La científica española Carola García de Vinuesa.

La científica española Carola García de Vinuesa. Centre for Personalised Immunology

Investigación

La gaditana que curaba a leprosos y ha salvado de la cárcel a "la peor asesina en serie de Australia"

La científica española ha conseguido que Kathleen Folbigg sea indultada después de 20 años en la cárcel acusada por matar a sus cuatro hijos.

6 junio, 2023 02:57

Tras el indulto después de 20 años de cárcel a Kathleen Folbigg, la australiana que fue condenada erróneamente por matar a sus cuatro hijos, se encuentra la poca tolerancia hacia la injusticia de una científica española, Carola García de Vinuesa. El nombre de Vinuesa, como se la conoce entre sus compañeros, siempre estará ligado al mayor error judicial de la historia reciente de Australia. Sin embargo, su biografía va más allá de esta historia de perseverancia.

García de Vinuesa nació en Cádiz hace 55 años, ya que habían trasladado a su padre, funcionario de Hacienda, a la localidad gaditana. Aunque su estancia allí no duró mucho. A los pocos meses de su nacimiento, la familia se tuvo que mudar a Estados Unidos, donde pasó parte de su infancia. También vivió durante un tiempo en Bélgica. A su regreso a España, estudió Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid. Lo hizo, como prácticamente cualquiera que se adentra en un oficio de este tipo, por idealismo, por querer ayudar al de al lado.

Tal era su compromiso con la justicia social y la solidaridad que, sin haber terminado sus estudios, se marchó a Calcuta (India), donde estuvo con la Madre Teresa en los barrios más desfavorecidos. También trabajó con un médico que limpiaba las heridas a pacientes con lepra en su clínica, a las orillas del Ganges.

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Aun sin haber terminado la carrera, García de Vinuesa volvió a participar en una iniciativa de acción humanitaria. En esta ocasión, acudió a Ghana para ver de primera mano los efectos de la malaria y la meningitis bacteriana. Ahora ya sí, como graduada en Medicina, realizó unas prácticas en Reino Unido con las que se dio cuenta de que su bata no era la de médico, sino la de científica.

Una eminencia en Australia

En la Universidad de Birmingham se especializó en Inmunología. Fue en el 2000; o lo que es lo mismo, años antes de que el estudio del genoma humano viviera una auténtica revolución con las conocidas como técnicas de secuenciación de nueva generación. "Hoy día, podemos diagnosticar la mitad de las enfermedades de origen genético analizando la de la parte del genoma que codifica proteínas", explicaba García de Vinuesa en una entrevista con Diario de Cádiz.

A la médica 'reconvertida' en inmunóloga le ofrecieron una beca un año más tarde en la Escuela de Investigación Médica John Curtin de la Universidad Nacional de Australia. Acostumbrada a cambiar de domicilio con cierta frecuencia, García de Vinuesa no se lo pensó dos veces y se marchó a un país en el que permaneció hasta 2022.

En este tiempo pasó de becada a ser toda una eminencia en Australia. Por citar algunos de sus hitos, en 2015 entró en la Academia de Ciencias australiana y en 2020, en la de Salud y Medicina. Es también ganadora del Premio al Científico del Año que otorga el ministro de Ciencia de dicho país.

Estos reconocimientos se deben, en parte, a hallazgos como el de Gabriela Piqueras, la pequeña a la que se le diagnosticó lupus grave cuando tenía 7 años. García de Vinuesa lideró un trabajo en el que secuenció el genoma completo de la niña, compuesto por más de 30.000 genes. La mutación puntual que detectaron en el gen TLR7 se la inyectaron a un grupo de ratones que posteriormente enfermarían de lupus.

El descubrimiento de mutaciones genéticas por parte de esta científica no siempre han tenido un contexto tan agradable como el de Piqueras. En 2018, García de Vinuesa recibió la llamada de un abogado, un antiguo alumno suyo que decidió dejar la ciencia a un lado y que se había quedado intrigado por el caso de Kathleen Folbigg. Esta australian, la "peor asesina de la historia de Australia", fue condenada por haber a sus cuatro hijos, bebés que tenían entre 19 días y 18 meses en el momento de su muerte.

