Un ratón de laboratorio para investigación científica.

Un ratón de laboratorio para investigación científica. Dani Pozo

Ciencia

Reino Unido y EEUU empiezan a eliminar la experimentación con animales pero España duda: "Todavía son indispensables"

Se quiere eliminar esta práctica de protocolos para probar la seguridad de fármacos y para comprobar el impacto de los pesticidas en los seres vivos.

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La experimentación con animales es algo tan necesario en la ciencia como criticado o, al menos, cuestionado. Pensar en un ratón, un conejo o, incluso, un macaco en un laboratorio para probar nuevas terapias despierta la tristeza de una parte de la sociedad cada vez mayor. 

Las autoridades sanitarias son cada vez más conscientes de eso y por eso ya hay algunos países que quieren tomar medidas para que la experimentación animal sea algo cada vez menos frecuente. Estados Unidos y Reino Unido han sido los primeros en presentar planes en esta dirección.

La Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) presentó el pasado abril su plan para ir eliminando, de manera progresiva, el requisito de experimentación animal para desarrollar terapias con anticuerpos monoclonales (empleados, por ejemplo, para tratar el cáncer).

Han empezado por aquí, pero el objetivo final es reducir y reemplazar las pruebas animales en la evaluación preclínica de la seguridad de medicamentos y productos biológicos. Es decir, en la fase anterior a que se comprueben su eficacia y su toxicida en las personas.

Les ha seguido Reino Unido. Esta semana, el ministro británico ha anunciado un plan para aumentar el uso de la inteligencia artificial y los tejidos humanos bioimpresos en 3D para poder acelerar la eliminación de las pruebas con animales.

Algunos de los puntos en los que quieren ir eliminando esta práctica, según recogió el periódico británico The Guardian, son protocolos para probar la seguridad de productos como las vacunas o el impacto de los pesticidas en los seres vivos y el medio ambiente.

Decisiones como estas pueden llevar a preguntarse si estamos entrando en una era en la que podamos olvidarnos del uso de animales en los laboratorios. Lluís Montoliú, investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), lo tiene claro: todavía no estamos preparados para esto.

El experto celebra que cada vez hay más Metodologías de Nuevo Enfoque (NAM, por sus siglas en inglés), pero no están lo suficientemente desarrolladas, todavía, para ello.  Pueden complementar los experimentos con animales, pero no pueden ser un sustituto, al menos de momento.

"Sería la persona más feliz del mundo si pudiera dejar hoy de utilizar animales en mis investigaciones, pero no puedo. Mentiría si dijera lo contrario porque [los animales] siguen siendo indispensables en muchos aspectos de la investigación que todavía no conocemos suficientemente para correr el riesgo de trasladarlos a los NAM".

¿Dónde se usan los animales de laboratorio?

Hay dos grandes campos en la experimentación animal en biomedicina: en ensayos clínicos, antes de que el producto llegue a los humanos, y en ciencia básica, que no tiene una aplicación inmediata, pero también es muy importante porque es la que genera nuevas cuestiones científicas y es la que permitirá crear nuevos tratamientos para las enfermedades como el cáncer o el alzhéimer, cuenta Amanda Sierra, profesora de Investigación Ikerbasque en el Centro Vasco de Neurociencias Achucarro.

El primer aspecto es el que quieren regular en Estados Unidos, con los anticuerpos monoclonales, y en Reino Unido.

Por ejemplo, las vacunas se prueban primero en macacos antes de hacerlo en los humanos porque son el animal más parecido que se conoce, cuenta Motoliú, del CNB-CSIC. Las terapias se prueban generalmente en ratones, porque, a pesar de las diferencias, su funcionamiento metabólico esencial es muy similar al de los humanos.

No todos los animales son iguales 

El investigador indica en conversación con EL ESPAÑOL que es en esas fases preclínicas y, concretamente, en la comprobación de la toxicidad de los productos, donde más se ha podido avanzar en el uso de estos métodos alternativos.

Antes los animales se empleaban sistemáticamente para medir qué tipo de reacciones podrían tener en los humanos. Este uso "ha descendido notablemente" en los últimos años gracias a alternativas como las células en cultivo, métodos en cultivo o la simulación por ordenador, celebra Montoliú.

