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    Cuatro alimentos con fama de sanos en España que los nutricionistas piden evitar

    La nutrición es una ciencia relativamente reciente que ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Cada vez tenemos un conocimiento mayor sobre los alimentos, sobre los nutrientes que los integran, o sobre cómo influye el horario de nuestras comidas en nuestro organismo. De hecho, una parte muy importante de la divulgación científica se ha centrado en los últimos años en desmontar mitos muy arraigados como que el desayuno es la comida más importante del día, que hay que beber dos litros diarios de agua, o que los hidratos engordan más por la noche.

    De igual forma, el común de los mortales lleva años creyendo que algunos alimentos que nos venden en el supermercado son sanos debido a los reclamos que se pueden leer en sus envases, a las campañas de publicidad que los envuelven o, directamente, fruto de la desinformación que campa a sus anchas a través de internet y las redes sociales. Y no, en lo relacionado con la alimentación, precisamente no es oro todo lo que reluce. De hecho, hay algunos alimentos tremendamente populares en España que los nutricionistas recomiendan evitar en la medida de lo posible por los efectos que pueden tener a largo plazo en nuestra salud. 

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    Los espaguetis

    Los espaguetis están en tu vida y en la mía desde nuestra más tierna infancia. A priori, lo que siempre se ha pensado de ellos es que, al igual que los macarrones u otro tipo de pasta, eran una excelente fuente de carbohidratos que podíamos engullir con tomate, a la carbonara o con pesto. Lo cierto es que, al igual que ocurre con el pan, otro alimento que tiene una excesiva presencia en nuestra dieta, los nutricionistas no los recomiendan porque están elaborados principalmente con harinas refinadas

    ¿Qué es una harina refinada? Pues una variedad de harina que, en lugar de utilizar el grano de trigo entero, ha sido despojada del germen y el salvado, las dos partes en las que se encuentran los nutrientes más interesantes, entre ellos la fibra. En cambio, sí posee un porcentaje bastante elevado de almidón, que se encuentra en el endospermo, la parte del grano de trigo con la que se elabora la pasta. El problema es que el consumo de alimentos ricos en almidón como el pan o la pasta ha sido relacionado con la obesidad y el sobrepeso o con enfermedades como la diabetes tipo 2. 

    Así, la alternativa pasa por el consumo de pasta integral. "Igual que ocurre con el pan, la pasta más saludable es aquella cuyo primer ingrediente es integral y conserva todas las partes del grano", explica Marián García (Boticaria García) en su libro El jamón de York no existe (La Esfera de los Libros, 2019). 

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    Yogures de sabores

    Por muchas fresas, limones o plátanos que veamos en un yogur de sabores como los que podemos encontrar en el supermercado, lo más probable es que estos lácteos no hayan visto una de estas frutas ni en pintura. Tal y como explicó la farmacéutica y especialista en I+D Gemma del Caño, la industria utiliza una amplia variedad de aromas y colorantes para conseguir darles un aspecto que atraiga al consumidor e incluso le haga pensar que estamos ante un producto más saludable. "Normalmente son aromas y colorantes los que consiguen la sensación de sabor", apuntaba Del Caño en declaraciones a este mismo periódico. Así, pese a que estos lácteos se denominan "yogures aromatizados", la legislación española obliga a etiquetarlos como "sabor a…". 

    En cambio, lo que realmente hace poco recomendable este producto es la cantidad de azúcar que esconde. Un trabajo de investigación publicado hace un par de años demostró que sólo un 9% de los más de 900 yogures analizados eran bajos en azúcares. De hecho, si acudimos a la etiqueta de una marca de yogures podemos comprobar que contienen casi 12 gramos de azúcares en 100 gramos, una cantidad excesiva. Según los especialistas, lo mejor es comprar un yogur natural y añadirle fruta nosotros mismos. 

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    Sopas de sobre

    Con la llegada del invierno, los caldos y las sopas vuelven a hacer acto de presencia en nuestras cocinas. En principio, una sopa de pescado o de verduras no tiene por qué ser un plato insano, más bien todo lo contrario. Sin embargo, la comodidad (o más bien la vagancia) hace que a menudo optemos por las clásicas sopas de sobre que podemos encontrar en los grandes establecimientos. Y éstas, tal y como advirtió Gemma del Caño en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL, sí "pueden ser una bomba".

    El problema de estos sobrecitos aparentemente indefensos con fama de saludables es que tienen una cantidad enorme de sal. Además, para su elaboración se utilizan potenciadores de sabor como el glutamato monosódico, tal y como explicó la dietista-nutricionista Laura Llorente a EL ESPAÑOL. "El glutamato monosódico es un potenciador de sabor que en consumos excesivos puede tener consecuencias negativas", subrayó la especialista, que también subrayó que las cantidades de pollo o verduras en estos productos suelen ser realmente anecdóticas. 

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    Galletas con fibra

    El inenarrable universo de las galletas es otro de esos sectores que han tratado de reinventarse por activa y por pasiva. Para ello, la industria ha desarrollado galletas sin azúcar, galletas para bajar el colesterol, galletas bajas en azúcar o galletas ricas en fibra. ¿Son estas variedades más saludables que las galletas tradicionales de toda la vida? La respuesta es no. "No hay galletas sanas, aunque intenten convencerte de que lo son", advertía el dietista-nutricionista y divulgador Carlos Ríos en otra entrevista en EL ESPAÑOL. 

    "La galleta, por definición, es un producto de bollería que se hacía antaño de forma ocasional, que tenías que cocinarlo tú y que, por supuesto, no llevaba las cantidades de azúcar, aceites vegetales, sal y aditivos que llevan ahora. No hay en el mercado galletas saludables y la gran mayoría intenta convencerte de que lo son", explicó el especialista.