómo ha impactado esta reducción de la actividad en la salud del paciente con cáncer, y que el efecto real de la Covid "en el diagnóstico del cáncer lo tendremos aproximadamente dentro de dos o tres años".

Mucho gasto, poco resultado

El gasto en cáncer está en el punto de mira no solo en nuestro país. Los autores del estudio recuerdan, por ejemplo, que gran parte del aumento del gasto en cáncer en Estados Unidos "se ha atribuido a anticuerpos monoclonales, inhibidores de kinasas e inhibidores del punto de control inmunitario, que a menudo confieren ganancias de supervivencia marginales o poco claras".

También explican que la agencia reguladora norteamericana (FDA) puede autorizar la comercialización de ciertos medicamentos solo con resultados preliminares de estudios, incluyendo variables subrogadas no validadas. Esto quiere decir que, para acelerar el proceso de aprobación, en lugar de esperar a disponer de los suficientes datos de supervivencia (en que tienes que esperar a que un número determinado de pacientes de un ensayo muera) se mide la tasa de respuesta al medicamento o el tiempo hasta la progresión del tumor, datos que se obtienen de forma más rápida pero que no pueden sustituir el objetivo último de supervivencia.

Con todo, los autores reconocen ciertas limitaciones a un estudio planteado de forma un tanto simplificadora. Por ejemplo, no han tenido en cuenta las diferencias que pueda haber en la mortalidad según el tipo de cáncer, ni resultados en calidad de la atención percibida.

Además, el concepto atención en cáncer es muy amplio y algunos países pueden no incluir ahí algunos costes, como los de cribado, si bien estos son marginales en comparación con otros gastos. Los autores plantean, por último, incluir otros factores de riesgo aparte del tabaco en estudios futuros.