Asimismo, Montoliú cree que hay diferencias respecto a la empatía con los animales: "Es una cuestión cultural. No es lo mismo utilizar peces zebra que macacos o perros", destaca.

Para el experto, esta cuestión está rodeada por una dualidad un tanto contradictoria. Una parte de la sociedad quiere que se deje de experimentar con animales, pero también quiere  que se desarrollen terapias cuanto antes y cuanto más efectivas mejor. "Es difícil cumplir ambas a la vez", apunta.

Es muy difícil porque, en estos momentos, tanto tratamientos como vacunas requieren experimentación en animales "de forma reglamentaria". Eso sí, el investigador reconoce que este paradigma está cambiando: "Ya es muy difícil trabajar con animales y se va a ir complicando cada vez más".

¿Qué NAM existen actualmente?

Estas técnicas alternativas comenzaron a desarrollarse en las décadas de 1980 y 1990, aunque el término no se acuñó hasta 2010. Dentro de las NAM existen varios tipos, entre los más famosos están los organoides, modelos 3D creados a partir de células humanas y que imitan las funciones de algunos órganos, como el hígado o los riñones.

Esta opción permite estudiar efectos inmediatos y complejos de fármacos y agentes químicos sobre estructuras fisiológicas humanas. Sin embargo, no hay que ser extremadamente optimistas todavía, al menos no en todas las disciplinas.

Montoliú, del CNB-CSIC lo tiene claro. Los organoides pueden resolver algunas preguntas sencillas, pero "si queremos algo más complejo hay que usar animales".

Sierra, profesora también en la Universidad del País Vasco, explica que en Neurociencia, su disciplina, los modelos alternativos todavía tienen mucho desarrollo por delante. Pueden reproducir algunos aspectos del cerebro, como tener neuronas con cierta conectividad, pero "estamos muy lejos de que eso sea igual que un cerebro". 

Entre sus limitaciones, está el que no se puede replicar en ellos la barrera hematoencefálica, crucial para controlar el paso de sustancias al cerebro, o que no tienen un sistema inmune desarrollado encargado de proteger a las neuronas. "Su utilidad actual para entender las enfermedades neurológicas y neurodegenerativas es muy limitada", expone.

Por otro lado, están los modelos in vitro, en los que se emplea tejido desarrollado a partir de células humanas, como los cultivos celulares.

También están los sistemas de órganos en chips (organ-on-a-chip en inglés) dispositivos que simulan a pequeña escala la estructura y funcionalidad de órganos humanos, utilizando células vivas.

Por otro lado, están los métodos in silico, que no emplean tejidos en físico, sino que predicen efectos y mecanismos de acción de sustancias químicas a partir de bases de datos, algoritmos y modelos matemáticos.​ Por supuesto, también hay bases de datos y sistemas que implementan IA para hacer más sencillos los procedimientos.

Sierra no cree que la IA y estos últimos modelos supongan una gran revolución en esta cuestión, al menos en lo que a la ciencia básica respecta. Esta disciplina abre campos nuevos, pero los métodos computacionales, trabajan con datos que ya existen, por lo que no sirven para plantear nuevas preguntas, defiende.

"La biología nos da muchas sorpresas y seguimos descubriendo rutas de señalización, mecanismos celulares e interacciones entre unas regiones del cerebro y otras de las que hace un año no teníamos ni idea", subraya.

Motoliú, por su parte, cree que la ciencia va por el buen camino con los NAM, pero todavía queda trabajo por delante. "Tenemos que seguir desarrollando nuevos modelos alternativos que realmente puedan suplir y sustituir a los animales".

El investigador del CNB-CSIC es consciente de los planes de Estados Unidos y Reino Unido y de que el primero "está avanzando de una forma notablemente rápida" en esta reducción de la experimentación animal. 

Sin embargo, no cree que sea algo que pueda llegar pronto a la Unión Europea. "Dudo mucho que se traslade de forma inmediata". Además, advierte de ciertos riesgos: "Hay situaciones mucho más complejas [en un ensayo clínico] que no van a poder ser evaluadas directamente en ese en esas células en cultivo".

Montoliú se refiere con esto a algunos efectos secundarios o algunas consecuencias no deseadas porque las terapias o fármacos no se ha evaluado siguiendo el protocolo tradicional. "Es una decisión que es posible que se tome, pero que no está exenta de riesgos".