Leonor Calvo en una imagen cedida.

Leonor Calvo en una imagen cedida.

Ciencia

Leonor Calvo, ecóloga: "Van a aumentar los incendios de 6ª generación, casi inextinguibles con altas temperaturas"

"No he visto ningún año donde hayamos tenido una situación tan drástica [con los incendios forestales]". / "El comportamiento del hombre está siendo irresponsable". / "Alrededor del 95% de los incendios forestales están asociados con la actividad humana" / "Tenemos que preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad" [respecto a estos fenómenos]. / "Algunas especies [vegetales] no se podrán recuperar"

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Este mes de agosto se recordará como el mes negro en materia de incendios en décadas. De hecho, hay que remontarse al año 1994, cuando ardieron 437.602,5 hectáreas, para encontrar el nivel de ferocidad que ha tenido el fuego este año.

"No he visto ningún año donde hayamos tenido una situación tan drástica", dice Leonor Calvo (La Bañeza(León), 61 años), responsable del grupo de Ecología Aplicada y Teledetección de la Universidad de León.

La bióloga lleva décadas estudiando incendios y califica los incendios de este año como un fenómeno "devastador". Aunque el año 2022 fue crítico en esta materia, la experta está convencida de que este agosto se acabará superando la superficie quemada de entonces.

La catedrática en ecología de la Universidad de León charla con EL ESPAÑOL sobre los incendios forestales que asolan España desde la segunda semana de agosto y pone el foco en la educación ambiental. "No se nos puede olvidar, porque estos fenómenos ocurren muy pocos de forma natural".

Llevamos años oyendo que los incendios son cada vez peores, más voraces ¿Hay explicación científica detrás de esto?

Desde la ciencia, llevamos años advirtiendo de que lo que nos estamos encontrando es cada vez mayor proporción de incendios que tienen un comportamiento, vamos a decir, inextinguible. Es lo que llamamos eventos extremos de fuego.

Se han juntado todos los factores. Para empezar, hay mucho combustible disponible en horizontal [el suelo] y vertical [árboles de altura]. Luego están las temperaturas altísimas de las últimas dos semanas con unas olas de calor muy profundas y continuas. Este año está siendo excepcional en ese sentido.

Todo se va uniendo y también hay que tener en cuenta que el comportamiento del hombre está siendo irresponsable.

¿Irresponsable en qué sentido?

Se sabe que alrededor del 95% de los incendios están asociados con la actividad humana, pues habrá que pensar que algo estamos haciendo mal. Es cierto que, en algunos casos, los incendios forestales han podido ser intencionados. Sin embargo, en otros, yo estoy segura de que son negligencias.

Hay normativas que prohíben utilizar ciertas maquinarias o realizar ciertas actividades en días de altísimo riesgo de incendio. Tenemos que pensar que también tenemos un papel y preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad. Luego podemos criticar que se apliquen unas políticas u otras, pero nosotros también tenemos algo que decir.

Algunos modelos predicen un aumento considerable en la superficie quemada en las próximas décadas. ¿Qué escenarios maneja la investigación científica actual?

Yo trabajo con escenarios que no son muy halagüeños. Las predicciones apuntan a que va a aumentar la proporción de los eventos extremos de fuego. Estos son los que los bomberos llaman incendios de sexta generación, que son casi inextinguibles hasta que no baja la temperatura y sube un poquito la humedad.

Estamos desarrollando herramientas que ayuden a los gestores a predecir en qué sitios concretos puede haber situaciones más complicadas por la cantidad y el tipo de combustible que tienen. También está claro que vamos a tener que trabajar en prevención, sí o sí. Si no, vamos a tener la misma situación de este año a futuro.

¿Qué medidas preventivas considera más urgentes implementar en España?

Creo que hay que poner en marcha todos los planes de autoprotección. Los sistemas rurales pequeños tienen que saber qué hacer cuando hay un riesgo de incendio. Para eso son estos planes, para explicar a la gente qué tiene que hacer en caso de que se acerque un incendio, por dónde se tiene que mover. Eso es clave.

Esto ya se ha hecho en Portugal y han salvado muchos pueblos. Los vecinos saben que cuando viene el incendio hay que dejar, una zona de entre 300 y 500 metros sin vegetación para que no se mueva el fuego.

¿Y respecto a la vegetación?

Yo siempre abogo por sistemas mosaicados. Esto quiere decir hacer un sistema forestal que no sea continuo a lo largo de miles de hectáreas, sino que alterne zonas arboladas, matorrales, pastos y cultivos. Esta heterogeneidad permite que, si aparece un incendio, haya más oportunidad de apagarlo donde haya menos combustible disponible.

A nivel ecológico, ¿qué daños vamos a ver cuando se extingan los incendios?

Creo que vamos a encontrarnos con sistemas muy parcheados. Cuando realmente se acaben de apagar todos los incendios, vamos a tener que trabajar con imágenes de satélite e ir al campo para ver lo que se llaman mapas de severidad.

Habrá zonas más afectadas que otras, pero si los incendios son muy rápidos, yo creo que en muchos territorios la vegetación y el ecosistema serán recuperables.

Es optimista

Nuestros ecosistemas llevan sufriendo incendios miles de años. La mayoría de las especies que vemos tienen adaptaciones para poder sobrevivir y repoblar el terreno. Muchas de la vegetación, una vez que vuelva a haber humedad, se irá recuperando.

Ahora, si estos sistemas han estado sometidos a incendios recurrentes, como es el caso de la Sierra de la Culebra en Castilla y León [sufrió un incendio devastador en 2022 y ha vuelto a arder este agosto] no está tan claro. Ahí es donde vamos a ver qué ocurre.

Esto no quiere decir que se recupere todo. Hay algunas especies que probablemente se pierdan. Por ejemplo, en los Picos de Europa [también arrasado por el fuego este mes], que es un punto caliente de biodiversidad [con muchas especies endémicas en riesgo de desaparecer] puede que haya vegetación que no se restablezca.

Hay voces que hablan de abandono rural y de reducción de las actividades agroganaderas tradicionales como prevención del fuego. ¿Hasta qué punto es cierto y han favorecido la acumulación de combustible vegetal?

Es la clave de todo esto. En Castilla y León la ganadería era un elemento muy importante y las ovejas y las cabras eran esenciales para el funcionamiento de los ecosistemas.

En España, los pueblos tienen cada vez menos gente y menos servicios. Eso hace que se utilicen menos los sistemas agrícolas y de pasto y los ecosistemas van desarrollando cada vez más vegetación.

Eso implica más combustible para los incendios, por lo que habría que repensar cómo conseguir que en los sistemas rurales podamos tener los servicios necesarios y la gente en activo para evitar que esto pase.

¿Considera que la sociedad española entiende la dimensión ecológica y climática de los incendios forestales, o todavía se perciben únicamente como catástrofes puntuales?

Creo que entendemos que esto es un problema cuando nos está pasando. Por tanto, tenemos que seguir incidiendo, presentando resultados y opciones de mejora. Tenemos que dar un paso más y eso requiere el esfuerzo de la academia y de los responsables de la gestión.