Una paciente recibe su tratamiento de quimioterapia.

Una paciente recibe su tratamiento de quimioterapia.

Salud Trastornos mentales

La carga psicológica del cáncer: el riesgo de suicidio triplica al de la población general

La mortalidad es tres veces mayor cuando el tumor tiene mal pronóstico y no ha pasado un año desde que fue diagnosticado.

2 abril, 2022 02:27

Noticias relacionadas

Dos estudios publicados esta semana en la revista Nature Medicine arrojan luz sobre la relación entre el cáncer, los trastornos mentales y el suicidio. Las personas con esta enfermedad tienen un 85% más de riesgo de mortalidad por esta causa que la población general. Este riesgo es tres veces mayor cuando el cáncer tiene mal pronóstico y no ha pasado un año desde el diagnóstico.

En el primero de los trabajos, los autores han reunido la mayor evidencia disponible sobre esta relación. Han revisado 62 estudios, que incluyeron a 47 millones de pacientes de cáncer; el 0,1% de ellos, unas 70.000 personas, se quitaron la vida.

Los investigadores, comandados por Corinna Seliger, del Departamento de Neurología del Hospital de Heidelberg,en Alemania, concluyeron que la mortalidad por suicidio estaba fuertemente asociada al tipo de cáncer, en qué estadio fue diagnosticado y el tiempo desde su detección.

El mayor riesgo se daba en los cánceres con mal pronóstico, aquellos cuya probabilidad de supervivencia a cinco años era menor del 50%. Tumores de hígado y conductos biliares, estómago, cabeza y cuello, sistema nervioso central, páncreas, esófago y mesotelioma fueron aquellos con peor prognosis.

Por el contrario, aquellos cuya supervivencia a los cinco años era superior al 50%, como los cánceres de tiroides, melanoma (no metastásico), próstata y testículo, tuvieron menos riesgo de suicidio. Asimismo, si el tumor era detectado en estadios tempranos, la mortalidad se reducía.

En cambio, cuando se detectaba en estadios avanzados, esta superaba en 3,5 veces la de la población general. Este era el mayor factor de riesgo, junto al tiempo transcurrido desde el diagnóstico: en el primer año, era tres veces superior al de la población general.

El género y la raza no correlacionaban con el número de fallecimientos, mientras que se observó mayor mortalidad en las personas solteras frente a las casadas, pero no fue un dato estadísticamente significativo.

Sí lo fue la localización geográfica. En Estados Unidos, la probabilidad de suicidio en los pacientes de cáncer era 1,5 veces la europea o la asiática. Los autores achacan esto a la ausencia de un sistema sanitario público y al coste de los tratamientos en el país norteamericano.

Sin embargo, también reconocen que el estudio se ha realizado en países de ingresos altos, pues son los que más datos tienen, por lo que la realidad en los de ingresos medios y bajos puede ser distinta.

Depresión y cáncer

El segundo estudio busca contextualizar la salud mental del paciente con cáncer, examinando el riesgo de autolesión en cerca de medio millón de adultos con cáncer y 26 tipos de tumores. La depresión fue el trastorno más común, mientras que la carga psicológica variaba dependiendo del tratamiento al que se sometía la persona.

Así, aquellas que acudían a radioterapia eran las que menos trastornos mentales reportaron. En el otro extremo se encontraban las que habían pasado por cirugía, quimioterapia y radioterapia. Además, el tratamiento con las quimioterapias más agresivas (como la ciclofosfamida o el cisplatino) reportaban un número mayor de trastornos que el de aquellas de menor impacto, como los inhibidores de las quinasas.

Según el tipo de tumor, fueron los pacientes con cáncer testicular aquellos que tenían la mayor carga de trastornos psiquiátricos: un 98% de ellos reportó depresión, y el 83,5%, ansiedad. Curiosamente, este tumor fue uno de los que reportaban menos número de suicidios. Cérvix y linfoma de Hodgkin son los otros dos cánceres con mayor depresión reportada.

Un comentario publicado al mismo tiempo que estos dos estudios llama la atención sobre el tipo de paciente que requiere un seguimiento más estrecho de su salud mental: joven, de regiones socioeconómicamente desfavorecidas y con ciertas enfermedades (tumores cerebrales, cáncer de próstata, linfoma de Hodgkin, cáncer testicular y melanoma).

Expectativas de futuro

"El diagnóstico de cáncer supone una fuente de estrés muy intensa, porque pone al límite las capacidades de afrontamiento de la persona", apunta Andrés Pemau, psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid.

"Puede afectar a las expectativas de futuro de la persona", señala. Estas funcionan normalmente como un factor protector frente al suicidio, pero el diagnóstico de cáncer puede alterarlas profundamente.

Miguel Guerrero Díaz, responsable de la Unidad de Prevención e Intervención Intensiva de la Conducta Suicida (UPII) Cicerón, añade que el hecho mismo de la enfermedad física "es un factor de riesgo para la génesis y desarrollo de ideación suicida. Entre las personas que fallecen por suicidio, una de cada tres presentaba una enfermedad médica crónica".

