Lola Herrera durante el acto de entrega de la Medalla de Oro de Valladolid. (Archivo)

Lola Herrera durante el acto de entrega de la Medalla de Oro de Valladolid. (Archivo) Leticia Pérez ICAL

Ciencia

Lola Herrera (90 años), actriz, sobre cómo se mantiene joven: "En la alimentación soy espartana y no como esto"

Además de seguir una alimentación saludable, la actriz reconoce que abandonó hace años hábitos perjudiciales como el tabaco y el alcohol.

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Las claves

Lola Herrera, a sus 90 años, mantiene su vitalidad gracias a una estricta dieta 'espartana' y ejercicio constante, alejándose del tabaco y alcohol.

Su alimentación se basa en la Dieta Mediterránea, rica en verduras, frutas y pescado, lo que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares.

La actriz combina movimiento diario con actividades intelectuales exigentes, como el teatro, reforzando su reserva cognitiva y protegiendo su mente.

Lola Herrera encarna el envejecimiento activo, demostrando que la longevidad depende de constancia en dieta, ejercicio y estímulo mental.

A sus 90 años, Lola Herrera sigue sobre los escenarios con una energía que desconcierta a médicos y admiradores. Su vitalidad no es un milagro ni fruto del azar, sino el resultado de una coherencia poco común entre cuerpo, mente y emoción. Lo resume con sencillez y precisión: “Trabajar mucho y unos buenos genes”.

Buena parte de las claves de su estilo de vida las reveló en una entrevista concedida a Remedios Cervantes para su blog en 2014, cuando apenas había cumplido 79 años. En aquel momento, ya hablaba de disciplina, equilibrio y autocuidado como los pilares de su bienestar. Hoy, algo más de una década después, sus palabras se leen como un manual de longevidad activa con respaldo científico.

Su vida no se explica solo por la herencia familiar —“una tía mía vivió 103 años”—, sino por una forma de vivir que encaja perfectamente con las conclusiones más recientes de la Gerociencia, el campo que estudia cómo ralentizar el envejecimiento a través de la biología y el estilo de vida. Estas son las claves científicas de la llamada fórmula Herrera.

La dieta ‘espartana’: un escudo antiinflamatorio para el corazón. El rigor con el que Lola Herrera se cuida empieza en la mesa. Su alimentación, que ella misma define como “espartana”, se basa en una decisión firme: “no comer cosas que no me sientan bien, no me compensa”. Ese criterio, más que una regla estética, es una estrategia de salud.

Su dieta, centrada en “muchas verduras, fruta, pescado bastante, poca carne, y ensaladas”, coincide con los principios de la Dieta Mediterránea estricta. La Fundación Española del Corazón (FEC) la considera el modelo con mayor evidencia científica para la prevención de enfermedades cardiovasculares.

Estudios como el PREDIMED han demostrado que seguir este patrón alimentario reduce el riesgo de infarto y deterioro metabólico. Los polifenoles y antioxidantes de frutas y verduras neutralizan los radicales libres responsables del daño celular.

Además, su decisión de abandonar el tabaco en 1988 —“ya tengo incluso los pulmones limpios”— y renunciar al alcohol —“el alcohol no lo toco”— ha protegido su organismo del principal origen de la inflamación crónica de bajo grado, base del envejecimiento acelerado.

Movimiento constante contra la sarcopenia. Lola Herrera nunca se ha dejado vencer por el sedentarismo. A los 79 años ya se definía como un “correcaminos” porque “corro, troto, hago...”. No necesita un gimnasio: su movimiento diario es su mejor entrenamiento.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda precisamente este tipo de actividad no estructurada —caminar, subir escaleras, desplazarse a pie— como uno de los pilares de la longevidad activa.

Este ejercicio continuo ayuda a frenar la sarcopenia, la pérdida progresiva de masa y fuerza muscular. Mantener la musculatura activa protege la función de las mitocondrias, las “centrales energéticas” de las células, y mejora la sensibilidad a la insulina, la circulación y la oxigenación cerebral.

Su hábito de dar “alguna vuelta de más para andar más” es una estrategia sencilla y eficaz para conservar movilidad, equilibrio y autonomía a cualquier edad.

La reserva cognitiva: un cerebro que sigue en el escenario. La mente de Lola Herrera es tan activa como su cuerpo. “Las mujeres de mi familia son mujeres de buena genética”, reconoce, pero su secreto no está solo en la herencia, sino en la pasión con la que sigue trabajando. “Mi trabajo es una forma de vida”, dice. Esa conexión emocional con el teatro actúa como su mejor terapia.

La neurociencia confirma que las actividades intelectualmente exigentes, como la interpretación teatral, refuerzan la reserva cognitiva, esa red de conexiones neuronales que permite al cerebro resistir el deterioro. Memorizar guiones, adaptarse a nuevas obras y compartir escenario con otros actores son formas directas de estimulación cerebral.

Su último reto ha sido aprender a cuidar su mente también en el descanso. “Quiero aprender a descansar”, confiesa, y añade: “reinventarme en el disfrute personal de mi vida privada”. Gestionar el estrés, según los estudios más recientes, reduce los niveles de cortisol, la hormona que acelera el envejecimiento neuronal y deteriora la memoria.

La trayectoria de Lola Herrera demuestra que la longevidad no depende del azar, sino de la constancia. Una dieta limpia, movimiento diario y un cerebro siempre en marcha son la ecuación biológica de su vitalidad.

A sus 90 años, la actriz encarna el concepto de envejecimiento activo que defiende la OMS: mantener la salud física, mental y social a lo largo del tiempo. O, como ella misma diría, seguir viviendo “al pie del cañón”.