Folbigg repitió insistentemente durante el juicio que ella amaba a sus hijos y que era incapaz de comprender por qué se habían muerto. Sin embargo, en su contra jugaban los diarios que había facilitado su entonces marido. En ellos aparecían comentarios de una mujer deprimida y superada por la situación. La australiana fue condenada a 30 años en una celda de máxima seguridad.

Respaldada por dos Nobel

Con los informes en la mano, a García de Vinuesa le llamó la atención que los todos los niños tenían una patología. Uno de ellos sufría de laringomalacia, que dificulta y puede llegar a impedir la respiración. El segundo murió durante un ataque, ya que tenía un cuadro grave de epilepsia con ceguera. Otra de las niñas presentaba una infección respiratoria, mientras que a la última se le detectó una miocarditis.

Tras analizar los genomas, la investigadora gaditana comprobó que no anduvo mal desencaminada en su primera impresión. Encontraron, tanto en Folbigg como en sus hijas, una mutación que afecta al gen CALM2. La mutación causa una arritmia latente que puede desencadenar una parada cardíaca y muerte súbita en cualquier momento. "En 2019, con todo lo que teníamos, dos expertos mundiales en este tipo de patología, en Milán y Dinamarca, aun a falta del informe de laboratorio, determinaron que esta era la causa probable de muerte", relataba la inmunóloga en la entrevista al citado medio local.

Aunque el caso se reabrió, el juez dio prioridad a los escritos de la madre australiana, que señalaban estado depresivo y al informe de expertos de Nueva Gales del Sur, que establecían dudas sobre si la causa de la muerte de la última niña era típica de muerte por mutaciones en calmodulina.

La australiana Kathleen Folbigg comparece por videoconferencia en un tribunal de Sidney en 2019.

La australiana Kathleen Folbigg comparece por videoconferencia en un tribunal de Sidney en 2019. EPA

Aun así, en 2020 los resultados de la investigación se publicaron en la revista Europace. Un equipo de 27 científicos de varios países aseguraba en el artículo que la mutación en CALM2 era la causa más probable de la muerte de las niñas. Un año más tarde, cerca de un centenar de científicos —entre ellos, dos premios Nobel— pidieron el indulto inmediato de Folbigg a la gobernadora de Nueva Gales del Sur (Australia).

El fiscal general de Nueva Gales del Sur anunció que el pasado 14 de abril iba a dar el veredicto. Aunque éste no se ha producido hasta este lunes, ya que el 21 de mayo se celebraron las elecciones federales en Australia y, como lamentaba la propia científica, el caso podría haber distraído al electorado al ser tan polémico. "Estoy muy contenta y aliviada", ha reconocido García de Vinuesa a Onda Cero horas después de conocer la noticia.

Miembro de la Royal Society

Esta investigadora reside actualmente en Londres (Reino Unido), donde trabaja para el Instituto Francis Crick tratando de averiguar el delicado balance entre enfermedades infecciosas y autoinmunes. Allí vive junto a sus dos hijas. Ambas son australianas de nacimiento, aunque, como suele decirse, los gaditanos nacen donde quieren. "Una de ellas me dijo con preocupación si alguna vez íbamos a dejar de venir", cuenta García de Vinuesa, que ha veraneado todos los años, pese a estar a unos 16.000 kilómetros, en la costa de Cádiz, de la que se siente muy orgullosa.

La científica no descarta regresar a España, aunque se encuentra feliz en la ciudad londinense. "Cuando mis hijas sean un poco mayores, y si alguien considerara que aún puedo aportar, yo estaría encantada de contribuir", confesaba a Diario de Cádiz. 

Es cierto que los casos de Piqueras y Folbigg han tenido gran repercusión mediática. Sin embargo, los científicos no parecen guiarse por los treding topic, como demuestra que García de Vinuesa no ingresó (solamente) por estos hallazgos en el selecto club de la Royal Society del Reino Unido —al que también pertenecieron Newton, Einstein o Darwin—. También destacaron su investigación en el Centro de Inmunología Personalizada, que fundó junto con el doctor Edward Bertram y en el que fueron pioneros en Australia por secuenciar el genoma humano.

Esta labor fue posible gracias al carácter "apasionado, comprometido y motivado" de García de Vinuesa, como destacó el propio Bertram. Un carácter del que la investigadora gaditana no parece haberse desprendido todavía.