El psicólogo enumera los factores que aumentan ese riesgo en una persona con cáncer: "La falta de respuesta del entorno, el miedo a la muerte, la incertidumbre, el deterioro de la salud mental asociado, la interrupción que en muchos casos supone el afrontamiento del cáncer (baja laboral, retraimiento social, abandono del autocuidado), el miedo a convertirse en una carga o la ansiedad anticipatoria por la progresión del cáncer".

Muchos de estos conceptos son comunes a otras patologías que afectan a la salud mental y pueden influir en la ideación suicida, como aquellas invalidantes, que producen desfiguracion o tienen mal pronóstico, generan dolor crónico o cambian el estilo de vida de las personas, como pueden ser el sida, la esclerosis múltiple, la enfermedad hepática crónica o los trastornos osteoarticulares.

Sin embargo, hay características del cáncer que lo hacen especialmente susceptible. Tania Estapé, responsable del área de Psicooncología de la Fundación Fefoc y presidenta de la Sociedad Española de Psicología Oncológica, explica que la sensación de que el cáncer es un castigo injusto, que puede tocarte a pesar de ser joven y seguir unos hábitos de vida saludables, es un golpe muy duro.

Por eso sigue persistiendo ese tabú alrededor, aunque los avances de las últimas décadas han logrado una mayor supervivencia en tumores en que hasta hace poco era impensable, unida a una mejor calidad de vida.

La psicóloga añade otro componente subjetivo: "Es muy importante la percepción de apoyo. Hay pacientes con cinco hijos y muchos hermanos que se sienten solos, y quienes solo con su pareja se sienten apoyados y reconfortados. Esto correlaciona con una mejor evolución psicológica del cáncer".

Estapé da las claves para afrontar su diagnóstico. Enemiga acérrima de una visión exageradamente positivista a lo 'Mr. Wonderful' que muchas personas, con buena intención, animan a aplicar, lo primero que apunta la psicóloga es la aceptación de las emociones desagradables. "No me gusta decir que sean negativas, las emociones están para el proceso adaptativo de la situación".

Cada persona afronta el diagnóstico a su propia manera, por eso no hay una fórmula específica y llama a "hacerse caso a uno mismo: hay gente que quiere contárselo a otros, otra no tiene ganas de dar explicaciones". Pero sí es bueno buscar redes de apoyo.

También recomienda no dejarse llevar y romper los ritmos día-noche. "Vemos pacientes que están de baja y se les hace el día largo, cada día se despiertan un poco más tarde, dejan de ducharse… y entran en una espiral depresiva: cuantas menos cosas hago, menos ganas tengo de hacerlas".

Ayuda psicológica frente al cáncer

Andrés Pemau coincide en que "no hay una receta infalible" y cada uno tiene unas necesidades específicas, pero el acompañamiento y la información son puntos muy relevantes para asimilar la situación. Y "tiempo para manejar y aceptar el diagnóstico".

En caso de que la persona piense en la muerte, en no querer seguir viviendo, no le vea el sentido a la vida o se sienta una carga, es el momento de buscar apoyo profesional, medita Miguel Guerrero. "El suicidio se puede y se debe prevenir y evitar, y sabemos cómo hacerlo".

Pese a que el comentario publicado en Nature Medicine avisa de la necesidad de programas de ayuda psicológica desde el momento del diagnóstico, en España la situación es bastante dispar según las comunidades autónomas y los centros.

Hay programas "y de mucha calidad", apunta Guerrero, "pero desgraciadamente es una deficiencia y la excepción dentro del sistema de salud público. Existe una gran desigualdad en la cartera de servicios entre comunidades autónomas".

Las asociaciones de pacientes y fundaciones sin ánimo de lucro, como Fefoc o el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac), disponen de profesionales especializados que ofrecen un apoyo psicológico para aquellas personas que sienten que no encuentran la salida.

Además, "los especialistas en salud metal, a través de los programas de salud mental de enlace e interconsulta, pueden hacer un gran trabajo en las unidades de Oncología de los hospitales", apunta Guerrero, "pero la baja ratio de profesionales y la miopía de los gestores sanitarios en materia de salud mental dentro de los entornos hospitalarios frena el desarrollo de estos programas".

Estapé reconoce que "hay una demanda bestial" de atención psicológica. Cuando ella comenzó su carrera clínica había un mayor tabú y reticencia a acudir al psicólogo, pero ahora "vemos más pacientes y estamos incluso desbordados. La salud mental en sí se ha puesto sobre la mesa".

Pero la psicóloga no quiere que se olvide otro paciente: la familia. "Se le llama paciente de segundo orden, pero tiene los mismos niveles de problemas psicológicos, solo que le falta la enfermedad física".

Además, se le exige un papel fuerte, "que no llore, por ejemplo. Hay que darle también espacio". Hay pacientes que se vuelven muy exigentes con la familia, "el síndrome de la lupa", esperan una cosa y no la reciben, pero no lo comunican, cuando desde el otro lado existe el pensamiento de "no molestar". "Hay que establecer vías de comunicación de manera educada y asertiva", recomienda.

En España existen líneas telefónicas de ayuda como el Teléfono de la Esperanza (717 003 717) o el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385), así como diversas páginas web con recursos y guías de ayuda, como Papageno y la Confederación Salud Mental España.