Una carnicería.

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Ésta es la carne que no debes comprar para reducir tu riesgo de cáncer de mama

La carne roja aumentaría el riesgo de cáncer de mama, pero sustituirla por carne de pollo lo reduciría.

17 agosto, 2019 02:07

El cáncer de mama afecta a una de cada ocho mujeres, siendo el cáncer más común entre las mujeres tras el cáncer de piel. Las tasas de cáncer son muy variables entre regiones, dado que existen diversos factores ambientales y de estilo de vida a tener en cuenta, además de variaciones genéticas. Por ello, comprender los diferentes orígenes y riesgos del mismo puede ayudar a detectarlo y tratarlo a tiempo.

Por ello, los últimos trabajos se están centrando en el ámbito nutricional y su relación con los diferentes tipos de cáncer, un ámbito complejo, dado que los hábitos alimenticios pueden variar sobremanera según cada región y aislar un único hábito puede ser complicado.

Sin embargo, un reciente estudio publicado en el International Journal of Cáncer, donde se tuvieron en cuenta datos de 40.000 mujeres, ha logrado obtener una relación entre los diferentes tipos de carne y el cáncer, concretamente el cáncer de mama.

El consumo de carne roja y el riesgo de cáncer de mama

En este caso, los investigadores se propusieron investigar la relación entre el cáncer de mama y los diferentes tipos de cáncer, analizando incluso los métodos de cocción usados, y lo bien que se cocinase cada carne en concreto.

Para ello, usaron datos del llamado Estudio de Hermanas, que incluye datos de 42.012 mujeres de entre 35 y 74 años de Estados Unidos y Puerto Rico, a las que se ha seguido durante un promedio de 7.6 años. Al final, se detectaron 1.536 casos de cáncer de mama.

Cada participante proporcionó información sobre sus enfermedades previas, antecedentes familiares de cáncer, estilo de vida, dieta, altura, peso e información demográfica. Así mismo, también informaron detalladamente sobre el consumo de carne, incluyendo el tamaño de porciones y tipos de carne, además de datos sobre cómo la cocinaban.

Según los datos finales, las mujeres que comían más carne roja tenían hasta un 23% más de riesgo de desarrollar cáncer de mama que aquellas que comían menos carne roja. Sin embargo, estudios previos no habían detectado resultados tan claros. De hecho, se había detectado una nula asociación, o como mucho una relación débil entre la carne roja y el cáncer de mama.

El consumo de carne de ave y el riesgo de cáncer de mama

En el caso totalmente opuesto, los investigadores detectaron que el consumo de carne de ave tendría un efecto protector: aquellas mujeres que consumían más carne de aves de corral tenían hasta un 15% menos de riesgo de desarrollar cáncer de mama que las que comían menos cantidad.

Incluso cuando se tuvieron en cuenta variables como la raza, ejercicio físico, antecedentes familiares, consumo de vegetales, consumo de lácteos, ingesta general de energía, índice de masa corporal, uso de anticonceptivos o consumo de tóxicos como el alcohol, la relación protectora seguía siendo significativa.

Finalmente, se llegaron a usar modelos de sustitución, donde se predecía el cambio entre el consumo de carne roja con el consumo de carne de ave. Y la conclusión fue más beneficiosa todavía: sustituir carne roja por carne de ave aumentaba el efecto protector. Aunque, por desgracia, el mecanismo por el cual este tipo de carne proporciona protección contra el cáncer de mama no está claro.

Finalmente, según este trabajo, no se detectó ninguna relación entre la forma de cocinar la carne y el riesgo de carne de mama.

Limitaciones del estudio

A pesar de que este trabajo incluyó una gran cantidad de participantes, no está exento de limitaciones. Por ejemplo, el hecho de ser un estudio observacional, donde solo es posible establecer relaciones pero no una causa y efecto.

Seguidamente, la información dietética usada solo fue preguntaba una vez, al inicio del estudio, y no durante los años siguientes. Es posible que las participantes cambiasen sus hábitos alimenticios durante los siguientes 6-7 años, y eso no se tuvo en cuenta.

Finalmente, el estudio solo tuvo en cuenta a mujeres de una zona concreta del planeta, por lo que sus hallazgos no podrían aplicarse a otras regiones, y por supuesto tampoco al cáncer de mama en hombres.