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    Alimentos infiltrados

    La dieta mediterránea es un tipo de alimentación muy saludable que se practica, entre otros países, en España. Ahora bien, no se puede decir que todos los españoles la sigan y, mucho menos, que la cumplan a rajatabla. Nuestro país no se libra de los malos hábitos alimenticios que existen en todos los países occidentales y no sólo podemos culpar de ellos a la comida basura y a los refrescos azucarados.

    Todavía hoy consumimos alimentos todos los días que nos perjudican y que, sin embargo, lo ignoramos. De todas formas, gracias a que la Nutrición interesa ahora más que nunca vamos destapando a esos falsos alimentos saludables. Así hemos descubierto que los mal llamados palitos de cangrejo están compuestos de un batiburrillo de ingredientes nada recomendables o que los cereales del desayuno no son la mejor manera de empezar el día.

    Aunque todos estos alimentos con una fama equivocada de ser saludables son alimentos manufacturados, su procesamiento no es tan evidente como el de los palitos y los cereales. Tal y cómo explica Consumidor Global, muchos de ellos los consumimos todos los días e, incluso, varias veces sin saber que tienen un alto índice glucémico o que se relacionan con enfermedades tan peligrosas como el cáncer. A continuación, cuatro alimentos con fama de saludables que los médicos aconsejan evitar.

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    El jamón de York

    Lo primero que debemos saber sobre este embutido tan famoso es que el jamón de York no existe: tal y como explica este artículo de EL ESPAÑOL, el término no se encuentra en la legislación alimentaria española y, por tanto, no hay requisitos para que un producto sea denominado como tal. Existen el jamón cocido, el extra y el fiambre.

    Estos productos suelen tener un contenido superior al 80% de carne de cerdo y el resto está formado por ingredientes como: agua, sal, lactosa, dextrosa de maíz, azúcar, aromas, estabilizantes, antioxidantes y conservantes. Es decir, se trata de un producto ultraprocesado y con azúcares añadidos, pero además al ser carne procesada se relaciona con algunos tipos de cáncer.

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    El arroz blanco

    Aunque siempre asociamos el arroz a la comida asiática, no podemos negar que los españoles tenemos una relación muy estrecha con este cereal. Ahora bien, la mayoría de las veces lo consumimos en su versión refinada, el arroz blanco. Estos granos poseen, en realidad, una cáscara que aporta fibra y ciertos nutrientes y que se conserva en el arroz integral.

    Según este artículo de EL ESPAÑOL, "nuestro cuerpo transforma rápidamente el almidón del arroz blanco en glucosa, lo que produce peligrosos picos de azúcar en sangre. Esto a su vez, además del riesgo de padecer enfermedades como la diabetes, genera una resistencia a la insulina y síndrome metabólico, entre otros".

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    El zumo natural

    Con el desayuno o en cualquier merienda, los españoles hemos crecido junto a un brick de zumo. Por supuesto, estos perjudican nuestra salud porque contienen azúcares añadidos, pero no son los únicos. Los que exprimimos nosotros mismos en casa ni se pueden considerar saludables, ni se corresponden con una pieza de fruta.

    Cuando exprimimos una naranja estamos sacando el azúcar de su matriz de fibra y, de esta manera, su índice glucémico se dispara. Es decir, después de tomar un zumo de naranja, nuestros niveles de azúcar en sangre se elevan mucho y en un corto período de tiempo, lo que hace que se fuerce la liberación de insulina y puede desembocar en una diabetes tipo 2. Pero también los alimentos con alto índice glucémico nos hacen sentir hambre poco después de tomarlos. Además, en un zumo suele haber más de una naranja, lo que hace que tomemos más azúcar que si nos tomamos una entera.

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    El pan blanco

    Desde hace siglos, el pan es considerado como uno de los alimentos más básicos de nuestra alimentación. Sin embargo, esto es algo cultural porque se puede vivir perfectamente sin él. Nuestra dieta actual es muy rica en hidratos de carbono y el pan, que casi siempre consumimos blanco, no hace más que aumentar esta proporción.

    El principal problema del pan blanco es su altísimo índice glucémico y que se debe a su elaboración a partir de harinas de trigo refinadas. A estas harinas les falta el salvado que recubre el grano del cereal y, con él, se pierde la fibra y buena parte de los nutrientes saludables. El nutriente más abundante en el pan es el almidón que se transforma rápidamente en azúcar y, por eso, se considera dañino.

Silvia Val