Una caja con media docena de huevos.

Una caja con media docena de huevos. iStock

Nutrición Alimentos saludables

Esta es la mejor forma para tu organismo de comerse unos huevos: sanos y menos calóricos

Los huevos son uno de los alimentos más fáciles de preparar, pero si queremos comer sano debemos prepararlos de la manera menos calórica.

2 junio, 2021 01:13

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En España sabemos mucho sobre platos de comida que a simple vista son muy sencillos, pero que resultan deliciosos. Y, en este sentido, no hay alimento que represente mejor este concepto que el huevo. Cuando tenemos un huevo frito con un pedazo de pan para mojar la yema, que se quiten de en medio las creaciones más vanguardistas de la alta cocina. Ahora bien, esta no es la forma de comer huevo que más nos beneficia.

A pesar de lo que se ha pensado durante años, tomar huevos de manera habitual es un hábito saludable. De hecho, podemos tomar uno al día y esto no hará que suba nuestro nivel de colesterol en sangre. El abuso de consumo de huevos se ha relacionado durante años con las enfermedades cardiovasculares, pero, sorprendentemente, los últimos estudios apuntan a que pueden ayudar a prevenirlas.

En este artículo de EL ESPAÑOL se cita un estudio que llevaron a cabo investigadores chinos e ingleses de manera conjunta y que concluye que las personas que toman un huevo al día pueden reducir un 26% su riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Además, comer unos cinco huevos a la semana puede reducir el riesgo de sufrir enfermedades coronarias en un 12%. De todas formas, la manera en la que los cocinamos influye.

Culto al huevo frito

Para preparar un huevo frito, normalmente ponemos una gran cantidad de aceite con la intención de hacer una pequeña piscina en la que el huevo quede frito por todas partes. Es recomendable que el aceite que usemos sea de oliva virgen extra, pero, a pesar de ello, el producto final será una comida con un alto número de kilocalorías y en la que primen las grasas. Si, además, utilizamos otros aceites, su estructura ha podido ser dañada por las altas temperaturas.

Pocas personas en España pueden renunciar a un huevo frito con puntilla. Por eso, lo mejor es que si queremos tomarlo de vez en cuando lo preparemos a la plancha. Para elaborar uno de estos sólo tenemos que poner unas gotas de aceite en la sartén y, tras poner el huevo, cubrir con una tapa para que el calor cuaje el huevo sin necesidad de volcar varias cucharadas de aceite caliente sobre él. Con esta elaboración podemos seguir mojando pan en la yema con un menor contenido de kilocalorías asociadas.

Según el portal norteamericano Healthline, las cocciones demasiado largas y a altas temperaturas reducen la cantidad de nutrientes saludables que contiene el huevo. Es decir, que la fritura puede hacer desaparecer cierto porcentaje de vitaminas. Ahora bien, es importante que al cocinar un huevo siempre quede completamente cuajado porque, de lo contrario, podemos correr el riesgo de sufrir una toxiinfección: la más habitual, una provocada por salmonella.

Cocidos, mejor

Ahora bien, ¿cuál es la manera más saludable de comer un huevo? Tanto Healthline como la Fundación Española del Corazón (FEC) coinciden en que los huevos más sanos son los que han sido cocidos: es decir, los huevos duros y los huevos escalfados. La diferencia es que en los primeros el agua en el que se sumergen está hirviendo y como resultado sale un huevo completamente cuajado —yema incluida—, en los segundos, la yema se encuentra líquida.

La Fundación Española de la Nutrición (FEN) calcula que 100 gramos de huevo contienen unas 150 kilocalorías. Su aporte mayoritario son las proteínas: ocupan del 12,5% de la composición total de este alimento y, además, son de alta calidad por contener todos los aminoácidos esenciales y encontrarse en "proporciones equilibradas". Destacan en su contenido las vitaminas A, varias del grupo B y D; además de minerales como el selenio, el yodo y el fósforo.

Los huevos se consideran una fuente de proteínas y, según el plato para comer saludable de la Universidad de Harvard, deben ocupar un cuarto de nuestra comida. La mitad de lo que comamos deben ser frutas y verduras y, el cuarto restante, cereales integrales.